La llorada Carrie Fisher desvela con pelos y señales cómo vivió en su juventud el rodaje de “La guerra de las galaxias”, en 1976, en “El diario de la princesa”, excepcional volumen autobiográfico.

Portada del libro.

“El hecho de que Harrison y yo hubiéramos tonteado en el asiento trasero del coche durante el viaje de regreso a Londres no necesariamente significaba el prólogo de algo más elaborado. Aunque tal vez fuera el indicio de lo que ocurriría después. Hubo cierto besuqueo inesperado y preliminar”.

El fallecimiento de Carrie Fisher supuso una conmoción en la galaxia, acrecentada porque había vuelto a estar de actualidad tras el regreso de la saga galáctica más popular a los cines, con “El despertar de la Fuerza” y “Rogue One, una historia de Star Wars” –que la recuperaba en versión juvenil mediante magia digital–. Poco antes de que sufriera un infarto que tendría letales consecuencias, la actriz había causado una enorme expectación por la publicación en Estados Unidos de un nuevo volumen autobiográfico, que llegó al número 1 en la lista de más vendidos de The New York Times.

NB Nova (Ediciones B) publica en España “El diario de la princesa”, en edición en tapa blanda, de páginas, que sale a la venta al precio de 19,00€. También está disponible en versión digital por 7,59€.

Sinopsis de “El diario de la princesa”, ha nacido una estrella

Rodaje de "La guerra de las galaxias (Star Wars)"

Carrie Fisher y Harrison Ford.

Carrie Fisher encuentra el diario que escribió en 1976, año en que se funda Apple en un garaje y se forma la banda U2. Después de debutar siendo muy joven en el cine con un pequeño papel en “Shampoo”, junto a Warren Beatty, se presenta al casting doble realizado por George Lucas y Brian DePalma para sus películas “La guerra de las galaxias” y “Carrie”. El primero le daría el papel del que jamás podría desencasillarse.

Cuando empieza el rodaje, trata de pasar inadvertida porque no ha perdido los kilos que le habían pedido. Debe acudir al plató a diario a las cinco de la mañana, para que la peluquera se ocupe del celebérrimo peinado de su personaje. Le impresiona profundamente su compañero de reparto, Harrison Ford, que ya entonces parece destinado a convertirse en una gran estrella del cine. Quince años mayor y casado, no se espera que pueda fijarse en ella…

Reseña de “El diario de la princesa”, aquellos maravillosos años

Carrie Fisher ya había demostrado su talento para la escritura, por ejemplo en la novela “Postales desde el filo”, que dio lugar al film homónimo. En esta ocasión se muestra más sincera que nunca, hasta el punto de desvelar con pelos y señales su fugaz romance con Harrison Ford, que había ocultado durante todos estos años. En realidad, el texto no tiene grandes pretensiones, pero acaba realizando un agudo retrato del lado oscuro de la fama, y las estrellas de Hollywood, y describe lo que supone ser hija de Debbie Reynolds, estrella de “Cantando bajo la lluvia”.

La autora tiene un estilo propio caracterizado por la fina ironía y la mordacidad. Aunque describe a las personalidades del cine que conoció entonces con mucho humor, y alguna crítica -su principal blanco, George Lucas, su jefe de entonces-, también es cierto que transmite un profundo respeto y cariño por todos, incluido Harrison Ford, que tras el idilio jamás quiso volver a mencionar lo ocurrido.

Por razones extraliterarias, el hecho de que la autora haya fallecido acentúa el tono melancólico del volumen. Incluye los textos manuscritos que escribió entonces, no muy diferentes de los que podría haber elaborado cualquier otra chica de su edad, que vive intensamente cualquier acontecimiento. “Tengo miedo. Miedo de dejar que Harrison me haga daño, pues volveré a transformar una sencilla marcha en un abandono”.

Finalmente explica con bastante gracia cómo se ha sentido por haberse transformado en un icono de la pantalla. Por un lado siente agradecimiento a los fans por su enorme fidelidad a lo largo de los años. Por otro le parece bastante exagerado que el film despierte un auténtico fanatismo, y que han llegado a hacerla sentir como un objeto, que tenía la obligación de no cambiar por el paso del tiempo. “Se suponía que las películas debían quedarse en la pantalla, planas, grandes y vistosas, sumiendo al espectador en su historia, y después devolviéndolo a su propia, inalterada vida. Pero esa película se portó mal; se filtró fuera del cine y afectó tan profundamente a tantas personas que estas necesitaron interminables talismanes y artilugios para permanecer conectadas a ella”.

Una lectura ideal para los seguidores de “Star Wars”, que también disfrutarán todos aquellos interesados en saber cómo afecta la popularidad a una vida.