“Lady Bird”, ópera prima de la realizadora Greta Gerwig, es un carismático y sencillo coming of age que retrata a una rebelde adolescente en búsqueda de una aspiración universitaria fuera de California. Estelarizan Saoirse Ronan y Laurie Metcalf.

En la filmografía de la actriz Greta Gerwig, es latente el predominio de personajes femeninos que buscan una libertad a pesar de las circunstancias personales de desamores y crisis profesionales que enfrentan, como la solitaria Florence en “Greenberg” (2010), la optimista Frances en “Frances Ha” (2012), la inmadura y decepcionada Tracy de “Mistress America” (2015) o la fotógrafa freelance que instruye a un joven sobre el amor en “20th Century Women” (2016).

Crecer implica madurar y encontrar una identidad afianzada con base a las experiencias vividas en la cotidianidad. En “Lady Bird” (2017), el debut de Gerwig como realizadora, implica, además de trazar una perspectiva femenina sobre la adolescencia, una natural perspectiva sobre la madurez a través de las vivencias.

Nominada a cinco premios Óscar 2018.

Trama de “Lady Bird”: Creciendo en Sacramento, California

La adolescente Christine McPherson, alias Lady Bird (Saoirse Ronan), vive en Sacramento, California y atraviesa por una serie de cambios que la llevan a averiguar por ella misma situaciones comunes como el amor, el teatro y la familia, adquiriendo experiencias de vida que la llevan a añorar una profesión artística en Nueva York, además de atravesar una cambiante relación con su sobreprotectora madre Marion (Laurie Metcalf).

Lady Bird (2017) aoirseronandaily tumblr

Crítica de “Lady Bird”: Carismático coming of age sobre la identidad y la familia

La sencillez del coming of age de “Lady Bird” se adentra a una perspectiva millenial con tintes autobiográficos que grita por encontrar una libertad personal en escenarios honestos que incomodan a la “Lady Bird” del título: la incomodidad del nombre real que la lleva a crear uno propio, la vergüenza por pertenecer a la clase media a causar del alto nivel de la escuela católica a la que acude, las amistades que aprende a seleccionar y valorar con cautela, la nostalgia hacia la ausencia de dependencia de la tecnología (celulares), el descubrimiento sexual y la experimentación del romance, primero con el tranquilo Danny (Lucas Hedges) y después con el rebelde Kyle (la estrella en ascenso Timothée Chalamet).

El guion de Greta Gerwig realiza una natural y progresiva transición durante la volubilidad adolescente y el moldeamiento de las decisiones personales, en este caso, con la persecución de una vida fuera del confort del hogar, no sin antes abordar el núcleo familiar, experimentando la misma transición por causas externas de la época como la crisis económica estadounidense en 2002. Desde el hermano que no encuentra empleo (Jordan Rodrigues), el cándido padre (Tracy Letts) que perdió su buen trabajo pero que apoya en lo que puede a su hija, hasta la afrenta natural con Marion (destacada Laurie Metcalf), quien se resiste a ver a Lady Bird lejos de casa.

La honesta exploración de la relación madre/hija realizada por Greta Gerwig presenta los contrastes agridulces, desde el honesto consejo sobre la vida sexual hasta la discusión de decisiones en un auto y las banalidades en una tienda de ropa de segunda mano, para alcanzar una resolución que guía al entendimiento mutuo. Sin embargo, los tintes intelectuales, semejantes al cine de Noah Baumbach, hacen hincapié a cuestionamientos educativos que son un poco redundantes en el desarrollo de la trama.

“Lady Bird” puede retomar una premisa ya vista y conocida bajo muchos contextos, pero su carisma hace crecer a una historia sencilla y agradable sobre la adolescencia, el proceso que involucra experimentar diversas vivencias sexuales, románticas y sociales, muchas veces necesarios para alcanzar las puertas de la adultez joven.