Entrevista a Ana Lena Rivera

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Ana Lena Rivera es la autora de la novela “Lo que callan los muertos” que, además, ha sido galardonada con el Premio Torrente Ballester. Y hemos tenido la gran suerte de poder entrevistarla para hablar de esta primera obra literaria suya, nos avance algo de la siguiente, de su forma de escribir… En definitiva, conocerla un poco más. Desde aquí le agradezco infinitamente que nos haya dedicado parte de su tiempo a responder a nuestras preguntas.

Autora de novela negra

Ana Lena Rivera, autora de “Lo que callan los muertos” – image vía Maeva.es

Lo que callan los muertos” es tu primera novela y con la que además has obtenido el Premio Torrente Ballester. ¿Cómo surge la idea de escribir una trama como la que se cuenta y protagonizada por Gracia San Sebastián, una investigadora un tanto atípica, pues no es ni policía ni guardia civil ni nada por el estilo, tal como se acostumbra?

   Cuando empecé a leer intriga era muy joven y me llamaba mucho la atención que la mayoría de los investigadores protagonistas estaban cortados por el mismo patrón: hombres solitarios, sin vínculos familiares ni relaciones sociales, que desayunaban whisky en su despacho, donde dormían muchas noches, incluso tremendamente maniáticos como los clásicos Poirot o Sherlock Holmes, que además era adicto a los opiáceos.

   Yo quería leer sobre un protagonista con el que tanto yo como cualquier persona corriente pudiera sentirse identificada. De ahí nace Gracia San Sebastián. Gracia está casada, tiene una estrecha relación con su familia, buenas amigas y una vida con problemas, pero más o menos ordenada.

  Es mujer porque durante una época, las mujeres no existieron en el papel de protagonistas de novela policíaca y me apeteció que fuera una mujer.

  Investiga fraudes financieros porque yo vengo del mundo de los negocios así que me resulta mucho más conocido el funcionamiento interno del mundo de las finanzas que de la Guardia Civil, por ejemplo, que ya protagoniza muchas y excelentes sagas de intriga como la de Lorenzo Silva o María Oruña. Por otro lado, la mayoría de los asesinatos, o al menos lo que dan más juego en una novela de este tipo, se producen por motivos económicos, lo que me permite construir tramas muy realistas.

  Para llegar allí donde Gracia no puede llegar en la investigación, cuando se produce una muerte, hay otro investigador, Rafa Miralles, un comisario de policía brillante y con una vida como la que puede tener cualquiera: felizmente casado, con dos niñas pequeñas y un perro juguetón. Rafa continúa en las siguientes novelas dando cobertura a la parte de la investigación a la que un investigador de fraudes no puede llegar.

En este caso es una investigadora de fraudes (a la seguridad social) y es la que se encarga de desentrañar lo que ha ocurrido. Para poder escribirla ¿te has inspirado en algún caso real o ha surgido porque tienes conocimientos acerca de este tipo de profesión?

  Me gusta escribir sobre lo que conozco porque pretendo que, cuando el lector lea mis historias, no las viva como un espectador sino como un protagonista, que se meta dentro de la historia y se sienta parte de ella, que no quiera dejarla para continuar al día siguiente. Para conseguir ese efecto, es fundamental que la historia sea real, cercana, cotidiana. Por eso elegí una profesión para Gracia San Sebastián relacionada con temas financieros y lo que más llama la atención de los lectores en temas de finanzas, son las diferentes tretas para defraudar. En el caso que se plantea en Lo que callan los muertos, el fraude es a la Seguridad Social. En otros casos, serán diferentes.

A mi modo de ver, tal como lo comenté en la reseña, se trata de una trama original y fresca, en la que predomina el diálogo y aunque el ritmo me pareció pausado y agradable, sin tener un ritmo vertiginoso, es de las que cautivan al lector y enganchan. ¿Ese ritmo es algo buscado o simplemente ha surgido así?

  El ritmo es buscado: ágil, pero no precipitado. Quería que el lector se sorprendiera en cada página, dando pistas continuas para que estuviera deseando saber más y, a la vez, que se viera a sí mismo paseando por las calles de Oviedo, la ciudad en la que se ambienta, buscando información sobre el caso y disfrutando de los dulces y las delicias gastronómicas, sin que eso ralentizara en ningún momento la trama. Comprobé página a página que se produjera ese equilibrio: que no se alargaran las descripciones ni una palabra más de lo necesario, pero que la trama estuviera en todo momento atada a la ciudad y a la vida diaria de los protagonistas.

Para todos aquellos que aún no han leído “Lo que callan los muertos”, ¿qué tres características la diferencia de otras lecturas de este estilo?

  El humor, poco común en una novela de intriga.

