Reseña de “Las chicas que soñaban con el mar”, de Katia Bernardi

La italiana Katia Bernardi nos invita a soñar, a la vez que a  trabajar para conseguir aquello que realmente deseamos, con “Las chicas que soñaban con el mar”, su novela. Una historia muy ágil, divertida y entrañable basada en una historia real que acaba deleitando al lector y recordándole que los sueños no tienen ni límites ni edad.

Ficha técnica de “Las chicas que soñaban con el mar

 

Reseña de la novela "Las chicas que soñaban con el mar"

Las chicas que soñaban con el mar, de Katia Bernardi – image vía Amazon.es

  • Autora: Katia Bernardi
  • Editorial: Grijalbo Narrativa
  • Género: Narrativa
  • Longitud: 272 páginas
  • Año de publicación: noviembre de 2017
  • Formato: versión digital y versión impresa
  • ISBN: 978-8425355714

Argumento de “Las chicas que soñaban con el mar

Daone es un pequeño pueblo de las montañas situado en el corazón de los Alpes. Perdido entre cumbres y lejos del ruido y de la contaminación de las grandes ciudades, sus habitantes viven en plena naturaleza y con esa tranquilidad que existe en las pequeñas villas.

Cada cual está inmerso en su vida, en su trabajo y en su familia y así es como transcurren los días. Sin embargo, un grupo de mujeres del centro de pensionistas de Daone no se conforman con su día a día y, de vez en cuando, deciden hacer algo especial para romper la monotonía y la rutina del valle. No se conforman con quedar de vez en cuando a merendar en la asociación, dar un paseo o pasar tardes de charlas, sino que se ponen manos a la obra para organizar excursiones, y así ver “un poco de mundo”. Y es que algunas de las “funne”, que así es como se hacen llamar, ni tan siquiera han salido de Daone o de los pueblos de alrededor.

Este año quieren que sea diferente porque se cumple el vigésimo aniversario del club. Y la presidenta ha decidido que deberían de hacer algo muy especial. Tras debatirlo entre todas, y darse cuenta de que la mayoría de las que componen este grupo de las Funne nunca han pisado el mar, creen que puede ser el momento más adecuado para ello. ¿Por qué no cumplir ese sueño y escaparse unos cuantos días todas juntas a disfrutar del olor que emana el mar, la sensación de pisar la arena o vivir, de primera mano, esa sensación que tantas veces han visto en la televisión?

Pero las cosas no son tan fáciles. El club no dispone de mucho dinero, pues solo cuentan con las aportaciones de las socias y tampoco son unas cuotas muy elevadas pues ellas no son de las que tienen unas pensiones de ensueño, por lo tienen que pensar en alguna idea que les aporte los ingresos suficientes para que todas puedan disfrutar de ese sueño. Sus mentes empiezan a dar vueltas a este tema y pronto empiezan a surgir las primeras ideas: ¿Por qué no preparar tartas para venderlas en la feria? o ¿Es muy descabellada la idea de posar para un calendario como hacen los bomberos para después venderlas? Y ¿si tal como dice su fotógrafo preferido se ponen manos a la obra para adentrarse en el aparentemente complicado y desconocido mundo (para ellas) de internet y ponen en marcha un crowdfunding?

Una lluvia de ideas que poco a poco se van materializando para conseguir ese sueño, ese ansiado viaje y vivir de primera mano esa sensación de libertad, bienestar, calma…. ¿Conseguirán escapar de su rutina y pisar el mar?

Sobre la autora: Katia Bernardi

Katia Bernardi nació en Trento (Italia). Después de estudiar cine en Bolonia, se convirtió en directora y guionista. La historia real que hay detrás de su novela “Las chicas que soñaban con ver el mar” la cautivó y la inspiró para rodar también un documental con el mismo título que presentó en el Festival de Cine de Roma. La cinta se emitió por el canal Discovery Italia y se proyectó en distintas salas. Posteriormente, la película también fue seleccionada en el Festival de Cine de Phoenix y en el Festival de Cine Documental Full Frame de Carolina del Norte.

