“La Forma del Agua (The Shape of Water)”, del mexicano Guillermo del Toro, es un bello y sencillo relato que entreteje la soledad, los inadaptados sociales, la fuerza del amor y la crueldad humana. Estelarizan Sally Hawkins y Michael Shannon.

La mitología representa al monstruo como un ente sobrenatural que rompe las reglas de la naturaleza para entremezclar fealdad y rasgos humanos con singularidades macabras y formas animales que salen fuera de la convencionalidad en el humano.

El monstruo acecha la tranquilidad del ser humano, despertando miedos provenientes de la psique o de presencias físicas e inexplicables de las que se desconoce su origen. A lo largo de su filmografía, el realizador mexicano Guillermo del Toro ha imaginado criaturas sobrenaturales de ensueño que resaltan el anhelo de la inmortalidad en “Cronos” (1993), la bondad detrás de un héroe “mal rostro” en “Hellboy” (2004) o los horrores de las guerras entrecruzadas con la pérdida de la inocencia infantil en la fantasmagórica “El Espinazo del Diablo” (2001) y en la fábula oscura de “El Laberinto del Fauno” (2006).

La particularidad de Del Toro, la vertiente del corte fantástico que se entrelaza con la exposición a los embates de una realidad conformada por la soledad, oscuridad y los claroscuros humanos, alcanza un punto de madurez en “La Forma del Agua” (The Shape of Water, 2017), un cuento preciosista que resalta una tierna historia de amor entre dos seres improbables, inadaptados y buenos.

Trama de “La Forma del Agua (The Shape of Water)”: El amor sobrenatural en la Guerra Fría

Guerra Fría. Años sesenta. Elisa (Sally Hawkins) es una solitaria conserje que trabaja en un laboratorio de investigación. Muda desde pequeña, su rutina es interrumpida al conocer en las inmediaciones del lugar a un cautivo hombre anfibio (Doug Jones) con la que establecerá un fuerte vínculo afectivo.

La Forma del Agua (2017) Depeliculatv Facebook

Crítica de “La Forma del Agua (The Shape of Water)”: La madurez romántica de Guillermo del Toro

Si bien la evocación del atormentado espíritu de una casa que se sustenta con sangre de “La Cumbre Escarlata” (Crimson Peak, 2015) representó una irregularidad en su narrativa, “La Forma del Agua (The Shape of Water)” viene a consolidar un alto grado estilo de madurez creativa dentro de la colección de historias monstruosas de Guillermo del Toro.

El relato, del propio del Toro y Vanessa Taylor, evocador del clásico “La Mujer y el Monstruo” (Creature from the Black Lagoon, 1954) al rescatar el aspecto y procedencia del monstruo en cuestión, observa a la soledad como medio de exclusión de personajes imperfectos, obligados a interactuar con un lado oscuro de segmentos de la sociedad que rechazan a lo que sale de su paradigma, tratándose de las latencias que aún imperan a favor del racismo, del rechazo a las discapacidades y la homosexualidad, vistos a través de los ojos de Zelda (Octavia Spencer), Elisa (una sobresaliente Sally Hawkins) y Giles (Richard Jenkins). El atisbe político refleja también el juego de traiciones que impera en los tiempos modernos en que se viven, inspirado del cine negro de los cincuentas, con un Hoffstetler (Michael Stulhbarg) debatido entre su curiosidad científica y el cumplimiento del deber, intentando dar oportunidad a la investigación para lograr importantes descubrimientos y a fungir como el espía ruso que se anticipa a la víctima.

Del Toro, como no lo había hecho con anterioridad, brinda una perspectiva romántica y esperanzadora y se aventura también a representar a la comunión sexual como rasgo preponderante en el desarrollo de algunos de sus personajes, siendo una liberación personal para Elisa. Caso contrario ocurre con Strickland (Michael Shannon), el líder de seguridad que presume una virilidad no demostrada en la frustración de la intimidad.

Aunque la sencillez de la trama peca un poco de condescendencia, se beneficia del score de Alexandre Desplat y del estilo visual de mano de la fotografía de Dan Laustsen que, además de resaltar la melancolía, la ensoñación, el maltrato físico y psicológico, otorga un toque de esperanza a través de una historia de amor que guarda una remembranza con el cuento de hadas de “La Bella y la Bestia”. La relación entre Elisa y el hombre anfibio, venerado como un “dios” en tierras amazónicas que se contrapone al catolicismo practicado por el hombre americano, los lleva a abandonar las respectivas incomprensiones en las que viven, simbolizando una aceptación humana que incluye también el paquete de la naturalidad de las imperfecciones como seres vivientes.

La fábula de “La Forma del Agua (The Shape of Water)” representa la cinta más madura de Guillermo del Toro en la técnica que eleva el estandarte fantástico, entregando, humilde y sin complicaciones, la perspectiva del amor como la solución más eficaz a los males de intolerancia que permean en el mundo.