Crítica de “Tres Anuncios por un Crimen”, con Frances McDormand y Sam Rockwell

“Tres Anuncios por un Crimen”, de Martin McDonagh, es un irónico thriller tragicómico que bifurca en el racismo, la corrupción y la irracionalidad de la violencia. Estelarizan Frances McDormand, Sam Rockwell, Woody Harrelson y Peter Dinklage.

En la filmografía del realizador británico Martin McDonagh, la naturaleza violenta del ser humano, las instancias dramáticas y el cruce de sucesos surrealistas reforzados por la comedia negra crean un efectismo capaz de retratar, con ironía, las ambigüedades en los actos humanos, como en los sentimientos de culpa de un asesino a sueldo en “En Brujas” (In Bruges, 2008) o en la irreverencia de la psicopatía, el cine de acción y los procesos creativos de un escritor hollywoodense en “Siete Psicópatas” (Seven Psycopaths, 2012).

Con “Tres Anuncios por un Crimen” (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, 2017), McDonagh, fiel a su vis sarcástica, se aproxima más a una línea dramática que en sus previos filmes, para presentar un periplo femenino con tintes de western sobre la búsqueda de impartición de justicia personal en medio de la indignación municipal, el racismo y la redención.

El filme es conocido también por el título “Tres Anuncios en las Afueras”. Nominado a siete premios Óscar 2018.

Trama de “Tres Anuncios por un Crimen”: La violencia como medio de justicia

Frustrada por la falta de avance en la investigación de la muerte de su hija, Mildred Hayes (Frances McDormand) renta tres anuncios en la carretera que guía al pueblo de Ebbing y reclama con fuerza a las autoridades locales por una solución.

Sin premeditarlo, surgirán una serie de sucesos surrealistas que marcarán sus acciones y las de varios habitantes del lugar.

Película Frances McDormand

Tres Anuncios en las Afueras (2017) Depeliculatv FB

Crítica de “Tres Anuncios por un Crimen”: Efectista retrato del racismo y la oscuridad humana

Emanando el humor negro y el sarcasmo de la incompetencia policiaca y ciudadana, inspirados en el cine de los hermanos Coen (Fargo), el relato del propio Martin McDonagh realiza una incisiva primera parte en la que se entrevé las yagas del racismo, el duelo ante la pérdida de un ser querido y la corrupción, bajo una perspectiva dramática que las resalta con la crudeza de la violencia y la exaltación de la supremacía blanca, tan en boga en los últimos años por los sucesos de terrorismo suscitados en Estados Unidos.

McDonagh presenta excéntricas situaciones en las que la violencia provoca más incidencias de violencia que causan destrucción o una catarsis que repercute en el destino eventual de las personas, como una memorable plano secuencia en la que la explosividad destruye todo lo que representa una intolerancia personal. Derivando de una crianza formada por el dominio de la racista y controladora madre, el policía Dixon (un destacado Sam Rockwell) opta por insultar a individuos latinos, de color y con enanismo, con una ineptitud laboral desplegada en su trabajo, buscando detener las acciones de la atormentada e indomable Mildred (excelsa Frances McDormand) a costa de cualquier cosa. Como una contraparte que pretende rescatar la dignidad del oficio, el sheriff Willoughby (Woody Harrelson) guarda buenas intenciones en su proceder laboral, incapaz de resolver el misterio del asesinato por elementos fuera de su control y haciendo lo que puede ante la enfermedad terminal que lo aqueja.

Los personajes reinciden en la culpa interna para alcanzar la resolución al sentido de sus existencias. El tono, bien intencionado, peca de concesiones creativas a raíz de las cartas de despedida de Willoughby dirigidas a su permisiva esposa, su “protegido” Dixon y a la propia Mildred, quien intenta salvar la relación con su hijo Robbie (Lucas Hedges), creando reflexiones sobre la aceptación y la rectitud que desentonan con la propuesta del thriller.

Así, la fuerza del arco dramático, balanceado con vertientes de humor negro, cede en contundencia ante un brusco giro en el argumento que nunca consolida el thriller ni el western que pretende evocar, con una transición que lleva a un desenlace inesperado, desconcertante y poco creíble, más próximo al rescate del lado bueno de las personas a pesar del peso de sus malas acciones.

Eficaz, efectista y transitando sin mucho poder entre la explosividad y el humanismo, la tragicomedia de “Tres Anuncios por un Crimen” es un apunte relevante al proceder humano basado en las creencias de razas y en la aceptación de la culpa provocada por los actos impulsivos.

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