Jonah Lomu, el mito que nos convirtió a todos en All Blacks

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El 18 de noviembre de 2015 fallecía, a los 40 años de edad, el ex jugador de rugby neozelandés Jonah Lomu. Aunque su carrera estuvo lastrada por los problemas de salud que finalmente causaron su prematuro fallecimiento, tuvo tiempo de convertirse, por derecho propio, en el primer mito global de este deporte.

El mítico jugador de rugby Jonah Lomu.

Jonah Lomu, en su etapa como jugador de los Cardiff Blues. (Foto de Russel J. Walkins)

Los deportes mayoritarios generan figuras míticas que trascienden el ámbito estricto de los aficionados a su disciplina y se hacen conocidos a nivel global. Millones de personas, sin necesidad de ser seguidores del fútbol, saben quiénes son Pelé o Maradona (por no citar jugadores en activo de igual o mayor dimensión internacional), al igual que ocurre en el baloncesto con Michael Jordan, en el tenis con Bjorn Borg, en el automovilismo con Michael Schumacher, y tantos y tantos ejemplos más. En el rugby no sucedía eso. Llevaba más de 170 años existiendo como deporte y el conocimiento sobre sus figuras se limitaba a sus entusiastas, pero limitados en número, aficionados. Hasta que llegó Jonah Lomu.

Quienes éramos jóvenes en los años 80 y principios de los 90 del pasado siglo y seguíamos, en mayor o menor medida, las competiciones de rugby estábamos acostumbrados a que el resto de los presentes, en el ámbito de amistades o familiar en el que desarrollábamos cualquier conversación sobre este deporte, nos mirasen como si estuviésemos expresándonos en alguna inextricable lengua desconocida, posiblemente inventada por nosotros para generar confusión entre quienes nos rodeaban.

Nos referíamos a Serge Blanco o Philippe Sella, estrellas de la Francia del rugby champagne; o a Gareth Edwards, JPR Williams o Barry John, de aquella Gales que maravilló en los 70; o a neozelandeses como Zinzan Brooke o el velocísimo John Kirwan, Caballo Loco, y las miradas de admiración entre los conocedores del rugby contrastaban con la más absoluta indiferencia de quienes no lo eran. Y en esto llegó Jonah Lomu.

El Mundial de Sudáfrica, Mandela e Invictus

Su eclosión se produjo en el Mundial de 1995, celebrado en la Sudáfrica que salía del apartheid con Nelson Mandela en la presidencia. Nueva Zelanda, los All Blacks como se conoce a esta selección por su uniforme negro, asombraba allí donde jugaba, con el jovencísimo Lomu, de apenas 20 años, como estrella indiscutible.

Su posición era la de ala, un puesto para el que se requiere rapidez, y sin duda era rápido como una bala. Pero su físico era más propio de un delantero, con un centenar de kilos de peso con los que se estrellaba como una locomotora contra todo aquel que intentase detenerlo. Era como un Caballo Loco Kirwan corregido y mejorado.

Y el caso es que Nueva Zelanda no ganó aquel Mundial. Perdió la final contra una selección y contra todo un país, Sudáfrica, como relata admirablemente John Carlin en su novela El factor humano, llevada luego a la gran pantalla con el título de Invictus. Pero había sido, sin duda, el Mundial de Lomu. Y el rugby ya no sería lo mismo desde entonces.

Camisetas de los All Blacks

Los que seguíamos siendo aficionados, quizá ya no tan jóvenes, empezamos a apreciar que algo cambiaba. En el bar donde nos reuníamos entraban parroquiamos con la camiseta de los All Blacks, algo que hasta entonces estaba reservado al reducido grupo de entusiastas rugbistas que nos reuníamos en una esquina de la barra. Además, cuando nos poníamos a hablar sobre eventos como el Cinco Naciones, no se hacía el vacío a nuestro alrededor, como antaño, sino que algunas personas ajenas al grupo seguían nuestra conversación e incluso, para nuestra mayúscula sorpresa, se animaban a intervenir.

Pero la verdadera revolución se producía cuando nos referíamos a Lomu. Entonces se formaba una amplísima tertulia y todo el mundo sabía quién era, conocía sus características y daban datos sobre su trayectoria deportiva que incluso alguno de los veteranos desconocíamos. Fue como cuando años después tuvo lugar el fenómeno de Fernando Alonso y resultó que desde los niños pequeños hasta nuestras abuelas sabían lo que era un pit stop o las características de los distintos tipos de neumáticos.

En nuestro caso, veíamos cómo un montón de gente que nos ignoraba cuando predicábamos sobre rugby se definían ahora como seguidores de los All Blacks. Y nos dábamos cuenta de que, aunque antes tuviésemos en nuestras preferencias a Gales, a Escocia, a Francia… ahora todos nos habíamos convertido en All Blacks. Lomu nos había convertido en fanáticos declarados de su selección.

El rugby cambió para siempre

Los problemas de salud del jugador neozelandés, que años después precisaría de un trasplante de riñón, condicionaron su carrera y acabaron por causar su temprana muerte, el 18 de noviembre de 2015, a los 40 años. Pero le dio tiempo a cambiar el deporte del rugby para siempre: la atención mediática se disparó, los patrocinadores se acercaron como nunca antes y el profesionalismo, un concepto hasta entonces antagónico a esta disciplina, acabó también por conquistarla.

El Mundial de rugby es el tercer acontecimiento deportivo con más audiencia, sólo superado por el de fútbol y los Juegos Olímpicos; el público compra camisetas y balones conmemorativos; y las cadenas se pelean por retransmitir el Seis Naciones como no lo habían hecho cuando eran Cinco, o el Rugby Championship en el que compiten las cuatro potencias del hemisferio Sur (que antes eran tres), o las principales competiciones europeas de clubes. Actuaciones como las de Japón o Georgia en el último Campeonato del Mundo dan cuenta de la imparable globalización de este deporte. Un fenómeno que empezó veinte años atrás, cuando llegó el primer mito universal del rugby. Cuando llegó Jonah Lomu.

2 Responses

  1. Juan González (GIJÓN RUGBY CLUB)

    Buenas tardes, D. Monchu:

    Acabo de leer tu artículo y me ha parecido excelente.
    Creo que además es una muy buena manera de honrar a este gran jugador (y aún mejor persona).

    Si deseas algún tipo de información sobre él (en forma de libro u DVD), no dudes en contactarme y te lo dejaría gustosamente.

    Sin más, me despido de ti.
    Un saludo.

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