Por qué renuncian las víctimas de violencia de género. Victoria María Bosch nos lo cuenta.

Victoria María Bosch, autora de “El silencio de los malos tratos” y víctima de violencia de género nos explica por qué renuncian las víctimas de violencia de género a seguir con el proceso judicial.

Victória, la pregunta es clara. ¿Por qué continúan renunciando las víctimas de violencia de género a denunciar?

– Desgraciadamente, las víctimas de violencia de género continúan (y continuarán haciéndolo si no existe un cambio profundo y estructural) “a pesar de las numerosas reformas de La Ley”. Y digo a pesar de La Ley, porque aunque bien es cierto que, en mi caso, el sitema judicial garantizó mis derechos como víctima de violencia, el proceso, en general, en la mayoría de los casos, me atrevería a decir, está pensado para hacer renunciar a las víctimas de violencia. Ya sea por la creciente saturación de los juzgados, donde desde la primera toma de contacto de la mujer con el sistema judicial, primero, normalmente se acerca algún secretario judicial con el fin de “informar” (aunque en no pocas ocasiones, acaba siendo para causar aún mayor miedo en la víctima y parar el procedimiento antes de empezar). Habitualmente porque se le ve “débil”, y se informa de las dificultades del proceso así como de la dificultad de demostrar el maltrato que, casi siempre se produce en la intimidad del hogar. En este momento comienza otro tipo de maltrato; esta vez en el ámbito judicial. Una revictimización innecesaria que lleva y llevará a muchas mujeres a RENUNCIAR a sus derechos, a cualquier proceso… hasta a su dignidad, si me apuras. En mi caso, mi fortaleza interna y mis hijos fueron decisivos para continuar con el proceso.

¿Cuál es el mayor obstáculo que perciben las víctimas respecto a La Ley y sus numerosas reformas?

Existe una fragmentación muy grande entre los diferentes agentes que intervien en el ámbito de los malos tratos, también desde el sistema judicial. No existe un trabajo en equipo real. Así, mientras los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado se coordinan con sanitarios, psicólogos, trabajadores sociales… no existe tal coordinación una vez dentro del juzgado. Pues se produce una revictimización de la víctima que se siente doblemente maltratada, y es esa revictimización por parte del sistema que debería protegernos, la que mayores secuelas provoca a largo plazo.
 
Cito varios ejemplos que pueden resultar de ayuda:
 
  • Mientras el maltratador cuenta con asistencia médica y jurídica desde el momento mismo de la detención, no así la víctima. Muchas veces no recibe ningún tipo de asistencia médica ni psicológica y solo es recibida por su letrada de turno apenas unos minutos antes de dar inicio al proceso. Existe un trato de favor en este sentido hacia la figura del maltratador.
 
  • Otro de los ejemplos es que los jueces apenas revisan los informes de la policía judicial o las llamadas al 016 u otros dispositivos. Solo se fijan en los partes médicos, en los casos más sangrientos, y no olvidemos que la gran mayoría de las víctimas de violencia no suele acudir a urgencias ni buscar ayuda y cuando lo hace es siempre en presencia de su maltratador que no la deja sola ni un segundo.

“El coraje es tan infeccioso como el miedo” Alice Miller. ¿Es este miedo el mayor freno para las víctimas a la hora de seguir con los procesos o es el coraje de observar la realidad de la justicia lo que les lleva a tomar la decisión final de renunciar?

– Sin duda, el miedo que te entra en el cuerpo al escuchar cosas como la saturación del juzgado, la dificultad de seguir con los procesos, de demostrar lo que ocurre mayoritariamente en la intimidad del hogar… añadido al coraje de ver que quien se supone que debe protegerte solo pone obstáculos en el proceso.

Victoria María Bosch, autora de “El silencio de los malos tratos” y “Mi corazón roto por el silencio”.

Tu caso Victoria, si me permites, es uno de los más trágicos. No solo por la violencia recibida sino además porque sabes que debes vivir escondida el resto de tu vida bajo una identidad falsa con todo lo que eso implica. ¿Te sientes protegida por el sistema o sientes que al cabo de los años la desinformación acerca de tu maltratador es total y absoluta, con el grave riesgo que eso implica para tu salud y la de tus hijos?

– En su día, cuando inicié el proceso me sentí protegida… Ahora al cabo del tiempo me he dado cuenta de que la protección no es tal. No me informan acerca de la situación de mi maltratador y las veces que me acerco a preguntar por la situación me contestan con un escueto: se encuentra en paradero desconocido, por lo que la incertidumbre es absoluta.

Victoria, sabemos que ante todo eres madre. ¿Sientes que La Ley protege también a tus hijos o son los grandes olvidados en cuanto a violencia de género se refiere?

Mis hijos son la fuente y destino donde va a parar toda mi energía. Y es ahí cuando la impotencia y la indefensión hacen mella en mí. Cuando lucho por protegerlos con la ley en la mano, para cambiarles el apellido, y el mismo sistema que debería protegerme me deniega ese derecho una y otra vez. Ahora dicen que la situación de riesgo no se encuentra suficientemente justificada… después de años de lucha y con todos los papeles en la mano. Ahora mismo siento que La ley no protege a mis hijos, y siento que está lejos de hacerlo.

Cierto. Lo privaron a él de la patria potestad y me dieron la sentencia de violencia y se acordó la orden de protección también referente a mi hijo. Y es justamente en este sentido donde mi indignación con el sistema no puede ser mayor. Presentada toda la documentación refente a mi hijo con el objetivo de cambiar el apellido de su padre, me deniegan el cambio por falta de pruebas. Por no estar suficientemente acreditado el riesgo para el menor.
Dicen que al tratarse de un mayor de doce años tendría que haber compadecido a declarar en los juzgados para ser escuchado pero lo cierto es que nunca le citaron; y me deniegan el cambio de apellidos. Y con él uno de los derechos más fundamentales como víctima.
Y a pesar de que mi libro pretendía ser un hito en contra de la violencia de género y a favor de los sistemas de protección, entre ellos el judicial, la decepción es absoluta ahora que ha pasado el tiempo. Pero lo único cierto es que yo tendré que vivir escondida el resto de mi vida mientras mi vida se juega en regímenes burocráticos que poco tienen que ver con la realidad de la violencia… y de la vida.

Dibujo realizado por el hijo de Victoria María Bosch en contra de la violencia de género.

 
Con respecto a mi nombre, por supuesto, es un pseudónimo que tendré que llevar el resto de mi vida, por seguridad. La misma seguridad que el sistema judicial, ” a pesar de los cambios de La Ley” no está dispuesta a facilitarme.
 
Siento no ser todo lo optimista que me gustaría con respecto al trato recibido por el sistema judicial, pero agradezco enormemente la profesionalidad de las personas que me alentaron a no renunciar.
Espero que tantas muertes silenciadas y tantas injusticias sirvan a la hora de establecer un mínimo de garantías reales y no “populistas” cuando está en juego la vida de tantas mujeres y hombres y, sobre todo, las de nuestros hijos menores.

 

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