Su halo imperial ha engrandecido históricamente a Viena, una ciudad con una estrecha vinculación con la música y la ópera, cuyo máximo valedor ha sido Wolfgang Amadeus Mozart que vivió en la capital austriaca hasta su fallecimiento en el año 1791.
Tanto es así que las calles del centro histórico de Viena se convierten en un homenaje a la ciudad de la música, llenas de músicos callejeros que animan bulliciosamente a los paseantes.
En la actualidad Viena está poblada por más de un millón y medio de habitantes pero su origen data de la época de dominación romana. Sería con los Habsburgo cuando vivió su momento más álgido, tanto política como culturalmente. Pero tras la finalización de la Primera Guerra Mundial es cuando inicia un cierto declive, no en su belleza sino en su grandeza histórica en la vieja Europa.
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En cualquier viaje a la Viena actual descubriremos una ciudad con un aire bohemio en sus viejas calles, sus elegantes cafeterías, sus originales cervecerías, sus impresionantes galerías de arte y sus abundantes espectáculos de música y opera en los teatros e iglesias que se diseminan por toda la ciudad; al margen de sus imperiales palacios y prolíficos museos.
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La Ringstrasse es la avenida más importante de la ciudad y delimita en forma de anillo el centro histórico albergando en su interior los edificios más célebres de Viena, léase el Teatro imperial (Burgtheater), el Palacio de la Opera (Staatsoper), el Parlamento, el ayuntamiento y los museos de Bellas Artes (Kunsthistorisches Museum) o de Historia Natural (Naturhistorisches Museum).
Viena y sus palacios imperiales
Vista del Palacio de Hofburg – Imagen de Peter Gerstbach
El Palacio de Hofburg, testigo directo de trascendentes sucesos históricos, vivió en 1938 desde su balconada principal el llamado “Neue Burg”, el discurso de Adolf Hitler donde proclamaba la anexión de Austria. Pero con anterioridad fue residencia oficial de los antiguos emperadores austro-húngaros. En la actualidad se encuentran en sus alrededores la Biblioteca Nacional y la Escuela española de equitación.
Pero es el de Schönbrunn, el palacio por excelencia de la capital austriaca. Se trata de la antigua residencia de verano de la familia imperial, con unos extensísimos jardines que albergan la Fuente de Neptuno a pie de la colina, la Galería compuesta de una arcada neoclásica que la culmina, el zoo Schönbrunn y la Casa de las Palmeras, un enorme invernadero tropical.
Y otra de las joyas de la corona de Viena es el palacio de Belvedere, de estilo barroco, residencia de verano del príncipe Eugenio de Saboya. Se compone de dos palacetes: el Alto Belvedere, que acoge una pinacoteca con pinturas de los siglos XIX y XX y el Bajo Belvedere, la residencia principal del príncipe Eugenio y actualmente sede del museo de Arte Barroco.
Edificios religiosos, teatros y museos en Viena
En la catedral de San Esteban reposan los restos mortales de numerosos miembros de la casa Habsburgo – Imagen de Andrew Bossi
Los edificios religiosos más destacados de la capital austriaca son la catedral de San Esteban y la iglesia de San Carlos Borromeo. La vieja catedral de San Esteban o Stephansdom, coronada por una aguja gótica que alcanza los 137 metros, es una amalgama de estilos: románico, gótico o barroco. Y destaca porque en su altar mayor reposan los restos mortales de numerosos miembros de los Habsburgo.
Mientras que la iglesia de San Carlos Borromeo o Karlskirche, construida por Carlos VI en honor del arzobispo de Milán y autentico abanderado en la lucha contra la peste, es una de las mejores representaciones del barroco. Tanto la cúpula como el pórtico son de inspiración clásica.
El teatro de Burgtheater fue edificado durante el reinado de la emperatriz María Teresa en el año 1741. Posteriormente sufrió varias transformaciones y tras la Segunda Guerra Mundial un incendio devastó el auditorio, reinaugurado en el año 1955. Tanto el auditorio como el vestíbulo, lo más destacado en su interior, conservan su antigua decoración.
En el Palacio de la Ópera o Staatsoper, de estilo neorrenacentista, sobresale el vestíbulo adornado con frescos de representaciones de óperas, la gran escalinata de mármol y el salón de té de la familia imperial decorado con telares de seda.
Y por lo que respecta a los museos más importantes, de los numerosos que existen en la ciudad, uno es el Kunsthistorisches o de Historia del Arte que cuenta con una vastísima colección de obras de arte de los Habsburgo y el otro el Naturhistorisches o de Historia Natural con unas interesantes muestras de arqueología, antropología y una de las exposiciones más completas sobre la evolución del hombre.
El parque de atracciones del Prater, su famosa noria y el Danubio
La original Noria Ferris en el parque de atracciones del Prater – Foto de archivo del New York Times
Pero otra visita obligada, aparte de transitar por el curso del Danubio, es pasear por el pulmón de la ciudad, el Wienner Prater, jardín imperial en sus orígenes y abierto al público desde el siglo XVIII.
Una buena parte del Prater lo ocupa el famoso parque de atracciones, con la popular noria Ferris, construida a finales del siglo XIX y que se mueve a una velocidad de 75 centímetros por segundo. Desde sus alturas se puede observar integramente todo el parque, que transcurre paralelo al río Danubio.
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