Si se hacen caso a las declaraciones del propio Tarantino, esta su novena cinta Érase una vez en… Hollywood es la penúltima película que hará y que entregará a toda su larga legión de seguidores y al resto del público. Dice que con diez cintas se retirará porque no se ve “con 60 años subido a una grúa”, y que se dedicará solo a escribir. Ya veremos.
Por ahora, y tras su anterior film de 2015 Los Odiosos Ocho, se ha estrenado esta Érase una vez en… Hollywood, una cinta de larga duración, de más de 160 minutos, como suele gustarle. En esta ocasión, Tarantino cuenta la historia de un actor en decadencia, alcohólico y algo desesperado, de producciones de serie B (Leo Di Caprio), y de su doble en las escenas de acción, que es además su buen y leal amigo (Brad Pitt), y que también le hace otros trabajos, como el de chófer, albañil y demás chapuzas. La acción está ambientada en Los Ángeles, en Hollywood, en 1969, el año en el que está en auge el movimiento hippie y la contracultura, y cuando también ocurrió el terrible y funesto suceso del asesinato de la bella actriz Sharon Tate, esposa del director Roman Polanski, y de unos amigos que le acompañaban esa noche, a manos de los discípulos de Charles Manson y que tanta repercusión tendría en muchos aspectos. Este hecho tendrá su importancia en la trama, ya que el personaje principal encarnado por Di Caprio es vecino de la joven pareja, y tendrá su protagonismo en los minutos finales de la película.
Tan personal, tan políticamente incorrecta
Se puede decir de Érase una vez en… Holywood que es un canto de amor al Hollywood de esos años, y también a toda una época, en los que el director era un adolescente; como también un reflejo bastante fiel del modo de vida de aquellas estrellas del celuloide. Aunque, sobre todo, la cinta es una carta apasionada al cine; y en concreto a un tipo de cine de género, de acción, de poco presupuesto, del que el director ya se conoce que es todo un experto.
Y todo lo hace con su estilo tan reconocible, tan personal y tan libre, tan políticamente incorrecto, y que puede gustar o no, pero que nunca provoca indiferencia; ese asunto tan importante y que ningún creador desea conseguir.
Bradd Pitt destaca en un trabajo estupendo
En su nueva cinta, Tarantino entrega otro ejercicio en el que el espectador encuentra una vez más sus diálogos tan reconocibles, su humor descacharrante repleto de negrura e ironía (no deje de verse la escena en la que aparece Bruce Lee), su violencia desatada cercana a la caricatura, los estupendos trabajos de los actores (y aquí destaca el de Brad Pitt, mucho más contenido que el de Di Caprio, que por momentos adolece de cierta exageración e histerismo), y también el papel protagonista de una banda sonora con buenas canciones de aquellos años, y que no dejan de sonar casi durante todo el metraje.
Todo lo dicho crea una cinta interesante, chispeante, atrevida y divertida, que merece verse; aunque también irregular, a la que le sobran al menos veinte minutos o media hora, con tramos que se alargan en exceso, y que, en opinión del que escribe, no entraría en el Olimpo de sus obras más brillantes como Reservoid Dogs, Pulp Fiction, las dos partes de Kill Bill o Django Desencadenado.
De todas maneras, es una buena oportunidad para acercarse al cine. Tarantino, “el mejor director de su generación”, como él mismo se define, siempre lo merece; no deja de ser toda una experiencia.