Crítica de “Sicario: Tierra de Nadie”, con Emily Blunt y Benicio del Toro

“Sicario: Tierra de Nadie”, del realizador canadiense Denis Villeneuve, ofrece un inflexible thriller sobre los conflictos generados por el narcotráfico en la frontera entre México y Estados Unidos.

Cada país enfrenta problemáticas concernientes a la violencia en sus diferentes vertientes y ha sido una inspiración en el medio cinematográfico para representar el poder y las consecuencias que acarrean en quienes participan, interfieren o son espectadores de ella. Desde una guerra, una momento revolucionario o una disputa entre grupos delictivos por el control.

El realizador Denis Villeneuve ofrece una introspectiva al narcotráfico en México, para ser más específico, en su frontera con Estados Unidos, a través de “Sicario: Tierra de Nadie” (Sicario, 2015), un thriller enfocado en la participación de quienes pretenden hacer una “lucha” contra las drogas. Nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2015.

Trama de “Sicario: Tierra de Nadie”, la afrenta entre carteles y policías

Kate (Emily Blunt) es una idealista agente del FBI elegida por el especialista de la CIA Matt Graver (Josh Brolin) para participar en un operativo contra el líder de un cartel encabezado por Alejandro (Benicio del Toro), un asesor que esconde un turbio pasado. En la frontera de Estados Unidos y México encontrará aspectos clandestinos que cuestionará las creencias de la mujer con respecto a la lealtad y a su deber.

Crítica de “Sicario: Tierra de Nadie”: Un tenso retrato del narcotráfico

Villeneuve, acostumbrado a retratar al caos como el eje de reconstrucción en el descubrimiento de un hombre duplicado en “Enemy” (2013) y como el parteaguas de un viaje en búsqueda de un pariente perdido en “Incendies” (2010), encuentra en el narcotráfico el tema ideal para continuar con dicha línea.

Sicario: Tierra de Nadie (2015), de Denis Villeneuve

Sicario: Tierra de Nadie (2015) night-of-the-crow tumblr

Si bien la retrospectiva a la funcionalidad de las autoridades policiacas y los carteles en la frontera de México con Estados Unidos ha sido tratado bajo diferentes perspectivas, como en la bifurcación de policías, “zares” antidrogas y drogadictos en “Tráfico” (Traffic, 2000) y en el de una “Señorita de Belleza” en la mexicana “Miss Bala” (2011), el canadiense sale un poco de la convencionalidad, agregando la tensión y la inquietud en la moralidad del estelar, en el desconocimiento inicial de las intenciones de los involucrados y en el entorno turbio que enfrenta.

Villeneuve muestra crudeza al asomarse al estado visceral de una casa que alberga en sus confines cientos de cadáveres y a la panorámica de la desolación, pobreza y soledad en la frontera, así como los detalles de los operativos con sus diversas herramientas, apoyado por la destacada fotografía de Roger Deakins y la banda sonora de Jóhann Jóhannsson.

El relato va de poco en poco develando una serie de acciones que van más allá de la legalidad y la violencia, visto a través de los ojos de Kate (quien peca de idealista y su personaje pierde un poco de fuerza). Acostumbrada al protocolo en su ambiente laboral, enfrenta un cuestionamiento ético sobre lo que atestigua en el modus operandi del grupo, así como de la violencia sin concesiones capaz de generar conflicto en un embotellamiento. Como la contraparte latina, Silvio (Maximiliano Hernández) y su vida en familia actúan como aquellas participantes que viven en el epítome de la sede del conflicto, intentando vivir a pesar de lo que saben del lugar, teniendo una parte crucial en el detonante de acontecimientos que provocará una ola de revelaciones.

No únicamente las funcionalidades de algunos miembros del operativo relucen, sino también sus intenciones de acuerdo a un sistema “fuera del protocolo” que desconoce la protagonista: el secretismo de Alejandro y su conocimiento de cómo trabajan los carteles y la tranquilidad de Graver que eventualmente destapa a alguien interesado en controlar más que en impartir una justicia como tal. Aun con un desenlace un tanto debilitado y arreglado de manera conveniente para saldar cuentas internas de venganza, devela la corrupción en una “tierra de nadie” en la que se actúa sin escrúpulos y por conveniencias personales.

Benicio del Toro destaca como el taciturno Alejandro, quien no pestañea al actuar con frialdad ante cualquier tipo de situación, con aliados que utiliza o con gente con la que discrepa. Emily Blunt mezcla en el personaje de Kate fuerza y vulnerabilidad.

Sombría, inflexible y con miras de retratar una lucha que se disecciona a partir del caos y la debacle de creencias, “Sicario: Tierra de Nadie” cumple en ofrecer una cruda realidad de la afrenta de carteles y cuestionables autoridades judiciales, tratándose de un tópico relevante en México y América Latina, sin estar exenta de recaer en los usuales tintes dramáticos que representa la problemática y de perder un poco de intriga en su subsecuente resolución.

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Sicario: Tierra de Nadie
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