Cuentos que curan y editoriales españolas

(…) Con usted, todo son historias, y todas las historias son bonitas… -Pero claro que todo son historias, (…) Lo único que pasa es que nunca hay nadie que quiera escucharlas. [El consuelo, Ana Gavalda]. Podría ser la radiografía de cualquier editorial española en estos momentos de grandes cambios y pocos riesgos.

Cuentos que curan

Documentándome antes de escribir este artículo, me he percatado de las profundas distorsiones que acompañan al cuento como un género literario más. Y es que esa larga lista de distorsiones se convierte en la excusa perfecta para no tener que profundizar mucho más allá en las ideas. Decir que la diferencia entre un cuento y una novela radica en que en esta última el lector puede reconocerse como protagonista es como decir que al leer “Caperucita”, no se tiene información suficiente para sentirse en peligro… como si el lobo solo pudiera reconocerse como tal enmarcado dentro de una gran novela repleta de páginas, aunque sean de relleno.

Una cosa es cierta. Los cuentos curan; no solo al público infantil sino también al adulto. Permiten obtener una visión más flexible acerca de los problemas cotidianos y pueden ser el vehículo perfecto para fomentar una comprensión más amplia de nuestras emociones y, hasta las de los demás.

En personas profundamente traumatizadas, puede incluso, ser la única vía de acceso a ellos. La alternativa para que puedan sentirse identificados dando un paso muy importante en su recuperación.

Editoriales en España

Estamos inmersos en una nueva era donde las nuevas formas de socialización obligan a las editoriales a reinventarse o morir. Hoy en día, es casi impensable, que las grandes editoriales arriesguen a la hora de editar libros en formato diferente del digital, a no ser que se trate de autores consagrados (y cada vez menos).

Eso provoca una serie de beneficios, casi tantos como inconvenientes. Por un lado, el riesgo que corre la editorial para con el autor es prácticamente nulo en caso de no venta, puesto que en su mayoría trabajan bajo demanda. Por otro, obligan al mercado bajo un sofisticado marketing perfectamente elaborado a elegir entre el abanico de posibilidades en base al criterio que unos pocos establecen.

Seguidos por modas pasajeras, que en no pocas ocasiones, vienen tan pronto como se van, van manteniéndose en un mercado cada vez más competitivo donde ya no todo vale. Las grandes fusiones o adquisiciones son casi como el pan nuestro de cada día, en lo que a editoriales reconocidas se refiere.

Amazon España: -

Amazon Reino Unido: -

Amazon Estados Unidos: -

Amazon España: -

Amazon Reino Unido: -

Amazon Estados Unidos: -

Marketing de contenidos

Pero hay algo que se nos escapa. El marketing editorial, no difiere del marketing de contenidos, en el fondo, por mucho que cambien las variables de mercado o los algoritmos de google hay algo que el público no perdona: la calidad de los contenidos que adquiere.

La tendencia actual más cercana a la reducción de contenidos hace que, en muchas ocasiones, las tramas se queden cojas, y el público con ganas de más. Claro que la tendencia casi siempre apuesta por la novela.

Relegando el cuento a un discreto segundo plano, muchas veces, invisible.

Cuentos que curan y editoriales españolas

Quizás sea ésta una guerra perdida antes de empezar o la “Crónica de una muerte anunciada”, la de tantos autores y profesionales de calidad que observan indefensos como sus obras se venden en otros países distintos del suyo con unas diferencias abismales. Pero, seguramente, la situación más dramática, se produce cuando existe un grupo de profesionales honestos y comprometidos, con una larga lista de cuentos (entre otros) traducidos de forma brillante por otros profesionales que dedican todo su tiempo y pasión en el asunto, sabiendo que por el momento, deben permanecer en la oscuridad de un cajón porque no hay editoriales españolas dispuestas a publicar no solo sus cuentos… sino también años y años de trabajo orientados en la salud integral de las personas.

Pero en marketing el target podría ser como Platón y las editoriales podrían definirse como el prozac. Y el prozac para todos no existe mientras siga habiendo profesionales honestos dispuestos a ofrecer contenidos de calidad.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Haz la operación aritmética: *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.