Reseña de “La templanza”, de María Dueñas

La esperadísima “La templanza” supone la tercera novela de María Dueñas, tras el ‘boom’ de “El tiempo entre costuras” y la recepción más o menos exitosa de “Misión olvido”. ¿Está a la altura de lo que se espera de la manchega?

“Cosas más raras había visto apostar sobre un tapete, en una febril partida de naipes o en una valla de gallos, patrimonios familiares, ricos pozos de plata en activo, la renta de un año puesta íntegra a una carta… Hasta la virtud de una hija adolescente”.

Planeta publica de cara a la Semana Santa “La templanza”, en edición en tapa dura con sobrecubierta, de 515 páginas, que sale a la venta al precio de 20,81€. También está disponible en edición electrónica a 12,34€.

Sinopsis de “La templanza”, de María Dueñas, un indiano en Jerez

Crítica literaria y portada de la novela de la escritora María Dueñas "La templanza"

“La templanza”.

Segunda mitad del XIX. El adinerado empresario minero Mauro Larrea, español que ha triunfado en México, recibe una perturbadora noticia. No va a recibir las esperadas y sofisticadas máquinas en las que ha invertido una enorme cantidad de dinero para explotar la mina Las Tres Lunas, pues se han perdido por el estallido de la Guerra de Secesión en Estados Unidos. Esta desgracia supone que se encuentra en la ruina.

A Larrea le obsesiona caer socialmente en desgracia, por sus descendientes. Decidido a no dejar en la estacada a su hija Mariana, casada con un hombre de buena familia con el que va a tener un bebé, y a su retraído hijo Nicolás, a punto de contraer matrimonio con otra heredera, le pedirá un préstamo en condiciones abusivas al prestamista Tadeo Carrús, su viejo y mezquino valedor. Para empezar a reconstruir su fortuna viaja a La Habana, donde estudia diversos negocios, aunque como consecuencia de una partida de billar dará con sus huesos en Jerez de la Frontera…

Reseña de “La templanza”, de María Dueñas, el tiempo entre viñedos

La escritora María Dueñas

María Dueñas.

No era fácil para María Dueñas su tercera novela, tras consagrarse aún más si cabe con la lujosa adaptación televisiva de su ópera prima, y con toda la crítica y el público pendiente de su nuevo trabajo. A la manchega le honra no haber escogido el camino fácil, con lo que deja claro que no será uno de tantos escritores de moda que reducen su trayectoria a escribir una y otra vez el mismo libro.

Obviamente, se pueden entresacar constantes autorales con las dos novelas precedentes, pues “La templanza” también habla de viajes en busca de segundas oportunidades, de lazos familiares que marcan al individuo, del trabajo bien hecho y de golpes del destino que provocan altibajos radicales en la vida de las personas. Este ultimo punto tiene tanta importancia en su nuevo libro que a veces trae a la mente la literatura del estatounidense Paul Auster, con el que por lo demás poco tiene que ver.

Pero se aprecia un notable esfuerzo por abrir caminos nuevos. Por ejemplo, María Dueñas parece haberse propuesto componer una obra opuesta a “El tiempo entre costuras”, con protagonista por primera vez masculino, un indiano que recorre el camino justamente opuesto al de la ya legendaria Sira Quiroga. No se trata de una ingenua obligada a madurar por las desavenencias de la vida, sino de un veterano emigrante que precisamente desea ir hacia el otro lado, y recuperar la ilusión de la época en la que estaba abriéndose camino.

Se llevan la palma la descripción de ambientes, todos conseguidos, sobre todo los locales marginales de La Habana, y las bodegas de Jerez. Abundan los pasajes memorables, como una incursión en compañía femenina a un archivo, o la decisiva competición de billar. Puede que Mauro Larrea, el personaje central, no despierte tanta fascinación como la aludida Quiroga, o la profesora Blanca Perea, de “Misión Olvido”, pero está bien construido, y por supuesto también viene acompañado por memorables secundarios, como el apoderado Elías Andrade, conciencia del protagonista, de presencia tan poderosa cuando no está en escena como cuando sí está, la decidida hija Mariana, el pusilánime Nicolás, la impredecible Carola Gorostiza, el banquero Julián Calafat, la emblemática Soledad Montalbo, etc. La escritora logra siempre despertar el interés por todos y cada uno de ellos.

La trama tarda en arrancar, pues hasta la segunda mitad del libro, ya en España, no se sabe muy bien hacia dónde quiere ir a parar la historia (en un juego de espejos, pues el propio Mauro Larrea tampoco sabe qué hacer hasta entonces). A partir de ahí el relato, centrado en el origen del comercio del vino jerezano con los ingleses, resulta tan apasionante como fresco. Finalmente, el balance resulta bastante positivo. Además, Dueñas escribe con una prosa realmente trabajada y cautivadora pese a su curiosa propensión a abusar de la construcción “tan sólo”.

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