Crítica de “Pride: Orgullo y Esperanza”, con Bill Nighy e Imelda Staunton

En “Pride: Orgullo y Esperanza”, el realizador inglés Matthew Warchus presenta una carismática cinta sobre la alianza de un grupo de la comunidad homosexual en apoyo de los mineros en huelga en Inglaterra en 1984. Basada en hechos reales.

En Inglaterra, la gestión como primer ministro de la británica Margaret Thatcher entre 1979 y 1990 presentó una serie de decisiones políticas que reafirmaron su férreo carácter, su agresividad al momento de realizar negociaciones y su dureza, consolidándola como la “Dama de Hierro”, mote otorgado en 1975 por un periodista soviético a causa de su oposición al comunismo. Entre los acontecimientos suscitados fueron el alto índice de desempleo a principios de la década de los ochenta, la huelga de hambre de miembros de IRA en Irlanda a cambio de dejar de tratarlos como prisioneros de guerra, el conflicto armado con Argentina por su invasión a las Islas Malvinas y la huelga del sindicato de mineros en 1984 por la reducción de subsidios a las minas.

Basándose en este último, Matthew Warchus presenta Pride: Orgullo y Esperanza (Pride, 2014), un filme que no únicamente retrata el poder de la unión de personas sin importar preferencias ni condiciones, sino también en la importancia de sostener las creencias personales sin importar los obstáculos.

Trama de “Pride: Orgullo y Esperanza”: la unión y la lucha

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En el verano de 1984, tras estallar la huelga del Sindicato Nacional de Mineros en Inglaterra (de paso una etapa complicada en el país), una alianza de la comunidad de gays y lesbianas liderada por el activista Mark Ashton (Ben Schnetzer) se inspira para apoyarlos, específicamente, a un pequeño grupo de mineros en Gales, juntando dinero para las familias afectadas para poder sobrevivir.

Así, de manera inadvertida, nace un vínculo de apoyo mutuo entre ambos grupos, tan distintos entre sí, que hará historia.

Crítica de “Pride: Orgullo y Esperanza”: Un carismático y conmovedor relato de unidad

Varios años después del fracaso que representó “El Secreto” (Simpatico, 1999), Warchus, apoyado con el guion de Stephen Beresford (quien al ver un documental casero se inspiró en la recreación del acontecimiento en Pride), recrea de una manera conmovedora, con pizcas de drama y alejada del sentimentalismo el periplo de ambos grupos por expresar su voz en medio de una etapa complicada en la historia del país inglés, entreviéndose los claroscuros de su relación, además de los conflictos políticos y sociales que, de alguna u otra manera, persisten en la actualidad.

Una es la homofobia. Al principio, la mayoría de los mineros residentes de Onllwyn, Gales, muestra escepticismo ante la mera idea de la presencia de los activistas, pero conforme notan similitudes en cuanto a vivencias personales alejadas de las preferencias sexuales y un apoyo sin igual, descubre la humanidad que cada uno lleva, presentando sus miedos y aspiraciones: la empatía del minero Dai (Paddy Considine), el miedo de Joe (George McKay) por revelar a su familia su homosexualidad, el idealismo de Mark que lo llevará a confrontar la realidad y el pasado de Gethin (Andrew Scott), distante de su madre por sus preferencias.

Otra es el desempleo, problemática tratada también en el ámbito minero en “Tocando el Viento” (Brassed off, 1996) y “Billy Elliot” (2000), así como las complicaciones dictaminadas por el gobierno de Thatcher. Cada situación por la que atraviesan los personajes logra crear empatía, sin verse en la necesidad de tratarse el tema como material didáctico escolar ni mucho menos denunciar algo en particular, además de mostrar de una manera cordial las cuestiones del sexo y el amor.

La unión y el entendimiento, sin importar las condiciones de vida, es capaz de lograr grandes cosas por el bien común de ser escuchados y el relato logra crear empatía e inspiración por la lucha en sus respectivas causas, llevando inclusive a los mineros (en apoyo y agradecimiento) a desfilar en el Día del Orgullo Gay de 1985 con Mark y compañía, con un disfrutable humor a lo largo del filme característico del territorio inglés que rememora a otras cintas como El Full Monty (The Full Monty, 1998).

Imelda Staunton deja de lado las fechorías en la saga de Harry Potter y el sufrimiento en “Vera Drake” (2004) para recrear a Hefina, una leal, amable y carismática activista, entremezclando calidez y desparpajo que evidencia su experiencia histriónica, así como la de Bill Nighy, al interpretar a uno de los líderes del pueblo, afable, que pretende hacer lo correcto.

Amable, carismática, capaz de sacar sonrisas y también de conmover, “Pride: Orgullo y Esperanza” es una evidencia de la capacidad de logro y fuerza que tiene la comunidad humana, si se hacen de lado las diferencias y los prejuicios, y se une a favor de una causa.

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Pride: Orgullo y Esperanza
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