Intérpretes: Miguel Herrán, Antonio Bachiller, Luis Tosar, María Miguel.
Producción española.
Duración: 93 minutos.
Parece que Daniel Guzmán en su faceta de director –como actor es sobradamente conocida su profesionalidad y talento- está abonado a los premios. Con su primer trabajo que dirigió en 2003, un interesante corto titulado “Sueños”, ganó el Goya de ese año al mejor corto y también la espiga de oro en esa modalidad del Festival de Valladolid. Ahora con su primer largometraje –del que es también guionista- ha ganado este año la Biznaga de oro del festival de Málaga que se dedica sólo al cine español.
Y hay que recordar ese primer corto porque en él ya se apuntan los temas y el estilo que a Guzmán le interesan y que están presentes en “A cambio de nada”. Daniel Guzmán tiene una mirada realista, centrada en la vida de los barrios pobres, de la gente obrera, trabajadora, de los suburbios de las grandes ciudades, la gente real, que sufre y que lo tiene casi todo difícil en la vida. Y además se centra en el mundo infantil y adolescente, en esos seres que están empezando a vivir, a descubrir el mundo y a moverse por él.
En “A cambio de nada”, el director ofrece el relato de un par de amigos y vecinos, Darío y Luismi. Darío, que no ha cumplido aún los 16, vive con su madre separada y tienen muchos apuros económicos, y ella quiere que el chico declare contra su padre. Además Darío es medio delincuente, roba dentro de los coches, se lleva motos, roba en los grandes almacenes. El chico no aguantará el “infierno” en el que vive en su casa y se escapará a vivir con “Caralimpia”, un expresidiario amable y fanfarrón que lleva un taller mecánico. Después conocerá a una maravillosa anciana solitaria que recoge objetos de los contenedores para venderlos en el mercadillo.
“A cambio de nada”: maravillosas interpretaciones.
Lo que destaca sobre todo de la cinta son las interpretaciones de los actores. La pareja protagonista lo borda, no pueden estar mejor, pero no es menos los secundarios. “A cambio de nada” es una dura pero encantadora pequeña película que intenta reflejar la realidad de muchos chicos que viven en nuestras ciudades. Se trata de un buen relato de aprendizaje que gustará a muchos espectadores.
También no hay que olvidar que la cinta está basada en hechos y situaciones que el propio Daniel Guzmán vio de pequeño en la gente que le rodeaba. Él nació y creció en un barrio pobre madrileño, y parece que quiere reflexionar sobre ello, y hasta rendir tributo y comprensión a esas gentes, y lo hace con una estupenda combinación de drama y melancolía y cierto humor.
Su pretensión era crear verdad, autenticidad con su ópera prima. Y lo consigue.