Musa de pintores como Andy Warhol, Marilyn Monroe fue mucho más que una estrella de cine. En realidad se trata de uno de los grandes iconos del siglo XX, con quien únicamente podrían rivalizar Charles Chaplin o el ratón Mickey. Pero el secreto de su éxito no reside únicamente en esta sugerente imagen, pues se trataba de una persona perfeccionista, que incluso en la cima de su carrera madrugaba para practicar deporte, estudiaba en la universidad, leía libros y preparaba meticulosamente hasta la más breve de sus interpretaciones.
Nacida en el Hospital General de Los Angeles, en 1926, Norma Jeane Baker tuvo una infancia desgraciada marcada por grandes carencias afectivas. Además de que nunca supo a ciencia cierta quién era su padre, los problemas mentales de su madre provocaron que la pequeña fuera acogida por diversas familias, y en varios orfanatos. Fue la mejor amiga de su madre, Grace, la que la rebautizó como Norma Jean, debido a la admiración que la niña y ella misma sentían por Jean Harlow.
Para no ser reingresada en un centro de acogida, en 1942 contrae su primer matrimonio con James Dougherty. No le fue demasiado bien, lo mismo que le ocurriría posteriormente con sus otros dos maridos, el famoso jugador de béisbol Joe DiMaggio y el escritor Arthur Miller, en los que la actriz intentaba buscar la figura paterna que nunca tuvo.
Inicios en el cine de Marilyn Monroe
Marilyn Monroe en “Bus Stop”.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Norma Jean trabaja en una fábrica de paracaídas militares, donde llama la atención de un equipo de fotógrafos, que buscaba una modelo para diversas revistas. Su imagen llama la atención de uno de los ejecutivos de Fox, Ben Lyons, que le ofrece un contrato pero le sugiere cambiarse el nombre por Marilyn Monroe. Así, debuta en el cine interpretando a una joven estudiante en “Scudda-Hoo! Scudda-Hay!”, donde también aparecía una jovencísima Natalie Wood. Aunque la compañía no le renueva el contrato, decide hacer carrera en la industria del séptimo arte, por lo que se matricula en una escuela de interpretación. Se enamora locamente de ella Johnny Hyde, reputado representante que le paga una operación de cirugía estética para corregir su nariz. Además, le consigue un destacado papel en una cinta de los hermanos Marx, “Amor en conserva”, donde interpreta a la clienta de un detective, el inigualable Groucho Marx, que en uno de sus diálogos le advierte: “Absténgase de caminar de esa manera en lugares vigilados por la policía”. El papel más decisivo le llegará en 1950, el de amante de un maduro abogado en “La jungla de asfalto”, minuciosa reconstrucción de un hipotético atraco del maestro Huston. Al año siguiente interpreta a una aspirante a actriz sin escrúpulos en “Eva al desnudo”, de Joseph L. Mankiewicz.
Aunque se supone que la estrella de “Niagara”, de Henry Hathaway, era Jean Peters, Marilyn le robó el protagonismo como una despiadada mujer dispuesta a asesinar a su marido con ayuda de su amante. En la mítica comedia de Howard Hawks “Los caballeros las prefieren rubias”, a su personaje le pierden los diamantes y los millonarios. Tampoco le hace ascos al dinero la muchacha que intenta ocultar su miopía en “Cómo casarse con un millonario”, de Jean Negulesco. Aunque se quejó continuamente del director Otto Preminger, porque le consideraba un dictador, lo cierto es que el filme que rodó a sus órdenes, “Río sin retorno”, es un modélico western, donde Marilyn forma una excepcional pareja con Robert Mitchum, un vaquero que tras salir de la cárcel se reúne con su hijo.
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La época dorada de Marilyn Monroe
Teñida de rubia platino rodará “Luces de candilejas”, en la que se convierte en novia de uno de los miembros de una familia de actores irlandeses. “La tentación vive arriba” es la primera de sus colaboraciones con el inimitable Billy Wilder, en la que interpreta a la vecina de un hombre que se siente atraido por ella mientras su mujer y su hijo están de vacaciones. En la romántica “Bus Stop”, Marilyn realiza uno de sus mejores trabajos como una muchacha sencilla, dispuesta a triunfar, que se enamora de un vaquero al que conoce en un autobús. Con Laurence Olivier como actor y realizador rueda “El príncipe y la corista”, donde su personaje es una cabaretera que atrae al heredero del trono de un país imaginario.
En su segunda colaboración con la actriz, “Con faldas y a lo loco”, Billy Wilder obtuvo una de sus mejores películas, a pesar de que Marilyn, que empezaba a tener problemas con el alcohol, convirtió el rodaje en un caos con sus continuos retrasos. Cuando la prensa le consultó si volvería a trabajar con ella, el realizador respondió: “He preguntado a mi psiquiatra y a mi médico sobre esta posibilidad y ninguno de los dos me lo recomiendan”. Años después Wilder reconocería que se trataba de uno de sus mejores obras.
Arthur Miller, su marido por aquel entonces, reescribió el guión de “El multimillonario”, en la que Marilyn comparte protagonismo con el reputado actor galo Yves Montand. Aunque el rodaje resultó complicado, “Vidas rebeldes” se convertirá en una de las mejores películas de John Huston, tristemente recordada por ser la última aparición fílmica de Marilyn y del mítico Clark Gable. Se trata de un dramático western crepuscular, en el que los protagonistas cazan caballos salvajes en el desierto con el objetivo de venderlos como comida para perros.
Tras abandonar el rodaje de “Something’s got to Give”, la actriz falleció durante la noche del 4 de agosto de 1962. La explicación más lógica es que mezcló indebidamente unos somníferos recetados por su médico, aunque los amantes de las teorías conspirativas se han hartado de imaginarse relatos estilo “la CIA la asesinó para ocultar su relación con el presidente Kennedy”.
