“El Hilo Fantasma (Phantom Thread)”, del realizador Paul Thomas Anderson, es una sutil, obsesiva y retorcida historia de amor acompañado por complejidad psicológica y la sofisticación del diseño de alta costura. Estelarizan Daniel Day-Lewis, Lesley Manville y Vicky Krieps.
Si hay algo que define la trayectoria del realizador estadounidense Paul Thomas Anderson es la inserción del azar y la improbabilidad dentro de un escenario dominado por seres solitarios que guardan comportamientos cuestionables, sometidos a una causa circunstancial y un efecto en sus historias y decisiones.
El estilo, integrado también por la minuciosa atención al detalle del entorno, da paso también a los sucesos que disparan situaciones que marca la conexión de sus personajes, todo ello desde el promisorio debut en “Sidney” (Hard Eight, 1996), los pormenores corales del ascenso y la decaída de la industria pornográfica en “Boogey Nights” (1997), la paradoja e introspección de los lazos de amor y filiales “en Magnolia” (1999), el choque entre los preceptos religiosos y la determinación del azar de “Petróleo Sangriento” (There Will Be Blood, 2007) y los aspectos insólitos que rodea a un detective hippie en “Puro Vicio” (Inherent Vice, 2014).
Para “El Hilo Fantasma” (Phantom Thread, 2017), Anderson crea una oscura perspectiva sobre el amor que, si bien retoma uno que otro elemento básico del clasicismo romántico, la somete a la obsesión psicológica, a la búsqueda del perfeccionismo y el control.
Nominada a seis premios Óscar 2018.
Trama de “El Hilo Fantasma (Phantom Thread)”: El amor en medio de la costura
Londres, 1950. Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis), es un talentoso modisto quien junto a su hermana Cyril (Lesley Manville), tienen una de las casas de moda más famosas del mundo, fabricando vestidos de alta costura para la aristocracia. La metódica vida de Reynolds se verá irrumpida al conocer a Alma (Vicky Krieps), una joven mesera que se convertirá en su musa y en su amante.
Crítica de “El Hilo Fantasma (Phantom Thread)”: Sutil y retorcido retrato del amor
El relato, de autoría de Paul Thomas Anderson, se toma su debido tiempo para desenvolver la sofisticación de la casa de moda de los Woodcock, así como las soledades que acompañan a sus propietarios: Cyril (sólida Lesley Manville) manteniendo su soltería en una época en la que el estado civil era fuertemente enjuiciado y Reynolds, atormentado por la ausencia de la madre, fallecida tiempo atrás, se resiste a mantener a alterar de manera significativa su rutina. Su oficio refleja su estricto modo de vida, instado en alcanzar la perfección artística a través del cuidado de la selección de telas, los bocetos adecuados de los vestidos de su imaginario y evitando a toda costa una estabilidad por representar los cambios a los que no desea adaptarse.
El melodrama de época, semejante en la elegancia de “Carol” (2015) de Todd Haynes y en la exploración del propio Anderson de un hombre dominado por mujeres que encuentra bruscos cambios en su existencia por el amor en “Embriagado de Amor” (Punch-Drunk Love, 2002), se deslinda de escenarios característicos de la Londres de los cincuenta para dar paso a la reclusión en la que viven sus personajes a través del dominio de los interiores, desde las paredes de la casa de moda y la cocina de la casa campirana hasta la oscuridad de las calles, además de añadir la ambivalencia de las relaciones, reforzadas por la sutilidad y las súbitas estridencias del score de Jonny Greenwood.
Anderson, a su usanza, confecciona también una elegante complejidad psicológica que confronta las personalidades de los partícipes del romance, Reynolds y Alma, mostrando un contraste de ideas que los lleva a confrontarse entre sí, con una historia de amor con aristas sórdidas que oscilan desde la ternura y el misterio hasta la toxicidad comunicativa y los momentos retorcidos que resaltan su codependencia y su respectiva necedad de permanecer juntos.
Reynolds (excelso Daniel Day-Lewis en el supuesto último papel de su carrera), afianzado a un metodismo laboral y creativo que desea preservar a toda costa, busca imponer su perspectiva y sus gustos a una Alma que nunca cede al hermetismo de los hábitos de su amante (ni siquiera en una discusión sobre la preparación de las alcachofas), una mujer con fuerza que, además de relatar su historia de amor, busca dar su propia opinión, con una necesidad de sentirse útil que la lleva a ejercer actos retorcidos en su relación con Reynolds, quien siente una mezcla de aversión y amor que lo lleva a sucumbir ante la obsesión que siente por la muchacha.
“El Hilo Fantasma (Phantom Thread)” es una de las cintas más sofisticadas de Paul Thomas Anderson que entreteje la intolerancia a la inevitabilidad de los cambios con el amor y las tesituras que guarda, ahondando en el peso de las acciones realizadas en pos de retener a la persona amada.