Crítica de “Cabeza de Borrador (Eraserhead)”: El surrealismo de David Lynch

“Cabeza de Borrador (Eraserhead)”, la ópera prima del realizador David Lynch, es una trascendente perspectiva de la paternidad, la represión de la sexualidad y el pesimismo, bajo un peculiar entramado visual que remite al horror sustentado en la distorsión biológica.

El estímulo de la imaginación tiene facultades inusitadas para recrear escenarios basados en la oscuridad de la vida, el peso de las responsabilidades y la represión causada por circunstancias sociales o de autoestima.

El terror, en su vertiente artística, no únicamente vislumbra la intimidad de los temores, sino también los confronta para liberarse de su sometimiento. Si bien los setenta fueron epítome del clasicismo del género con el slasher sádico y psicópata de la noche de brujas de “Halloween” (1978) o el giallo italiano de “Suspiria” (1977) que enfatizaba la leyenda de brujas, las sectas y la estética rojiza del acto violento, se presentó otra expresión conformada por la degeneración biológica.

Cabeza de Borrador” (Eraserhead, 1977) no únicamente representa la ópera prima del realizador David Lynch, sino que también consolida un particular estilo visual conformado por el surrealismo, la irracionalidad y la monotonía existencial.

Cabeza de Borrador película David Lynch

Eraserhead (1977) neillblomkamp tumblr

Trama de “Cabeza de Borrador (Eraserhead)”: La fusión de la realidad y la fantasía

Henry Spencer (Jack Nance) tomó unas breves vacaciones de su empleo en una imprenta. Tras recibir la llamada de Mari X (Charlotte Stewart), su ex novia, la visita en casa de sus padres, donde se entera que ella dio a luz a una misteriosa criatura bajo extrañas circunstancias, viéndose obligado a casarse con ella.

Tras la inesperada partida de Mary, Henry queda a cargo del hijo, con el peso de la responsabilidad y la incomodidad de su presencia, poniendo a prueba su cordura.

Crítica de “Cabeza de Borrador (Eraserhead)”: Perdurable horror de la negación paterna y la supresión sexual

Lynch, con “Cabeza de Borrador (Eraserhead)”, afianza, poniendo atención al detalle representado en el entorno, la convergencia de una rutinaria realidad en la que Henry vive sumido en el pesimismo, mezclándose con la fantasía en la que reside el misticismo de un extraño ser que busca crear vida en el planeta.

Apoyado por la fotografía de Herbert Cardwell y Frederick Elmes, el claroscuro y minimalismo entreteje la soledad del personaje y su opresión mental conformada por la rutina, la constante presencia de ladrillos que rodean su ventana, el dominio de la industrialización social que sofoca a los seres humanos y el cuidado del supuesto hijo que termina por detestar a causa del pánico y la restricción que impone.

La experimentación visual en el relato de Lynch, reminiscente de las consecuencias de la transformación insectil de Gregorio Samsa y su percepción como un paria en “La Metamorfosis” de Franz Kafka, crea una descendente espiral en la que resalta el rechazo materno de Mary X, quien huye de la realidad por la incapacidad de crianza y la aberración por la criatura y la rigidez de los padres que buscan la responsabilidad de Henry como progenitor, no sin antes exhibir comportamientos antinaturales que entrevén el retorcimiento de la mente humana.

A través de la pesadilla, Lynch ejecuta también a la opresión sexual de Henry, una curiosidad que rechaza al principio por el tabú que representa el tema, encontrando una manifestación física a través de su atractiva vecina (Judith Roberts), utilizándose elementos subliminales que instan al onirismo del affaire y la locura ante la presencia constante de la criatura. Su apariencia deforme  resulta una amenaza para el ritmo de vida de Henry. Lynch utiliza la metáfora del sueño como el remedio espiritual, en el que su recreación, con la decapitación espiritual, la imitación del teatro y su piso de ajedrez ante la presencia de la mujer con un rostro alterado, sugiere a la muerte como la necesaria válvula de escape para el tormento de Henry.

El claroscuro de “Cabeza de Borrador (Eraserhead)”, el terror atmosférico que irradia y el surrealismo de su concepción visual definieron el imaginario de David Lynch y la parafernalia de ambigüedades y ensoñaciones macabras, acompañadas por la perturbación de la mente humana, reflejaron un particular  estilo reflejado en el contexto dramático de la humanidad detrás de un extraño síndrome degenerativo de “El Hombre Elefante” (The Elephant Man, 1980) o en el visionado surreal moderno de la serie de “Twin Peaks”.

El arte se manifiesta en diferentes vertientes que dependen de la creatividad, así como las ensoñaciones del artista y sus percepciones de la vida y la muerte, sin importar las circunstancias que devengan. Tal y como el canto de la misteriosa mujer del radiador del desenlace de las acciones de Henry, al final, con las cosas buenas individuales, “todo estará bien”.

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