Madrileño de nacimiento, filósofo y guionista de formación, estoico por convicción. Hoy descubrimos al intrigante Alonso Barán.
“Lo mismo que el árbol. Cuanto más quiere elevarse hacia la altura y hacia la luz, tanto más fuertemente tienden sus raíces hacia la tierra, hacia abajo, hacia lo oscuro, lo profundo, – hacia el mal.” Nietzsche. ¿Es el azar como ese árbol?
– ¡Uau! ¡Me flipa tu reflexión! No conocía este aforismo de Nietzsche y eso que me considero súper fan de él. Has dado en el clavo: el azar es imparcial, que no es lo mismo que neutral porque lo neutral implica inacción. En cambio el azar actúa, pero sin juzgar quien es merecedor del bien o el mal que genera con su acción. Así que, el árbol para existir está en la luz (bien) y en lo oscuro (mal) y el azar lo mismo: existe imparcialmente, actúa haciendo bien y mal «sin mirar a quien».
Cualquiera de nosotros puede convertirse en un momento dado, en protagonista de tu novela porque quien esté libre de emociones… que tire la primera piedra. ¿Es la degeneración existencial más larga que la vida?
– Joder, ¡qué pregunta más buena! Para poder responder, lo primero es cómo situar la vida: ¿la tomamos como existencia en sí o como vida humana individual? Sin duda la degeneración existencial es más larga que la vida individual porque las emociones existen mucho antes que la moral y las consideraciones filosóficas sobre la existencia, no en vano tenemos unos 3000 años de pensamiento y las emociones homínidas llevan millones de años sobre la Tierra. Otra cosa es que tengamos consciencia de la degeneración existencial y lo que implica ésta en cada época. Cada etapa de la humanidad tiene su propio espacio de ideas y percepción de lo que es bueno o es malo. Así que, la degeneración existencial es más larga que la vida y es acomodaticia a cada época de la historia.
“En nuestro planeta sólo podemos amar sufriendo y a través del dolor. No sabemos amar de otro modo ni conocemos otra clase de amor.” Dostoyevski. ¿Somos masoquistas por naturaleza?
– ¡Bueno! Tampoco conocía esta cita de Dostoyevski y eso que me encanta. ¡Sin duda somos masoquistas por naturaleza! El sufrimiento hace que tengamos consciencia del «yo»: yo sufro, no me entienden, me siento solo, etc. Cuando somos felices estamos vueltos hacia fuera, hacia el entorno que nos hace disfrutar y no tenemos consciencia de nuestro «yo» feliz: sentimos felicidad producida por fenómenos externos y a los que valoramos por ello. Pero, por otra parte, para ser conscientes de nuestro «yo» y de las particularidades que nos rodean, necesitamos una base de sufrimiento, por ejemplo, la tecnología: ésta es posible porque tenemos consciencia de que vamos a morir y de que podemos sufrir hasta entonces, así que la tenemos que crear para paliar el posible sufrimiento. ¿Qué nos caracteriza como especie? La consciencia, o lo que es lo mismo: reparar en nuestra propia existencia dentro del mundo que nos rodea. Si para tener presente el «yo» es necesario sufrir, entonces para ser lo que nos caracteriza como especie, tener consciencia, entonces somos «masoquistas por naturaleza».
Al final, la diferencia entre ser el arquitecto de nuestro destino o convertirse en protagonista de cualquier capítulo de American Horror Story se basa en la gestión que hacemos de nuestras emociones. En tu novela, dibujas el amor como un proceso autodestructivo (si le dejas). Pero ¿hasta dónde llegan nuestras cartas cuando arrastramos al menos siete generaciones por detrás?
– Uff. Ni te imaginas lo predeterminados que estamos, no en la gestión emocional, que es algo que se aprende, sino en la sensibilidad hacia lo que nos parece deseable. ¿Nunca te has preguntado por qué hay gente que se casa cuatro veces o más? ¿Es que no aprendió con las primeras bodas? Bueno, pues eso se debe a un modelo psicológico que se llama «genes ambiente recíproco», sino recuerdo mal. Este modelo explica que estamos predeterminados genéticamente a sentirnos atraídos por determinados perfiles psicológicos y físicos. Si tenemos la mala suerte de haber sido pre configurados genéticamente para sentirnos atraídos por gente nefasta para nuestro tipo de personalidad, pues nuestras relaciones amorosas serán como la relación que tenía Sísifo con la roca.
¿Ha llorado Alonso Barán de exceso de azar o es de los que piensan que “el azar no se llora”?
– Lloré en su momento, ahora lo acepto como viene e intento encauzarlo cuando viene de malas, pero estoy seguro de que volveré a llorarlo.
La novela deja claro que si te dejas guiar por tus impulsos te conviertes en un objeto y puedes llegar a perder tu subjetividad. Pero ¿cree Alonso en la realidad objetiva como tal, sin filtros?
– ¡Sin duda! La realidad es objetiva porque la componen objetos y fenómenos que surgen del azar. Hasta el universo se formó por dos partículas que chocaron por azar, nada menos. El problema que tenemos los humanos es que nos cuesta percibir que la realidad es indiferente a nuestras emociones. Los sentimientos contaminan con su íntima subjetividad (yo sufro, yo anhelo, yo disfruto, etc.) nuestra percepción de una realidad que es objetiva y claro, así nos va al intentar competir con lo objetivo desde una perspectiva contaminada de subjetividad emocional y de intersubjetividad, porque no olvidemos que nos relacionamos con otras personas que tienen la suya…
Descubre a Alonso Barán
Alonso Barán nos sorprende con un minucioso trabajo perfectamente estructurado y lleno de matices. “El otoño es una segunda primavera en que cada hoja es una flor. Una novela no es otra cosa que una filosofía puesta en imágenes.” Albert Camus. Gracias por dibujar con trazos finos la filosofía del azar y de la vida y esperamos que por azar o con él, pronto nos vuelvas a sorprender.
– Gracias a ti por esta entrevista. Me ha encantado porque me has dado la oportunidad de parecer que soy inteligente… nada más lejos de la realidad. ¡Muchas gracias! ¡Me ha gustado mucho la entrevista!
Me ha encantado esta entrevista. ¡¡Súper original y profunda!! Gracias por dejarme contestar a estas preguntas tan interesantes 🙂