Brilla más cuando escribe largometrajes, no cabe duda, pero poco a poco se está construyendo una sólida bibliografía. Reseña de “Tierra de campos”, de David Trueba.

Portada del libro.

“Todos conocemos el final. Y el final no es feliz. Es curioso este cuento, porque sabemos el desenlace pero ignoramos el argumento. Somos visionarios y ciegos al mismo tiempo. Sabios y estúpidos”.

Se debe considerar a David Trueba sobre todo guionista de cine, labor a la que se dedica desde su más tierna juventud, pero lo cierto es que también ha destacado como realizador –obtuvo un Goya por esta faceta– y columnista de el diario “El País”. En libros su trayectoria ha sido brillante, pues debutó con las intrascendentes pero amenas “Abierto toda la noche” y “Cuatro amigos” (especialmente divertida), y dio un giro tragicómico con “Saber perder”, que obtuvo con todo merecimiento el Premio Nacional de la Crítica en 2008.

Tras la correcta pero asumidamente menor “Blitz”, de 2005, el madrileño entrega su siguiente novela.

Anagrama publica “Tierra de campos”, en edición en tapa blanda, de 408 páginas, que sale a la venta al precio de 19,86€. También está disponible en versión para descargar para Kindle, por 14,24€.

Sinopsis de “Tierra de campos”, vuelta al terruño

David Trueba.

Dani Mosca, vieja gloria de la música, pues lideró el grupo Las Moscas, trata de superar su divorcio, cuando sobreviene la muerte de su padre. Un año después, decide cumplir su última voluntad, trasladar el féretro para enterrarlo en Garrafal de Campos, su pueblo. Él mismo acompañará en persona al conductor del vehículo mortuorio, Jairo, un ecuatoriano charlatán.

Durante el viaje, Dani rememora diversos momentos de su vida, por ejemplo su infancia, y sus diversas relaciones sentimentales.

Crítica de “Tierra de campos”, en busca de la identidad

Un libro que golpea sin darte cuenta, quizás como la vida. El más joven de los 7 hermanos de David Trueba inicia su relato con cierto tono melancólico, pero también una enorme cantidad de golpes de humor lo suficientemente ingeniosos como para reír a carcajadas, lo que no consiguen muchos escritores. Aunque cuenta el fallecimiento del progenitor del protagonista, sus descripciones costumbristas tienen bastante gracia, estamos ante el más claro heredero de la mirada negra y aguda de Rafael Azcona, que en vida fue gran amigo suyo.

De esta forma, el autor logra coger desprevenido al lector, cuando sobreviene la parte trágica de la historia. Toda una hazaña, pues sortea un enorme peligro: que con un comienzo hilarante el resto no fuera a ser tomado en serio.

Impagables personajes como Animal, brutote bajista del conjunto, el elegante Gus, la japonesa Keia, etc. En general, logra una enorme agilidad en el relato, con una estructura errante, pues van saliendo sin orden aparente los recuerdos del protagonista. Está narrado en primera persona por éste, músico que recordará a diversos personajes, sobre todo de la Movida Madrileña, y que además interactúa con personajes reales, pues aparecen estrellas invitadas como Antonio Flores o Joan Manuel Serrat. Como numerosas incursiones en este mundillo, advierte del lado oscuro de la fama, y de los peligros de los excesos, pero también habla de la amistad, temática omnipresente en la obra de este creador.

De la misma forma, se reflexiona sobre la identidad, y la necesidad del ser humano de conocer sus orígenes para descubrir quién se es en realidad. Aboga por un retorno a la sencillez, cuando se corre el peligro de dejarse llevar por el personaje que uno mismo ha creado para triunfar en una profesión artística, lo que parece estar reservado, sobre todo en el terreno de la música, a quienes son tan complejos como contradictorios.

Pero sobre todo aborda los efectos del paso del tiempo, y de la dificultad para aceptar que todo finaliza poco a poco. De la misma forma que los padres fallecen, los días de gloria pasan al olvido, y las historias de amor llegan a su punto y final. Con la madurez se empieza a entender que esto es inevitable, pero se sigue sintiendo un enorme dolor.