
Ha cumplido 79 años, pero Woody Allen continúa manteniendo la magia en su cita anual. En sus últimos años de carrera ha decepcionado alguna vez, sin ir más lejos con “A Roma con amor”, que aún así tenía algunas ideas brillantes.
Pero también, de época que transcurre en los años 20, y que cuenta con alguna estrella inédita en su filmografía.
“Magia a la luz de la luna” se estrenó en España, el 5 de diciembre de 2014, justo antes de la campaña comercial de Navidad.
Sinopsis de “Magia a la luz de la luna”: el ilusionista
El film tiene como personaje central al hechicero chino Wei Ling Soo, que sorprende al público con trucos incréibles, por ejemplo haciendo desaparecer un elefante. Pero en realidad, se trata de una falsa identidad construida por Stanley, que se disfraza de oriental para sus actuaciones, y que además es un británico arrogante y cascarrabias. Se caracteriza también por su animadversión a los falsos espiritistas, a los que intenta desenmascarar continuamente.
Un día, su viejo amigo Howard le propone investigar en la Provenza francesa a Sophie, una vidente que con ayuda de su madre manipula a una rica familia. Cuando Stanley se encuentra con Sophie por vez primera, llega a la conclusión de que la pondrá en evidencia enseguida. Sin embargo, la chica poco a poco empieza a sorprenderle leyendo la mente, entre otros prodigios sobrenaturales sin explicación racional obvia. Pronto, Stanley le confiesa a su querida tía Vanessa que está empezando a pensar que los poderes de Sophie podrían ser reales, por lo que sus creencias se derrumbarían.
Crítica de “Magia a la luz de la luna”, la necesidad de creer en algo
A estas alturas no resulta una novedad elogiar el realismo y espontaneidad que le extrae a sus intérpretes el geniecillo de Manhattan. Pero es que realmente llama la atención la tajada que le saca a Emma Stone, y a secundarios como Eileen Atkins y Hamish Linklater. Con Colin Firth, que mantiene su nivel habitual en un personaje que parece inspirado en la cruzada anti-espiritista de Harry Houdini, Woody Allen parece estar parodiándose a sí mismo, sobre todo sacándole punta a su escepticismo habitual en cuestiones de religión y moral. Con un guión modélico, plagado de bromas eficaces que no arrancan esta vez la carcajada pero sí una sonrisa, mantiene una puesta en escena en su línea, clásica y de ritmo pausado, por lo que a los espectadores modernos acostumbrados al videoclip los 97 minutos de metraje les pueden parecer lentos, pero a los amantes del buen cine, les sabrán incluso a poco.
Carece de ambición, y acaba convirtiéndose quizás en una comedia romántica más ligera de lo que podría haber sido. Pero “Magia a la luz de la luna” tiene cierto contenido, pues recupera el tema de títulos como “La Rosa Púrpura del Cairo” y “Medianoche en París”, la ilusión como válvula de escape a los problemas de la realidad. Acaba siendo un alegato a favor de la necesidad de creer en algo.
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“Magia a la luz de la luna”: