“Historia de Fantasmas (A Ghost Story)”, es un poético e introspectivo relato sobre la muerte y el transcurso del tiempo. Estelarizan Casey Affleck y Rooney Mara.

El misterio de la vida después de la muerte conlleva a la posibilidad de creer en la existencia de los fantasmas, aquellas almas que, de acuerdo a supersticiones y leyendas, divagan de manera perdida entre los humanos, fungiendo como observantes o intentando manifestar su presencia con el extraño movimiento de objetos o ruidos. La sobrenaturalidad que implica el contexto fantástico recrea vertientes artísticas en el que el espíritu citado representa una amenaza a la tranquilidad de los vivos o a las doctrinas espiritistas dedicadas en su búsqueda para ayudar a la conciliación de los asuntos pendientes de la anterior existencia.

“Historia de Fantasmas” (A Ghost Story, 2017), además de explorar a la esencia de un espíritu que pisa la delgada línea de la vida y la muerte, es una introspección hacia los pormenores del paso del tiempo, sin importar los sucesos que le rodeen.

Trama de “Historia de Fantasmas (A Ghost Story)”: Sutilidad post- mortem

Tras su fallecimiento en un accidente, C (Casey Affleck) se convierte en un ambulante fantasma que ata su inadvertida existencia al hogar que compartía en vida con su esposa M (Rooney Mara), llevándolo a atestiguar el cambio de residentes en la casa y en el espacio temporal.

Una Historia de Fantasmas (A Ghost Story, 2017) aisandetsarepeopletoo tumblr

Crítica de “Historia de Fantasmas (A Ghost Story)”: Contemplativo retrato de los recuerdos y el tiempo

El realizador David Lowery (Mi Amigo el Dragón, Ain’t Them Bodies Saints), se deslinda de la típica maquinaria de sustos de terror que representa la paranormalidad de los fantasmas, optando por una sutilidad enfocada al atesoramiento de los recuerdos y al proceder del tiempo, con todo y los cambios que involucran a los partícipes, representados en la vida de los seres humanos, sus emociones y sus decisiones.

La contemplación de dichos procesos es resaltada por una delicada y nítida fotografía de Andrew Droz Palermo, regida por la preponderancia de luz en los instantes fugaces del inicio o la finalización del ciclo de la vida o del juego de luces que exalta las reacciones de ira o rechazo hacia un “invasor” dentro de un terreno cargado de memorias y vivencias íntimas. A su vez, las perspectivas panorámicas en el relato proyectan las consecuencias de los cambios físicos en el entorno y de la evolución tecnológica concretada por los seres humanos, séase con la destrucción de una casa de antaño, la edificación de altas construcciones que denotan la oscuridad de la ambición o los parajes solitarios que vislumbran la violencia de razas.

Lowery, en su propio guion, otorga también una delicada introspección al amor y a sus lazos, como el aferramiento del fantasma por la esposa que aún goza de vida, quien contrasta la obsesión con la aceptación de la muerte para proseguir con la continuación de las experiencias de vida y la superación de la pérdida. Así, las conexiones presentadas con los seres auxilian en el eficaz planteamiento de una reflexión sobre los alcances emocionales de los recuerdos y la soledad que involucra la pérdida de pertenencia a un espacio.

Los pocos recursos visuales y musicales, representados en el minimalismo que esconde el relato, pronuncian con fuerza la memoria del fantasma y del congénere vecino con el que goza de escasos momentos de entendimiento en las diferentes circunstancias en vida y en estado fantasmagórico, limitándose en crear una introspección otorgada por las conversaciones humanas sobre los misterios del tiempo y del origen del propio universo, derivando también en una resolución personal no encontrada en vida.

Trascendente en su mensaje, sin importar el espectro condenado a la observación, “Una Historia de Fantasmas (A Ghost Story)” es una orgánica perspectiva sobre la aceptación de la muerte y la aceptación de la ausencia del ser querido para continuar viviendo sin pesares ni remordimientos de conciencia. La poesía visual y narrativa impera en el atesoramiento del pasado, en el tiempo como el tejedor de los recuerdos, como el testigo de los cambios en los seres humanos, en el entorno y en los detalles de apreciaciones emotivas que esconden los lugares menos pensados.