
Zulima nos recibe en su estudio Qbos de Aranjuez y con sus palabras nos acerca a su arte, el arte de realizar los tatuajes en el más puro estilo Dotwork, de fondo nos acompañan buena música y la tierna mirada de Marcel, su perrito recién adoptado.
Tus obras se definen por la técnica de los puntos, el Dotwork, ¿por qué te has decantado por ella a la hora de realizar los tatuajes?
Zulima Torné: “El Dotwork es una técnica ancestral que nace con el tatuaje. El primer tatuaje fue realizado con puntos, cuando los instrumentos utilizados para hacer un tatuaje eran muy rudimentarios resultaba muchos más fácil tatuar por puntos. La línea aparece más tarde ya que necesita instrumentos mucho más sofisticados para poderse realizar. Es mucho más sencillo tatuar por puntos que tatuar por líneas.
Ahora que el Dotwork está de moda y muchos tatuadores optan por emplear una técnica mixta, que combina las líneas y los puntos para los sombreados y el relleno, yo me he decantado por utilizar única y exclusivamente las técnicas de los puntos para realizar el tatuaje entero. No hay líneas en mis tattoos, solamente puntos.
Yo he elegido una técnica muy ancestral y la he traído a la actualidad para realizar una estética diferente. Casi nadie hace la ilusión de línea con puntos, pero yo sí, también realizo las líneas con puntos. La cuestión es haber dado una vuelta de rosca utilizando una técnica ancestral, el Dotwork, pero de una manera diferente, de una forma que nadie utiliza.
Cuando tomé la decisión de empezar a tatuar quería aportar originalidad y frescura dentro del universo tattoo y la técnica del Dotwork ha sido una aliada indiscutible para realizar el objetivo que me proponía.”
Los tatuajes de Zulima Torné, por su estética, llevan a un viaje imaginario por los rincones mágicos de la infancia, explícanos por qué.
Z.T.: “En mi vida en general tiene mucha importancia la infancia, debe de ser que una parte de mi ser se ha quedado en esa época, que me gustó tanto y, por supuesto, me considero una persona muy infantil en cuanto a gustos se refiere. Me encanta coleccionar juguetes de la época de los ´80 y mi casa está repleta de ellos, forman parte de mí.
Tienes razón cuando afirmas que mis tatuajes tienen una estética infantil. La combinación de elementos presentes en mis tatuajes provoca un choque en el cerebro y sorprende mezclando lo naif de la infancia con ironía e inteligencia. Mientras estoy dibujando de repente un cangrejo se mezcla con un globo dando como resultado una obra que, sin lugar a duda, surge espontánea y es puro reflejo de mi personalidad y mi gusto.”
Como si de un cuento se tratara la historia de tus tatuajes podría empezar así : “Érase una vez un pato que un día quiso ser piloto de Zeppelin….”
Z.T. :“Efectivamente es lo que pasó el día que empecé a dibujar lo que se convertiría en mi primer tatuaje. Estaba yo acabando el dibujo de un zeppelin muy grande y decorado al estilo de las fundas de los sillones antiguos, lleno de flores de colores, cuando, de repente, apareció un puntito, que parecía ser un ojo, luego un piquito color amarillo y finalmente la cabecita entera de un pato, muy, pero que muy pequeño, en comparación al gran zeppelín, que se disponía a conducir. A pesar de lo pequeño que era, fue el pato piloto y no el zeppelin, quien ganó el protagonismo más absoluto.
Ese mismo pato después de haber probado la experiencia de ser piloto, quiso ser skater, luego se montó en un globo, se fue de excursión a la montaña y así sigue, con ganas de comerse el mundo y dando forma y protagonismo a la mayoría de mis tatuajes.”
¿Cómo definirías la relación entre el arte y el tatuaje, auténtica obra encima de una viva escultura?
Z.T.: “Es muy complicado para mí, que soy historiadora del arte, pensar en el tatuaje como arte. Me cuesta mucho pensarlo así, porque considero que un artista, o alguien que crea arte, es quien es totalmente libre de hacer lo que quiere hacer. Nosotros los tatuadores, no somos totalmente libres de hacer lo que queremos hacer, nosotros podemos aportar un poco nuestro estilo, la idea que tenemos, pero hay muy poca gente que diga hazme lo que tu quiera.
El pintor, por ejemplo, es un artista cuando se enfrenta a un lienzo en blanco y es totalmente libre de crear lo que quiere, sin limitaciones. Los tatuadores, en cambio, estamos siempre limitado por la opinión del cliente, los criterios del cliente, lo que el cliente quiera llevar. Hoy por hoy hay muy pocas personas, un 5% del total, que están dispuestas a dejar su cuerpo como soporte sobre el que el artista realiza el diseño que él considere más oportuno y que siempre se basa en su estilo personal.
Los tatuajes tampoco pueden considerarse arte porque en el mundo del tatuaje no se evoluciona bastante rápido y es muy repetitivo lo que proponen los tatuadores y su estilo bastante impersonal. Eso no pasa en ninguna disciplina artística, en pintura se evoluciona, en escultura se evoluciona, en performance se evoluciona, en todo tipo de arte se evoluciona y bastante rápido, a diferencia de lo que pasa en el estancado mundo de los tatuajes.”
¿Cómo definirías el tatuador?
Z.T.: “El tatuador mucho tiene que ver con un artesano que aplica una técnica aportándole una manufactura, como hace un carpintero trabajando la madera o un trabajador del vidrio, por ejemplo. Los tatuadores dibujamos un boceto para luego grabarlo a flor di piel, somos ante todo diseñadores. El verdadero tatuador tiene su propia estética personal y reconocible, y no basa su producción en la copia de los trabajos de otro u otros tatuadores, o en la reiteración de elementos impersonales.”
¿Cuáles son las sensaciones y las emociones que se prueban al tatuar?
Z.T.: “La experiencia de tatuar a alguien es muy intensa. El vínculo que se crea con la persona que te elige para ser tatuada es muy profundo, el tocar a alguien, saber que le estás haciendo daño conlleva grandes emociones y, sobretodo, conceptualmente pensar que esta persona va a llevar algo que tú has creado de por vida real, hasta que se muera, hace que se establezca una conexión muy intensa con ella.
Tal vez sea por este motivo que yo siempre he elegido tatuarme con gente con quien tenía un vínculo muy especial, gente importante para mí en ese momento de mi vida.”
Tu estudio Qbos se encuentra en Aranjuez a la vez que en muchos otros lugares del mundo ¿dónde está el truco?
Z.T. :“El truco es que Qbos lo llevamos en la espalda y en el corazón, nosotros, Javi Urbaneja y yo, somos Qbos. Qbos nace con nosotros, al mismo tiempo que nuestra relación. Qbos está en Aranjuez habitualmente, pero Qbos también se desplaza, donde van Javi y Zulima va Qbos y Qbos está en todos los lados. Desde que nos levantamos, preparamos la comida y nos acostamos, en cualquier momento del día y en cualquier parte del mundo Qbos está siempre presente.
Qbos se ha creado también gracias a algunos lugares donde ha ido. Berlín y Tokio por supuesto, Nueva York y París, cada vez más París. Qbos lo podemos encontrar en cualquier sitio porque QBOS son también todos nuestros familiares, amigos y colaboradores. Cada persona que nos hemos encontrado en la vida y que se ha llevado un pedacito de QBOS consigo.”