Crítica de “La Bruja”: El folclor de Robert Eggers

“La Bruja”, ópera prima del realizador Robert Eggers, es una decente propuesta a pesar de que el terror se desvanece ante el misterio radicado en el entorno y en la rigurosidad de las creencias religiosas.

La percepción general de la bruja y su figura ha realizado un largo camino a lo largo de la historia.

Su mención en la Biblia, en la que el rey Saúl consulta a la Bruja de Endor para hablar con su difunto hermano Samuel, la concepción de la diosa Circe como bruja por parte de la mitología griega, el inicio de su persecución en la Edad Media y los grabados renacentistas del pintor alemán Alberto Durero fueron parte del conglomerado de antecedentes que consolidó su figura en tiempos de la Inquisición, siendo la Iglesia Católica la encargada de erradicar a cualquier mujer sospechosa de brujería en los siglos XVI y XVII, sobretodo en Europa y Estados Unidos.

El mito de la bruja es popular como referencia para leyendas, el folclor y la literatura. Si bien también lo ha sido en el terreno cinematográfico, alcanza una revitalización en manos del realizador estadounidense Robert Eggers a través de “La Bruja” (The Witch, 2015), enfocándose en recrear un ambiente tenso y opresivo provocado por la radicalidad de creencias de una familia y el miedo ante lo desconocido.

Trama de “La Bruja”: El misterio del bosque en tiempos del Colonialismo estadounidense

La Bruja (2015)

La Bruja (2015), Robert Eggers garbage-wizard tumblr

Nueva Inglaterra, Estados Unidos. En 1630, en tiempos del Colonialismo, una familia es expulsada de la comunidad por diferir en la práctica religiosa. Liderada por el pastor William (Ralph Inelson), su mujer Katherine (Kate Dickie), la primogénita Thomasin (Anya Taylor- Joy) y los cuatro hijos restantes se reubican juntos en una solitaria cabaña.

Ahí, su tranquilidad es perjudicada a causa de sucesos inexplicables atribuidos a un maligno ser que mora en el bosque, iniciando con la desaparición de un bebé.

Crítica de “La Bruja”: Una propuesta interesante con un terror perdido ante el misterio

Tratándose de su ópera prima, Robert Eggers se deslinda del terror fácil de Jason y “Viernes 13“, la saga “Halloween” o clásicos más modernos como “Scream” (1996) para enfocarse en los efectos incómodos que provoca el entorno, la opresión y las circunstancias, asemejándose un poco a “La Semilla del Diablo” (Rosemary´s Baby, 1968) de Roman Polanski y a la incertidumbre psicológica con atisbes de malignidad en “La Cinta Blanca” (Das Weibe Band, 2009) de Michael Haneke.

El relato, del imaginario del propio Eggers e influenciado por el folclor en torno a la existencia de las brujas, evoca inteligentemente a la rigurosidad religiosa de la época en la que el cristianismo en tiempos de la Inquisición era el encargado de influir en las creencias de la sociedad. Ante dicho panorama, aun contando con la plegaria como el medio para exonerar sus culpas, los personajes confrontan sus propios demonios, los egos que los tornan como seres vulnerables y realistas, recayendo la esencia perturbadora en las decisiones de los integrantes de la familia: el creciente despertar sexual de Caleb (Harvey Scrimshaw) al mirar de forma libidinosa a su propia hermana, la atribución de la mala cosecha del padre hacia sus “pecados” y las acusaciones infundadas de la familia sobre su hija Thomasin como practicante de brujería y la causa de la desgracia ajena, siendo la inocencia de la adolescente la que comenzará a experimentar un peligroso cambio ante los mismos señalamientos.

Respaldada por el pulido apartado visual, representado en una acertada recreación de la época, en la iluminación a base de velas inspirado por el “Barry Lyndon” (1975) de Stanley Kubrick y en la fotografía de Jarin Blashcke que otorga un ambiente opresor y sombrío a la trama, Eggers entreteje terror y misterio, aunque preponderando este último al crear menos sustos de lo esperado.

Se deslinda en gran medida de los efectos sobrenaturales y lo canaliza en la paranoia a lo desconocido, en la rigurosidad hacia una creencia religiosa y en los hechos invisibles que acechan a los miembros de la familia, como el extraño comportamiento de los animales de la granja (desde una cabra hasta un conejo), el canto popular a “Black Philip” por parte de los incómodos hermanos gemelos y la misteriosa desaparición del hijo menor. Así, se convierten en la guía que detona la creciente desconfianza entre la misma familia, la cual será la encargada de lapidar un sobresaliente desenlace que compone el par de deliberadas concesiones encontradas en la primera mitad.

Si bien la esporádica presencia del mítico ser del folclor en cuestión es demasiado obvia e innecesaria en la construcción de la tensión en el relato, “La Bruja”, más allá de respaldarse en los tradicionales elementos sobrenaturales, es una propuesta con mayor tendencia al misterio que al horror, con los pocos sustos basados en la psique humana y las consecuencias del miedo al paganismo, gestado del fanatismo provocado por la religión. Un decente aquelarre bien documentado que podría convertirse en un básico moderno del género.

https://www.youtube.com/watch?v=C9OLUmBiYyo

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