Leyendo a Manuel Moreno Nieto, uno no sabe si el humor que derrochan sus relatos es la parte seria, la que debemos considerar literatura, y las partes serias aquellas que nos debemos tomar a risa. Don Manuel o Manolo para los amigos, llegó a la escritura como muchos otros mortales llamando a las puertas de los templos-talleres de escritura. Manuel tuvo suerte y le abrió una de estas puertas la escritora Clara Obligado, responsable del taller de literatura más veterano de Madrid. Le entrevistamos por su primer libro de relatos.
Libro relatos de Manuel Moreno Nieto
Bueno, esta entrevista al autor del libro de relatos, Nunca llegarás a nada, debía ser ante unas cañas y unas buenas tapas. Manuel Moreno Nieto y el autor de este artículo son amigos, pero de esos que se ven muy de vez en cuando por las circunstancias de la “vida moderna”. A pesar de ser tan malas personas y no hacer por vernos, aún mantenemos la amistad y el contacto gracias a esas mismas ventajas de la “vida moderna”: las redes sociales.
P.- Manolo, perdón, que se me escapa, seamos profesionales. Manuel Moreno Nieto, ¿para usted la literatura es una broma?
R.- En absoluto. La broma es una oportunidad que nos da la literatura para defendernos de lo trágico de la vida. Humor como mecánica de autodefensa.
P.- Su primer libro de relatos, publicado por los ‘Talleres de Escritura de Clara Obligado’, en la Colección Pez Volador, se titula: Nunca llegarás a nada. Es una sentencia vital, ¿así lo cree?; o es un trauma por ser la sentencia de algún familiar que le advirtió que usted nunca llegaría a nada.
R.- En este caso sí que es una broma hacia quienes me sentenciaron, y un homenaje a todos aquellos que también fueron “víctimas” de una anticipación malintencionada, como Angus Young, guitarrista de los AC/DC, al que dijeron lo mismo. En mi fuero interno es un homenaje a Juan Benet (hago coincidir el título de mi libro con el de su primer libro de relatos) y una cierta sorna con aquellos educadores cuyas proyecciones de futuro, además de rayar la crueldad, demuestran su escasa capacidad. Me gustaría que el título sirviese para que nadie lanzase esa frase. Es lapidaria cuando se dispara contra un objetivo infantil y no debería decirse.
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P.- Le hacía las dos primeras preguntas porque pienso que en sus relatos, en realidad, hay poca ironía. No se trata ni de sarcasmo ni de burla disimulada. Más bien es un tono burlón que busca cierta ternura, que tengamos empatía con los personajes porque sus historias, aunque nos parezcan absurdas, las podríamos experimentar cualquiera de nosotros.
R.- Exacto. Veo que el autor del cuestionario ha captado la tremenda indefensión de los personajes, no sólo por las circunstancias de la vida sino también por defectos propios. Antes de que se lean los relatos prevengo al lector con dos reflexiones filosóficas, una de Maquiavelo, que viene a decir que de nuestra vida controlamos la mitad o algo menos, y otra de Spinoza que indica, con su método geométrico, que el Orgullo pudiera devenir en Delirio, según el caso. Visto así, no es extraño que los personajes generen empatías: son un espejo de nuestras propias limitaciones para que la vida sea perfecta en un entorno narrativo absolutamente cotidiano.
P.- Dígame, señor Moreno Nieto, ¿se considera un escritor del esperpento? Se lo digo porque en la contraportada de su libro se afirma que sus cuentos tienen algo de “esperpento”, que es uno de los géneros de más raíz española y quizás usted no quería ser tan “español”… ¿O sí?
R.- El término “esperpento” pasó de las clases populares a los círculos literarios y Valle- Inclán subtituló y explicó en Luces de Bohemia ese término que tanto nos ayuda a definir situaciones cotidianas. Dicho esto, y sin dejar de reconocer que soy muy español, el recurso a la deformación y a la imaginación para ayudar a comprender la realidad es patrimonio de la Historia de la Literatura. Considero, por ejemplo, que Quijote, Sancho y los personajes de las Novelas Ejemplares, desde este punto de vista, son seres esperpénticos. Se me vienen a la cabeza los rampantes, inexistentes y demediados de Calvino, por buscar un ejemplo de fuera de España y también del siglo pasado. Además, y esto es importante, la realidad cotidiana ya es deforme. En una gran parte de mis relatos no he tenido que cambiar absolutamente nada: algunas personas y situaciones reales son, sencillamente, esperpénticas. Espero que de esta respuesta no derive una interpretación despectiva hacia Valle-Inclán: es uno de mis admirados de siempre.