  Un trasfondo que muestra la evolución de la sociedad española desde la posguerra a la actualidad mediante contrastes entre los personajes de las diferentes generaciones: de ahí que la mayoría de los protagonistas sean mujeres, porque si el cambio social ha sido muy intenso para todos en las últimas ocho décadas, la evolución del rol de la mujer ha avanzado más que lo que lo había hecho en muchos siglos.

  Unos personajes que los lectores identifican con personas de su entorno, que dejan de ser personajes literarios para convertirse en personas reales, amigos, vecinos, conocidos…

Y en cuanto a los personajes, ¿qué tres características definirían, según Ana Lena Rivera, a Gracia San Sebastián?

  Gracia es una mujer muy valiente, que sigue adelante buscando la felicidad después de que la vida le de un durísimo golpe cuando pierden a su hijo Martín, con solo 3 años en un accidente doméstico.

  Es una luchadora que sabe lo que quiere y va a por ello y, a la vez, también tiene sus contradicciones, que intenta resolver y lo consigue solo a veces.

  A Gracia le encanta disfrutar de los pequeños placeres de la vida: la buena compañía, la comida, una copa de vino o un capítulo de su serie favorita.

A la hora de perfilar los personajes, ¿eres de las que te inspiras en personas reales y cercanas que tú conoces, o eres, más bien, de las que cada personaje es la suma de una serie de personalidades? Por ejemplo, Adela, podría ser cualquiera de nuestras madres…

   A todos los lectores Adela les recuerda a su madre, a su abuela o a la madre de alguien que conocieron, muchos tienen una amiga como Sarah o como Bárbara… son personajes que son fáciles de identificar, eso es porque tienen un poquito de mucha gente, pero nada en concreto de ninguno, de ahí que sean fácilmente reconocibles. A mitad del libro es difícil verlos como personajes, se convierten en personas que nos acompañan a lo largo de la novela y espero que de las siguientes.

Según tengo entendido, tu próxima novela también será protagonizada por Gracia San Sebastián, y en esta nueva ocasión, ¿se encargará de investigar también fraudes a la seguridad social o se acercará a otros como a la Hacienda Pública, a otros organismos, destapar empresas fraudulentas multinivel…? ¿podrías adelantarnos algo?

   En esta ocasión es un fraude que se produce en un entorno deportivo, en el triatlón, en concreto en la competición máxima de la disciplina: el Ironman. Tiene que ver con una Fundación para ayudar a enfermos de esclerosis múltiple. Y es todo lo que puedo contarte. Lo que sí puedo avanzarte es que la historia comienza con un asesinato y lo está contando el propio asesino.

Tú, como autora, ¿cómo definirías “Lo que callan los muertos”?

  Es una historia de intriga con un final sorprendente, un ritmo ágil y notas de humor. Los lectores me cuentan que empiezan y no pueden parar, la leen de un tirón y, en cambio, cuando la terminan siguen dando vueltas a esos temas más complejos que se abordan como telón de fondo de una historia en apariencia desenfadada: la continuidad de una pareja tras la pérdida de un hijo, la represión de la sociedad de la posguerra, la falta de información, la moral impuesta, la sociedad del qué dirán, el cambio social y tecnológico que han vivido los que nacieron en los peores años de la dictadura, la evolución del papel de la mujer en las últimas décadas y el cambio de los modelos de familia. 

  La historia también tiene de peculiar que ni los buenos son santos, ni los malos, villanos.  Todos ellos son personas normales que toman decisiones, equivocadas a veces, bajo circunstancias complejas y opresivas. Por eso, el lector puede identificarse con cualquiera de los personajes, independientemente de que sean del grupo de los “buenos” o de los “malos”, que hasta el final no se saben quién es quién.

Tras varios años trabajando en un puesto directivo decides que quieres un cambio y lo aparcas todo para dedicarte a escribir. ¿Qué significa la escritura para ti, para que tenga ese poder de apartarte de tu zona de confort y hacer que apuestes por algo que no sabes si va a salir bien o mal? Y ¿la lectura?

  Desde pequeña tengo la obsesión de que mi vida será buena si el mundo es un poquito mejor estando yo que si no estuviera. Aunque sea algo minúsculo. Tengo la idea de que si cada persona que nace en el mundo consigue hacerlo mejor en un pequeño detalle, en pocas generaciones el mundo será infinitamente mejor.

   La literatura enriqueció mi vida. No sé si yo sería como soy si no hubiera leído tanto. Me acompañó en etapas muy solitarias de mi vida. Fueron las historias que leí las que me hicieron saber que otros seres humanos sentían lo mismo que yo, que no era un bicho raro. También en momentos anodinos de mi vida, los libros me mostraron otras vidas, algunas de las cuales me apetecía vivir a mí y se convirtieron en mi surtidor de ilusión.

