Crítica de “Mandarinas”, de Zaza Urushadze

El anciano Ivo recoge a un georgiano y a un checheno heridos durante la guerra fraticida entre ellos, en “Mandarinas”, esperanzador candidato al Oscar al film de habla no inglesa.

El georgiano Zaza Urushadze está en activo desde 1989. Ha escrito y dirigido los largometrajes “Mattvis vints mamam miatova”, “Ak tendeba”, “Sami Sakhli” y “Bolo Gaseirneba”, pero apenas ha tenido repercusión internacional hasta su quinto trabajo, “Mandariinid”, traducido literalmente al español como “Mandarinas”.

Esta coproducción entre su país y Estonia ha participado en diversos festivales y ha obtenido candidaturas al Globo de Oro y al Oscar a la mejor película extranjera. En el primer caso le quitó el galardón la rusa “Leviatán” y en el segundo la polaca “Ida” ambas estupendas, pero el film es un digno oponente que no les tiene nada que envidiar.

“Mandarinas”, de Zaza Urushadze, se estreno en España el jueves, 30 de abril de 2015 y ya está disponible a la venta en DVD y BluRay:

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Sinopsis de “Mandarinas”, el buen samaritano

Crítica de "Mandarinas", película de Zaza Urushadze

“Mandarinas”

1992. En Georgia ha estallado la guerra civil. Ivo, anciano granjero de procedencia estonia decide quedarse en sus tierras a pesar de que sus familias han decidido regresar a su país, para no estar en medio de las dos facciones en liza, las etnias georgiana y chechena, que manifiestan un odio mutuo radical. Su vecino, Margus, en la misma situación, está a punto de recoger su cosecha de mandarinas, mientras que el propio Ivo fabrica cajas en las que se pueden almacenar.

Pero inesperadamente, dos grupos mantienen un enfrentamiento cerca de sus casas. Cuando Ivo llega al lugar del combate, descubren que sólo han sobrevivido un checheno y un georgiano. Tras recogerles, ambos iniciarán una especie de tregua por deferencia a sus salvadores…

Crítica de Mandarinas, alegato antibélico

Fotograma de la película del director de cine Zaza Urushadze: "Mandarinas"

“Mandarinas”.

Emotiva cinta que adquiere una enorme intensidad dramática, sobre todo al final. Destaca la enorme capacidad de síntesis del cineasta Zaza Urushadze, pues su film desarrolla muy bien la historia en apenas hora y media.

El film trata con enorme delicadeza la paciencia, el perdón, y la confianza en el ser humano. Cítrica como las mandarinas, pero también con su punto de dulzura, a pesar de la intensidad del retrato humano que realiza, y de que no edulcora la trágica realidad que reconstruye, “Mandarinas” tiene un tono amable y hasta encierra algún memorable golpe de humor (destaca el vehículo que no explota “como en el cine”).

Ambientada a la perfección a pesar de su falta de medios, cuenta con un gran trabajo de los actores, fundamentalmente cuatro que llevan el 99% del peso de la trama. También cumple su función la inspirada música de Niaz Diasamidze.

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