Opinión personal sobre “Las chicas que soñaban con el mar”, publicado por de la editorial Grijalbo

Uno de mis autores favoritos, el gran Paulo Coelho, ha dicho en más de una ocasión que “la posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante” y que “nunca debemos desistir de un sueño. Sólo trata de ver las señales que nos lleven a él”. Un par de frases que están grabadas en mi cabeza desde hace bastante tiempo y a las que siempre recurro cuando tengo algo nuevo entre manos. Y no sé si las funne de Daone conocerían estas frases o no, pero lo cierto es que nunca perdieron de vista su objetivo y a pesar de algunas decepciones sufridas en ese proceso, nunca dieron marcha atrás y jamás se rindieron.

La verdad es que cuando leí el título y vi la portada me causó curiosidad y decidí adentrarme en el argumento. Me pareció original y hasta un tanto diferente y le di una oportunidad. ¡Bendita oportunidad! Porque es una de esas novelas que, además de entretener y leerse muy rápido, son de las que despiertan en el lector sentimientos como la ternura, la bondad, el cariño, o la esperanza, entre otros. Eso sí, sin un súper argumento muy elaborado pero muy ameno Y es que, Katia Bernardi ha sabido cómo enganchar al lector con una escritura ágil, sincera, y aderezada con algunas dosis de sentido del humor. 

Con capítulos de apenas un par de páginas o tres, ha conseguido magistralmente, al menos desde mi punto de vista, hacernos partícipes de cómo es la vida en un pueblo perdido entre las montañas donde casi nunca pasa nada interesante, de las vivencias de algunos de sus habitantes, de la personalidad tan dispar de algunas de las protagonistas o de los sueños de éstas. Con un lenguaje sencillo, ágil pero muy acertado, logra acaparar toda la atención en apenas unas líneas (y tampoco tan largas), donde cuenta tantas cosas que me ha dejado maravillada. A través de su escritura se puede apreciar claramente cuáles son las intenciones de la autora, cómo las hace ver y para qué.

En cuanto a los protagonistas, he de decir que son geniales y están realmente bien perfilados. Cada uno con su forma de ser y sus “locas ideas” generan muy buen rollo (si me permitís decirlo). O al menos a mí me las han generado, quizás por la cercanía y cariño que siento por las personas mayores y sobre todo por hacerme recordar a mis abuelas. El caso es que despiertan ternura y cariño, y con esa forma de ser que tienen hacen que el lector esboce más de una sonrisa, e incluso acabe soltando alguna que otra carcajada. Y es que Armida, Erminia, Jolanda, Valentina o Valeria son de esas mujeres auténticas que han vivido muchas cosas a lo largo de su vida, tienen mucha experiencia, y de las que, a pesar de su edad y sus achaques, siguen teniendo una jovialidad envidiable y ganas de hacer cosas nuevas. Pero sobre todo tienen sueños. Sueños por cumplir, por vivir y por los que luchar.

Para finalizar y haciendo un pequeño guiño a la novela te diré, estimado lector, que me ha parecido una lectura tan dulce como las tartas que las protagonistas preparan para la feria y cuyas recetas (alguna, no todas) aparecen al final de la novela; tan mágica que, por un momento, me han hecho pensar en los sueños, siguiendo las instrucciones que da la propia autora; tan sencilla pero bien escrita como el marcado perfecto de pelo del que habla Jolanda; o tan bien estructurada como el manual de instrucciones publicado por Erminia, donde enumera las directrices a seguir para saber cómo se lleva la buena administración de un club de jubilados. Por todo ello, solo resta recomendarla, de cara estas navidades junto a otras como “Agujas de papel” o “Te daré un beso antes de morir“,  y decirte que, si optas por leerla, creo que pasarás un rato muy agradable.

Y,  tal como dijo Gustave Flaubert, “¡Ten cuidado con tus sueños! son la sirena de las almas. Ellas cantan, nos llaman, las seguimos y jamás retornamos“.

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Las chicas que soñaban con el mar
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