P.- Le pido ahora que me diga cuál escritor o escritora tiene más influencia en su obra, si es que existe tal influencia. Si no la existe, ¿Quién o qué le inspira más a la hora de escribir sus relatos?
R.- Por razones de tiempo, tengo un fondo de lectura casi exclusivo de clásicos, de manera que no voy a impresionar en mi respuesta con un autor desconocido que ponga mi capacidad intelectual en sobrestima. Aunque la inspiración de los temas me la provoca la vida cotidiana, técnicamente he de reconocer dos clásicos que me influyen en la construcción de los relatos: Salinger y Edgar Allan Poe.
P.- Si tuviera que quedarse con uno solo de sus cuentos, para memorizarlo y difundirlo a la humanidad ya que el mundo ha sido dominado por unos seres que aborrecen la lectura y los libros, ¿cuál escogería y por qué?
R.- Ya que esos seres aborrecen la lectura y los libros les recomendaría uno de mis cuentos hiperbreves, para que no huyan despavoridos ante la perspectiva de una lectura larga. Escogería Cambio de Ciclo, para que esos seres vean que no se puede controlar todo y que pueden estar viviendo una realidad ficticia. Después de la lectura se cuestionarían el odio a los libros, serían más tolerantes y felices e incluso puede que renuncien a la idea de dominar el mundo por imposible.
Presentación libro relatos de Manuel Moreno, rodeado de seres que adoran su lectura
P.- La anterior pregunta tiene un planteamiento absurdo, como ocurre con algunos de sus cuentos pero con una “ambientación” muy realista. Por ejemplo, mi relato favorito, “Silencio en Asturias”, tiene una puesta en escena algo estrambótica pero su resolución es muy humana, muy “normal”, lo que nos podía pasar a cualquiera con nuestra pareja…
R.- En efecto, las relaciones humanas no son perfectas y a cualquiera puede pasarle cualquier cosa, y más en las relaciones de pareja, tan poco racionales y objetivas. Así, el personaje acaba cansado de sus relaciones por los desequilibrios lógicos de vivir con alguien diferente y encuentra que la vaca, que no habla ni es pareja, le entiende muy bien, pero hasta la vaca se acaba aburriendo. La vida es así de complicada y las vacas no nos lo van a resolver. Por cierto, el nombre de la vaca, Almudena, lo decidió el autor del cuestionario, hace muchos años. Recuerdo que se decidió por una catedral cercana al taller literario.
P.- Para ir terminando. Su acercamiento a la filosofía tiene la misma pasión que a la literatura. En mi opinión sus cuentos son filosóficos, algo así como un silogismo donde el humor conduce al verdadero argumento. ¿Es así?, o es una apreciación equivocada.
R.- Esa apreciación es absolutamente certera. Uno de los objetivos que me marqué fue utilizar la filosofía como trasfondo de los cuentos, pero en algunos casos no pude controlar del todo la ejecución y los filósofos vinieron en persona a los cuentos (Kant y Spinoza en Horacio y Wittgenstein en un bar de ligue para solteros). Efectivamente, el libro permite una lectura filosófica que yo mismo procuré, pero sin alardes y utilizando la reflexión profunda de un modo humorístico. No tengo la intención de aburrir, ni de amargar la vida a nadie.
Me gustaría terminar la entrevista invirtiendo los términos y siendo yo el que interroga: ¿Para cuándo esas cañas de las que hablaba usted al principio, señor Ordoño Marín?
Pues cuanto antes, señor Moreno Nieto; la formación de un gobierno o la investidura de un presidente puede demorarse de forma indefinida, pero las cañas entre dos amigos no deben sobrepasar una legislatura.
Manuel Moreno Nieto es licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, acudiendo a las clases de filosofía de Juan Blanco y al taller literario de Clara Obligado como parte de su formación cultural. Se gana la vida en la industria aeronáutica, lo que le hace un “hombre de altura” para escarnio de los que dijeron “Nunca llegarás a nada”, título de su primer (y esperemos no último) libro de relatos.
