“Revenant: El Renacido”, filme del realizador Alejandro González Iñárritu, ofrece belleza visual en una visceral historia de supervivencia, venganza y redención. Estelarizada por Leonardo DiCaprio y Tom Hardy.

La exploración es una condición natural del ser humano que lo lleva no sólo a conocer nuevos lugares o entrar en contacto con experiencias que enriquecen la madure, sino también lo insta en lograr una conquista sin importar si se trata a nivel personal o territorial. Durante siglos, las expediciones a diversos territorios han provocado ganancias y pérdidas a expensas de aquellos que buscan instaurar un dominio, con el espíritu como la única fortaleza para perdurar ante la adversidad.

Con “Revenant: El Renacido” (The Revenant, 2015), Alejandro González Iñárritu, además de adentrarse en las consecuencias de las invasiones, recrea la dificultad que representa sobrevivir ante los embates de la venganza y la naturaleza, añadiendo también a la fuerza humana como vehículo de redención.

Trama de “Revenant: El Renacido”: Un sobreviviente en busca de venganza

Durante una expedición en la frontera de Estados Unidos en las primeras décadas del siglo XIX, el explorador Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) es herido de gravedad por el ataque de un oso. Después que su grupo de caza lo da por muerto y de la traición de Fitzgerald (Tom Hardy), buscará venganza, no sin antes buscar la forma de sobrevivir en el crudo invierno de Dakota del Sur.

Crítica de “Revenant: El Renacido”: Cruda y bella contemplación de redención y venganza

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Basada a manera parcial en “The Revenant”, novela del estadounidense Michael Punke, la cual retoma sucesos reales acontecidos en la vida de Hugh Glass, Iñárritu recrea con brutalidad el duro ritmo de vida que lleva el también cazador, así como la de en algunos miembros de la expedición dedicada a la obtención de pieles.

El realizador mexicano añade los planos secuencias capaces de enaltecer la tensión e inquietud de la confrontación entre exploradores y los indios nativos del lugar, los Arikara. De esta manera, retoma un elemento técnico apreciado en “Birdman: o la Inesperada Virtud de la Ignorancia” (Birdman: or the Unexpected Virtue of Ignorance, 2014), distanciándose del bullicio de la farándula, el mundo del teatro y de los tintes jazzísticos para integrar en “El Renacido” un relato contemplativo y visceral, nutrido en gran medida por la naturaleza encontrada en el territorio virgen de la frontera y las caras de la violencia que guarda el ser humano.

Enriquecido en gran medida por la evocadora fotografía de Emmanuel Lubezki (una basada de manera primaria en la luz natural del entorno) y el intrínseco score de Ryuichi Sakamoto y Alva Noto, la adaptación de Iñárritu Y Mark. L Smith presenta a un hombre con remordimientos tras la muerte de su mujer acontecida por un ataque en la tribu a la que ella pertenecía. El lazo familiar lo motiva en su existencia, orientando a su hijo en las tareas de cacería y en las propias reglas de la vida, constando los problemas de racismo al evidenciarse el recelo en Fitzgerald.

Así, el relato se encuentra bajo la perspectiva de ambos hombres, el primero en el silencio como el medio de hallazgo de la redención y el segundo como el egoísta parlante que busca su propio beneficio. Glass, experimentando la traición, la pérdida, la venganza y la contemplación de la delgada línea entre la vida y la muerte, aspectos que son el motor para encontrar una redención. Fiztgerald refleja la intolerancia racial y la búsqueda de figurar como cazador, buscando enriquecimiento personal a expensas del destino de sus compañeros. Tanto Leonardo DiCaprio (con gran carga emocional física a expensas del poco diálogo) como Tom Hardy, ambos con destacadas actuaciones, representan los dos pilares cruciales del filme, tratándose de los personajes con más profundidad e introspección psicológica.

Además de retratar a la lucha por la supervivencia en la vorágine de la fuerza de la naturaleza, añade al espíritu humano como el impulso principal en la existencia humana. Iñárritu intenta mostrar en Glass el paradigma de la resolución espiritual a su existencia entre sueños, entre iglesias en ruinas y en cuevas en la pérdida de la conciencia y en la visión de su esposa, pero tal y como aconteció con el Uxbal de Javier Bardem en “Biutiful” (2010), el mensaje es incapaz de hallar una contundencia necesaria para encajar con el relato, sin tener mucha claridad en lo que se persigue con dicha yuxtaposición.

La búsqueda de los pieles rojas de Powaqa, la desaparecida hija del líder de la tribu, funge como un tercer arco argumentativo que nunca alcanza la debida importancia que merece a lo largo de la trama y el exceso de duración del panorama ambiental restan involucramiento con la historia.

Si bien no está exenta de tropiezos en la bifurcación entre lo terrenal y lo espiritual o en la redondez total en su argumento, “El Renacido” es un crudo, vistoso e introspectivo periplo de supervivencia en el que perdurar ante cualquier circunstancia es una característica nata del ser humano.