“Roma”, del realizador Alfonso Cuarón, es una sutil y significativa perspectiva sobre el poder de los recuerdos y mujeres que experimentan decepción y evolución personal durante los años setenta en México. Estelarizan Yalitza Aparicio y Marina de Távira.

El pasado es capaz de despertar nostalgia y apreciación por las experiencias de vida que conforman el bagaje de los recuerdos. La infancia es una de las primeras etapas que construye al ser humano, moldeando la personalidad, acciones y decisiones de un adulto que, dependiendo del atesoramiento o el rechazo hacia las mismas, puede utilizarlo de una manera creativa para expresar las incidencias de una época en un nivel histórico y personal.

Retomando aspectos autobiográficos acontecidos a inicios de los años setenta en México, el realizador Alfonso Cuarón recrea con “Roma” (2018) no únicamente las concordias y discordancias de dos mujeres de diferentes estatutos sociales con respecto a la maternidad y al abandono de pareja, sino también coyunturas políticas y sociales que marcaron al país y al destino de una familia.

Nominada a los Globos de Oro 2019 como Mejor Película Extranjera, entre otras menciones.

Trama de “Roma”: Introspección entre trabajadora doméstica y sus empleadores

Cronología de un año en la que los integrantes de una familia de clase media/alta atraviesan por importantes cambios ante los ojos de Cleo (Yalitza Aparicio), joven trabajadora doméstica que trabaja en el acomodado hogar en la colonia Roma de la Ciudad de México, sin estar exenta de experimentar cambios personales.

Crítica de “Roma”: Sutil y emotiva perspectiva de los lazos familiares

Roma (2018) Depeliculatv Facebook

El servicio proporcionado por trabajadoras domésticas esconde, en ocasiones, la creación de vínculos afectivos con los integrantes de la familia para las que se trabaja. Además de los altibajos en la dinámica, se entrevén los contrastes de las clases sociales no únicamente reflejados en hechos rimbombantes como fiestas y el uso de la música popular o clásica, sino también con sutilidades que resalta la desigualdad social, como los juegos infantiles donde son suficiente diferencia un pulcro disfraz de astronauta en un bosque y uno limitado con una cubeta en territorio humilde.

Cuarón retrata también el aspecto íntimo de las mujeres y sus cotidianidades, con planos fijos que captan sus emociones, los conflictos domésticos que enmarcan la naturaleza de la relación patrón/trabajador doméstico, la suavidad en los paneos que involucran en los pormenores de una ciudad que intentaba abrirse a la modernidad por medio de la instauración del Sistema de Metro y con las actividades dentro del núcleo familiar integrado por Toño (Diego Cortina Autrey), Paco (Carlos Peralta), Pepe (Marco Graf), Sofi (Daniela Demesa), el Señor Antonio (Fernando Grediaga), la Señora Sofía (Marina de Távira) y la Sra. Teresa (Verónica García), así como la propia Cleo (excelsa Yalitza Aparicio).

Apoyado con la fotografía en blanco y negro que resalta nostalgia por medio de sucesos que marcan al entorno familiar de manera delicada (como la partida del padre del hogar) y la evolución a través de los cambios, el relato resalta también extensos detalles de una época marcada por el ascenso de la clase media y el suceso de afrentas sociales. Rememorantes a la intensidad de los planos secuencias del post-apocalipsis humanitario de “Niños del Hombre” (Children of Men, 2006) o el periplo en el espacio de “Gravedad” (Gravity, 2013), Cuarón utiliza por instancias el súbito cambio de tono para dotar de tensión a las problemáticas políticas gestadas durante los sesenta y e inicios de los setenta marcados por la gestión presidencial de Luis Echeverría, como el llamado “Halconazo” de 1971 que significó una violenta confrontación entre estudiantes y fuerzas paramilitares.

A su vez, los cambios familiares y el entorno de la época marcan también a sus personajes, entre ellos el destino de Cleo y Sofía, quienes está obligadas a efectuar un viaje personal que las lleva a adquirir valentía ante la pérdida de la inocencia tras el rechazo romántico de Fermín (Jorge Antonio Guerrero) y el abandono de Antonio, de manera respectiva. Si bien se tratan de cuestiones mundanas en el sencillo guion del realizador mexicano, captura puntos en común que guardan ambas mujeres sin importar el nivel socioeconómico que gocen, como la maternidad y la inminente decepción amorosa que enfrentan y las obligan a adaptarse al mar de cambios suscitados.

Con pequeños detalles en ritmo y una ligera abundancia de cuestionamientos políticos, “Roma” es una aplaudible composición de emociones relacionadas con la nostalgia y la reconciliación familiar, destacadas por memorables secuencias que remarcan el tópico, la intimidad de la infancia, la introspección de la mujer y las dificultades por las que atraviesa al fungir como empleada doméstica, lejos de su lugar de origen, adoptando un rol importante como creadora de recuerdos en una familia, sin importar su condición social ni origen étnico.

https://www.youtube.com/watch?v=6BS27ngZtxg