
Coincidiendo con el 260 aniversario del nacimiento del compositor austriaco repasamos brevemente sus comienzos en la música y ofrecemos una selección de las mejores piezas de uno de los músicos más importantes de la historia.
La música no sería lo mismo sin el gran Wolfgang Amadeus Mozart. Hijo del violinista Leopold Mozart, su futuro estuvo ligado al arte musical desde su niñez. Fue un chico con un talento innato, para interpretar pequeños fragmentos musicales, únicamente contando con cuatro años de edad.
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Aprendió de los mejores maestros de la época en esta disciplina, Johann Christian Bach, uno de los vástagos del ilustre compositor Johann Sebastian Bach. Con su talento frente a los instrumentos, causó sensación en los auditorios de las grandes ciudades europeas, como París, Viena, Londres o Frankfurt. Y todo ello sin cumplir todavía los diez años.
La gran virtud del pequeño Amadeus, residía en su capacidad para, transmitir sensaciones y emociones al público mediante la música. Su facilidad en el manejo de los distintos aparatos musicales ha permitido, que sus obras lleguen hasta nuestros días tan frescas como el día que se compusieron por primera vez.
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Mozart, llegó a ser el maestro de capilla en la corte de Salzburgo, desde los 17 años. Trabajo que desempeñó hasta 1781, año en el que decide probar suerte, con su carrera musical en solitario. A pesar de tener alguna que otra crisis económica, su ejemplo sirvió a muchos compositores, para dejar de componer con la ayuda de un mecenas. Se afincó en Viena hasta su muerte el 5 de diciembre de 1791, a los 35 años.
Entre sus mejores obras destacan: El rapto del serrallo, La flauta mágica, La clemencia de Tito, o Las bodas de Fígaro.