Intérpretes: Karra Elejalde, Clara Lago, Carmen Machi, Dani Rovira,Berto Romero, Rosa María Sardá.
Guión: Borja Cobeaga y Diego San José.
Música: Roque Baños.
Duración: 99 minutos.
A veces sucede que las segundas partes son merecedoras de elogios, que merece la pena acercarse al cine para ver la continuación de una historia que en su primera parte entusiasmó al público. Son pocas veces, eso es verdad, y son contadas las ocasiones en lo que esto sucede: a lo largo de la historia del cine los casos se cuentan, quizá, con una mano, o poco más.
Pero lo que ocurre con Ocho apellidos catalanes, la continuación de la exitosa Ocho apellidos vascos que hace un año se convirtió en la cinta más vista de la historia del cine español y que fue todo un “suceso”, va más allá.
Porque la tan esperada continuación de estos personajes consigue superar a la primera película. Y me refiero a que si Ocho apellidos vascos consiguió divertir a millones de espectadores sin ser una película destacable en la que sólo se salvaban el buen trabajo actoral, algunos chistes y gags, y su desparpajo en forma de comedia a la hora de tratar temas que parecían “tabú” en España como las características regionales y personales de los vascos, incluyendo la mirada divertida sobre la kale borroca o la mismísima ETA, y también de los andaluces, la nueva Ocho apellidos catalanes logra ser una mejor película, una ligera comedia romántica realizada con mejor pulso, que contiene mucho humor, con momentos desternillantes, y que está repleta de estupendas interpretaciones.
Ocho apellidos vascos: Dispuesta a “matar” de risa a todos los espectadores
Ocho apellidos catalanes se centra ahora en la parodia de lo catalán y de su independentismo. Retoma a los personajes en un momento delicado: cuando Amaia, a la que Rafa (Dani Rovira) abandonó por volver a su Sevilla natal, se va a casar en un pueblito catalán con su nuevo novio (Berto Romero), un pintor de éxito bastante excéntrico, y por ello su padre Koldo (Karrá Elejalde), que no está de acuerdo con la boda, viajará a Sevilla en busca de Rafa para presentarse los dos de inmediato en tierras catalanas y hacer cambiar de opinión a su hija.
Sin ser una obra maestra y tampoco sin pretender serlo, la película funciona, todo está mejor engrasado que en la primera, y fluye estupendamente, y hace pasar al espectador un más que agradable rato en el cine. Deja un buen y agradable sabor de boca.
Durante la proyección se oyeron muchas carcajadas y hasta hubo un aplauso generalizado al finalizar la cinta. Seguramente Ocho Apellidos catalanes volverá a ser un éxito rotundo de taquilla, y eso es motivo siempre de alegría. Pero ahora con mayor gozo y satisfacción, porque este nuevo filme es verdaderamente divertido. Los actores, todos, como se suele decir, están para comérselos.