  A raíz de eso pensé que yo también quería contribuir con mis historias a proporcionar ilusión y fuerza a otros lectores desconocidos que, como yo, la buscaran en los libros. Lo que ocurre es que no siempre que quieres, puedes. En mi caso, durante muchos años mi trabajo era muy exigente y no me permitió dedicarme a escribir, pero confié en que llegaría el momento adecuado, así que quise que me pillara preparada: me fui formando como escritora y esperé a que llegara la ocasión. Hace dos años y medio se presentó la oportunidad: tuve que pasar 5 meses de reposo domiciliario por un embarazo del alto riesgo. Los médicos me encerraron en casa sin acceso a nada que me generara estrés y ahí se gestó, además de mi hijo, Lo que callan los muertos.

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Para conocer un poco más de cerca a Ana Lena Rivera: si pudieras elegir ser el personaje de un libro, ¿quién serías y por qué?

   Sarah, de Lo que callan los muertos, por esa filosofía de vida de disfrutar de todo lo bueno que le pasa, intentar olvidar lo no tan bueno, y hacer lo que quiere sin dar explicaciones ni perder el tiempo en discutir o preocuparse por aquellos a los que les parece mal su forma de vida. Ella hace lo que le apetece y considera que tiene que hacer y no se preocupa de nada más.

  En mis inicios literarios, sentía mucha admiración por Jo, de Mujercitas; por Escalata O´Hara en Lo que el viento se llevó y por Thomas Lieven, el protagonista de No solo de caviar vive el hombre. Años después me hice fan de Lisbeth Salander en la trilogía de Stieg Larsson, de Rose, La Cocinera de Himmler y Allan Karlsson, el centenario protagonista de El abuelo que saltó por la ventana y se largó. Todos ellos, como Sarah, son personas que sacan el máximo partido a las circunstancias que les toca vivir.

Y una canción, ¿qué canción serías?

   Una de Melendi o de Fito Cabrales.

¿Qué novela te hubiera encantado escribir?

   Nada se opone a la noche de Dolphine de Vigan, cualquiera de Agatha Christie o de Donna Leon y, de las últimas que he leído, Talión de Santiago Díaz Cortés.

Además de la literatura, ¿en qué otras artes se pierde Ana Lena Rivera?

  Tengo un espíritu más práctico que artístico, no canto bien, no sé dibujar, las pocas veces que he intentado dar forma al barro me ha salido un esperpento y, en general, no tengo paciencia para nada que requiera un alto nivel de detalle salvo que se trate de letras o números. En ese caso, puedo perderme horas. De pequeña y no tan pequeña, mis asignaturas favoritas eran Mates y Lengua, no te digo más…

Y para finalizar, ¿qué opinas del panorama literario actual en un país como el nuestro en el que la lectura no es nuestro fuerte en comparación con otros países y en el que el pirateo está a la orden del día? ¿Qué medidas se podrían tomar, en tu opinión, para combatir estos aspectos?

  En cuanto a la lectura, la buena noticia es que ha vuelto a crecer el número de lectores en España y sobre todo crece entre niños y jóvenes. Me pillas justo preparando un taller para la Escuela de Escritores en el que le doy a los alumnos una visión general de los hábitos de lectura, así que puedo decirte que el 65,8% de los españoles leemos de forma frecuente, una media de 13 libros al año, y dedicamos a la lectura de libros 7,6 horas a la semana.

  Es verdad que cada vez se iguala más el porcentaje de personas que prefieren leer publicaciones en redes sociales que libros. Al final, la literatura es ocio. Cultural, pero no podemos olvidar que ocio, y la única forma de fomentarla es acercándola a los niños y a los jóvenes en su faceta más amena. Los Futbolísimos, Gerónimo Stilton, Greg y su Diario, Harry Potter… lecturas más que recomendables para que los niños y adolescentes se enganchen a la literatura.

  ¿Respecto al pirateo? Cuestión de concienciación social y una completa oferta de títulos en las bibliotecas clásicas y las digitales (las nuevas e-biblio). La picaresca en España se perdona fácil, parece divertido “sisar” cuando las cantidades no son muy elevadas. Acabar con ello va de repetir y repetir el mensaje explicando los efectos de la piratería hasta que a la gente no le parezca que presumir de piratear sea bueno para su imagen. Ahora estamos en la situación contraria: parece que el que compra libros o música es que “no se entera” y, enseguida, encuentra alguien dispuesto a recomendarte unas páginas que te bajas todo, superrápido y totalmente gratis… Sin ir más lejos, el otro día un taxista me recomendó una página de descarga ilegal de libros y lo hizo después de decirle que era escritora. La gente no es consciente de que los escritores viven de su trabajo y, si no pueden mantener a sus familias con sus trabajos, tienen que dejarlo para dedicarse a otra cosa.

  Toca hacer un trabajo intensivo de comunicación para cambiar la percepción social del pirateo. Cuando la gente tome conciencia de que piratear es robar y del daño que produce en la literatura y en el resto de disciplinas, descenderá hasta convertirse en algo residual.

 

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