“Ready Player One: Comienza el Juego”, del realizador Steven Spielberg, es una dinámica y nostálgica perspectiva de la realidad virtual, su uso como entretenimiento y como escape de las complicaciones de la vida. Estelarizan Tye Sheridan, Olivia Cooke y Ben Mendelsohn.

Una de las innovaciones más prósperas realizadas en el área de la tecnología es la perteneciente a la de los videojuegos, medio de entretenimiento virtual que ofrece a un usuario la posibilidad de asumir un rol interactivo para llegar al final del juego.

El avance en el desarrollo las consolas que las auspician y de las creaciones que llevan a ejercer una identidad o un papel ficticio para alcanzar un objetivo utópico, ha significado la consolidación de una fructífera industria a nivel creativo y económico que la ha llevado a consolidar interacciones sociales más allá de los aspectos concretos de la rutina de la vida.

Entre la delicada línea de la identidad personal y la creación de un perfil ficticio que maquilla la realidad, el videojuego no únicamente funge como un medio para entretener, sino también funge como un escape de los problemas cotidianos, otorgando un impacto en las personas que los juegan para provocar una sensación en particular dependiendo de sus vivencias y también en los programadores que lo confeccionan como un medio de expresión de creatividad.

Bajo dicho parámetro, “Ready Player One: Comienza el Juego” (Ready Player One, 2018) retoma las posibilidades de los alcances de la realidad virtual para ofrecer un curioso relato de aventuras que rinde un tributo a la nostalgia y al escenario gamer.

Trama de “Ready Player One”: El entretenimiento del videojuego y las ambiciones de triunfo

Antes de morir, James Halliday (Mark Rylance), un brillante desarrollador de videojuegos, deja un mensaje con el que invita a los usuarios de OASIS a encontrar el “Huevo de Pascua”, mejor conocido como el easter egg que llevará al ganador a heredar su fortuna por medio de tres llaves a encontrar en el mencionado mundo virtual.

En el año 2049, entre las personas interesadas en el juego se encuentra Wade Watts (Tye Sheridan), un joven que se hace llamar Parzival, quien tras encontrar de manera fortuita la primera llave, se verá envuelto en una aventura que lo llevará a ganar aliados y un fuerte enemigo, el corporativo IOI y su CEO, Nolan Sorrento (Ben Mendelsohn).

Ready Player One (2018) Depeliculatv Facebook

Crítica de “Ready Player One”: Entretenida nostalgia al cine y a los videojuegos retro

El mundo de “Tron” (1982) transitaba en el desarrollo del arcade y el robo corporativista de las creaciones, “existenZ” (1999) representaba la libertad ansiada que ofrecía la realidad virtual y “The Matrix” (1999) presentaba al mundo real como la fachada para esclavizar las mentes humanas a vivencias falsas. Si bien “Ready Player One” coincide con mucho de los aspectos mencionados de dichos filmes, añade un optimista sentido de aventura y aprendizaje rodeado por referencias geeks.

Steven Spielberg toma distancia de su faceta “seria” como realizador que lo ha llevado a explorar versículos con relevancia histórica como los vestigios de la guerra en “La Lista de Schindler” (Schindler´s List, 1993) y “Rescatando al Soldado Ryan” (Saving Private Ryan, 1998), la revisión a los logros y a las adversidades en el ámbito político en “El Puente de los Espías” (Bridge of Spies, 2015) y la lucha por la libertad de expresión periodística en “Los Oscuros Secretos del Pentágono” (The Post, 2017), para retomar su característico lado de entretenimiento conformado por el sentido de la aventura, desplegado en la saga de Indiana Jones o en “Parque Jurásico” (Jurassic Park, 1993).

En el contexto futurista de “Ready Player One”, basada en la novela del escritor estadounidense Ernest Cline, realiza una detallada exploración de una realidad virtual que distrae las frustraciones de las personas que juegan en Oasis, ayudándoles a encontrar un sentido de vida ante el desalentador panorama de la oscura realidad que ofrece crisis económica, desempleo o pobreza, dependiendo de sus pasatiempos, sin importar si se trata del senderismo o una estancia en una discoteca.

Wade, inconforme con las limitantes que vive con su tía, halla un confort emocional en OASIS, donde el anonimato cubre las carencias y características reales del individuo, llevando una estrecha amistad con Aech (Lena Waithe) o idealizando un romance con el avatar Art3mis (Olivia Cook), buscando el premio de Halliday para lograr una mejor oportunidad de vida, llevándolo, de manera progresiva, a comprender la importancia del bien común, del sometimiento corporativista y de importancia de la unión para lograr cambios.

El guion de Zak Penn y el propio Cline aborda también la vasta cantidad de guiños a la cultura cinéfila, otorgando una destacada concepción visual conformada por meritorias secuencias de acción que ayudan a brindar dinamismo al relato, como la persecución del T-Rex, la motocicleta de Kaneda de “Akira” (1988), la destrucción de King Kong, la presencia del DeLorean de Marty McFly o el recorrido por el icónico corredor del Hotel Overlook de “El Resplandor” (The Shining, 1980).

Spielberg, además de recrear una trepidante acción que brinca entre el mundo virtual y la realidad de Columbus, Ohio, comprende también la jerga perteneciente al ámbito gamer, exaltando la importancia del desarrollo de los sistemas computacionales, de vivir la realidad y de disfrutar el ocio que ofrece una realidad virtual en vez de la obsesión por la competencia, conglomerando también una cantidad de personajes icónicos en la historia de los videojuegos (desde Las Tortugas Ninja y Battletoads hasta Street Fighter y Halo) que exaltan una fuerte nostalgia al pasado por su protagonismo en infancias de variadas generaciones a lo largo de las décadas.

Si bien “Ready Player One” no está exenta de errores narrativos que omiten el desarrollo y los orígenes de sus participantes, o del retrato del verdadero conflicto en la distopía de la sociedad representada en la trama, es un entretenido espectáculo de persecuciones y batallas donde la explosión de la cultura pop, la música de los años ochenta y la preservación del pasado cobran una gran importancia en tiempos modernos.