Mantener una buena salud e higiene en nuestra boca es fundamental no solo para la calidad de vida del día a día, sino también para evitarnos sufrimientos y problemas causados por la dejadez que pueden terminar doliéndonos tanto en la propia boca como en el bolsillo. Por ello, no deberíamos olvidar instarnos a nosotros mismos a abandonar y dejar de lado la tentadora pereza con el fin de disfrutar de unos dientes libres de placa y gérmenes. Es fundamental, para ello, estandarizar y fijar una serie de rutinas, no demasiado complicadas, que harán posible que lleguemos a ese objetivo. Entre estos consejos, hablaremos, por ejemplo, del uso del cepillo manual frente al eléctrico, el hilo dental, los enjuagues bucales, los distintos tipos y marcas de pastas de dientes o las necesarias visitas periódicas al dentista. Esperamos que os sea de utilidad.
Cepillo manual frente a cepillo eléctrico. ¿Cuál de los dos es mejor?
Aquí la realidad es que la tecnología, como ocurre convencionalmente, se lleva la palma. “Se ha probado científicamente que el cepillo eléctrico elimina hasta un doble más de placa que el manual”, una frase muy recurrente en los anuncios de estos productos, en su mayoría de la marca Oral B. Y si atendemos a críticas, gran parte de ellas también parecen estar de acuerdo en ratificar esta superioridad del eléctrico frente al manual. La diferencia más evidente es su precio; el del manual, muy bajo y económico, mientras que el eléctrico implica ya rascar con más ahínco el bolsillo. Sin embargo, siguen siendo opciones asequibles. De hecho hablábamos de ello en varios artículos previos. Es el caso del Vitality Precision Clean, de Oral B, económico y bastante estándar, pero que cumple perfectamente con lo que se le pide: limpiar como eléctrico. También investigamos opciones genéricamente económicas por precios inferiores a 50 euros o los más punteros de la marca Oral B.
Otro punto a tener en cuenta es que, independientemente del cepillo que finalmente usemos, hay que saber cómo usarlo. Se recomiendan cerdas de materiales suaves y sensibles, ya que una mayor dureza puede repercutir negativamente causando daños en el esmalte o en las encías. Los movimientos que parten de nuestras manos deben ser relajados y sin presionar demasiado. Si se empuja o se mueve demasiado fuerte se pueden producir sangrados y heridas. Pero aquí no acaba todo: la inclinación del cepillo con respecto a la encía debe ser de unos 45 grados aproximadamente. El arrastre y la prolongación deben ser cortas, y es necesario abarcar tanto la parte interna como la externa del diente. Esto es algo que muchas personas olvidamos. Y otra parte de la boca que ignoramos, la lengua, es fundamental limpiarla, ya que es una de las principales causas del mal aliento. Para esta parte de la boca tenemos muy a menudo unas hebras o filamentos de goma que usualmente ocupan la parte trasera del cabezal.
Y lo más importante dentro de este apartado: lávate los dientes tres veces al día. Si lo pensamos mínimamente, es cuestión de aplicar sentido común, en contra de lo que muchos defienden. Las comidas más copiosas son desayuno, almuerzo y cena, y por tanto, es lógico pensar que la acumulación bacteriana será mayor precisamente en esos momentos. De ahí que el cepillado sea perentorio en cada una de esas franjas horarias. Así que lavarse dos veces o una única vez incluso, es insuficiente. Más si cabe si no lo complementamos con otros procesos de higiene dental. Y recordad, cambiad los cepillos o cabezales, según lo que uséis, cada tres meses. Los filamentos en mal estado no ofrecen una limpieza óptima, así que estad atentos al tiempo.
No es lo mismo sin el hilo dental
Limpiar y cepillar la boca al completo, es decir, eliminar absolutamente toda la placa simplemente de un cepillado, es prácticamente imposible. Ni siquiera se acercan al cien por cien. Y es comprensible. Los pequeños fragmentos de comida se acumulan en las diminutas cavidades que forman los dientes solapándose unos con otros. Es esencial que, de modo complementario, usemos el hilo dental como compañero de limpieza del cepillo. Una vez se prueba, es difícil dejarlo porque nos damos cuenta de su tremenda efectividad. Usarlo es simple: se corta un buen trozo, se tensa anudándolo con cada uno de nuestros pulgares y, tensando, se pasa por los contornos de la encía pero nunca llegando a presionarlas, ya que es muy fácil dañarla y provocar sangrados. Delicadeza y paciencia. Por cierto, hay varios tipos: con cera, sin cera, más duros y otros más suaves. Desde un punto de vista personal, recomiendo los suaves, más adecuados para la encía.
