La forma del agua es la nueva cinta dirigida por el mexicano Guillermo del Toro –undécima ya–, y parece que con ella le ha llegado otro de los momentos de su carrera para alcanzar otro gran éxito tanto de público como de reconocimiento internacional. Nada menos que ganó el León de Oro en el Festival de Venecia; también tuvo siete nominaciones en los Globos de Oro, consiguiendo los de mejor director y el de mejor banda sonora; e incluso está nominada a 13 categorías en los próximos premios Oscar que se entregarán este cercano ya domingo 4 de marzo. Es una de las cintas del año, junto a Tres anuncios a las afueras o Los archivos del Pentágono o Dunkerke, y una de las grandes favoritas a llevarse muchos de ellos, incluidos los más importantes, o al menos con muchas opciones según los pronósticos.
Tras su anterior película La cumbre escarlata, que no tuvo demasiado éxito y que era un maravilloso y bellísimo cuento gótico que no tuvo la suerte que merecía, Del toro esta vez entrega al público un bonito y muy tierno cuento de amor que va a hacer las delicias de muchos espectadores.
La forma del agua: historia de soledades
Con claros homenajes a la historia de La Bella y la Bestia y a las cintas clásicas de género de hombres anfibios como La mujer y el monstruo, la película, ambientada en plena Guerra Fría, narra la historia de una mujer madura de vida gris, que además es muda, y que solo tiene la amistad de un viejo vecino pintor y pobretón y de su socarrona compañera de trabajo, con la que comparte complicidades en un laboratorio de alta seguridad donde realizan labores de limpieza, a la que un día la vida le cambiará cuando descubra que el ser que ha capturado el ejército en plena selva amazónica y que ha llevado a esas instalaciones, es una mezcla de hombre y anfibio, y que era considerado como un dios por los nativos americanos.
A partir de ahí, entre estas dos almas puras y buenas, y a espaldas de un malvado agente guardián que está a cargo de esta criatura, irá naciendo una relación tan especial que acabará en el enamoramiento. Pero el ejército tiene unos planes muy oscuros con este ser, y ella querrá salvarlo: se lo llevará de allí, y se iniciará una persecución en la que el malvado guardián no se detendrá ante nada.
La forma del agua: una historia para robar corazones
No es extraño que esta fabula, este cuento de hadas clásico conmueva y llegue a los corazones de muchos espectadores. Y no solo porque esté realizada y rodada magistralmente –asunto que no sorprende en Del Toro–, y que posea una fotografía más que destacable, y que estéticamente esté cuidado hasta el último detalle logrando un film muy bello, sino también porque La forma del agua es una película amable y tierna, que respira buenos sentimientos por todos sus poros, y porque cae a veces en el sentimentalismo más fácil como buen cuento tradicional de seres diferentes e incomprendidos, de buenos y malos, donde al final el amor siempre triunfa. Es un film, en definitiva, hecho para que el público se seque las lágrimas.
Se reconoce el sello personal de Del Toro en su nuevo trabajo; un autor ya importante con un mundo y un estilo visual muy reconocibles, siendo un maestro creando atmósferas, y mezclando realidad y fantasía. Aquí, esta vez, ha optado por hacer un ejercicio pensando mucho en el público, con una historia poco elaborada, demasiado convencional, que ya se ha visto muchas veces.
Aún así, por la espléndida factura visual, por algunos de los toques de humor, por el amor al cine que rezuma y por la bocanada de buenos sentimientos, no se sale decepcionado de la sala.
Título original: The Shape of Water.
Año 2017.
Duración: 119 min.
País: Estados Unidos.
Dirección: Guillermo del Toro.
Música: Alexandre Desplat.
Fotografía: Dan Laustsen.
Reparto: Sally Hawkins, Doug Jones, Michael Shannon, Octavia Spencer, Richard Jenkins,Michael Stuhlbarg, Lauren Lee Smith, David Hewlett, Nick Searcy, Morgan Kelly,Dru Viergever, Maxine Grossman, Amanda Smith, Cyndy Day y Dave Reachill.