El final del cepillado, el enjuague bucal
Una vez cepillados los dientes y pasado el hilo dental, el proceso no ha terminado todavía. Queda la aplicación de un último elemento: el enjuague bucal, idóneo para evitar la placa y la adhesión de gérmenes indeseados. Suelen emplearse con este fin antibacteriano, para prevenir la halitosis o para infecciones bucales más complejas. El flúor suele ser componente habitual en estos productos. También se separan entre enjuagues con y sin alcohol. Los que contienen alcohol, en un porcentaje aproximado del quince por ciento, no es que sean peores, pero sí que son más agresivos, por lo que es una buena idea decantarse por los que carecen de él, más suaves y respetuosos. Marcas destacadas son Oraldine, Listerine, Colgate o Licor del Polo, por ejemplo. En su empleo, no debe ingerirse ni mezclarse con agua, ya que puede rebajar su efectividad.
El material principal, la pasta de dientes
Evidentemente, la pasta de dientes que usemos también tendrá una repercusión directa en nuestra boca, sobre todo a la larga. Con esto ocurre lo mismo que con otras marcas: se mitifican y pensamos que las más comerciales son las mejores. Pues parece ser que de nuevo las apariencias engañan. Entre las marcas más punteras aparecen Sensodyne, Auchan (marca de Alcampo) o Deliplus (marca de Mercadona). Por otro lado, en el campo de las cremas dentales, Oraldine, Licor del Polo o incluso Lacer parece que no llegan a las expectativas que de tan afamadas marcas se esperan.
Las cruciales visitas al dentista
Como ya indicábamos previamente y pese a los esfuerzos que pongamos en dejarnos la boca impecable, es bastante complicado lograr un resultado absoluto. A la larga, las bacterias y los gérmenes provocan el sarro, que no solo afecta al esmalte y al colorido blanquecino de las piezas dentales, sino que también puede provocar graves infecciones de encías. Esta inevitable acumulación de sarro debe limpiarse y eliminarse de forma profesional acudiendo a la consulta de un dentista. Lo recomendado, como mínimo, es realizarse una al año. En cuanto a las revisiones, sería más apropiado reducir el tiempo a intervalos de seis meses, con el fin de prevenir futuros problemas.
Conclusión final
Como colofón del artículo, cabe citar algunos aspectos o factores adicionales que pueden y deben, de hecho, tenerse en cuenta asimismo además de los anteriores. Para mantener esa buena salud bucal de la que hablábamos durante todo el texto, también es fundamental el sentido común y una dieta equilibrada que no incluya alimentos agresivos, con excesivos productos químicos o que directamente son insalubres tanto para la boca como para el cuerpo. ¿Y cómo sabemos cuáles son aquellos hábitos que tenemos que evitar? Tal y como indicábamos previamente, es puro sentido común. Es lógico que costumbres como el tabaco o la ingesta en grandes cantidades de alcohol perjudican gravemente a la salud bucal y, por supuesto, a la general. Otros productos alimenticios, como por ejemplo los refrescos o las comidas ya precocinadas, plagadas de colorantes, conservantes y químicos varios, finalmente van a hacer más mal que bien. Lo dicho, una dieta sana, con productos frescos y de calidad, evitando costumbres como el tabaco o el alcohol, definitivamente nos proporcionarán, junto a una limpieza efectiva, una boca impoluta, limpia y sobre todo muy duradera. No solamente nos ahorramos quebraderos de cabeza, sino que directamente nos permite guardar ese dinero que gastaríamos en reparar y curar las caries, infecciones y otros derivados de un cuidado no muy responsable de nuestras bocas.
Os recordamos, grosso modo, los consejos enumerados anteriormente para que lo memoricéis fácilmente y para que os sea de utilidad:
- Usar cepillo eléctrico en lugar del manual
- Cepillar los dientes durante dos minutos
- Limpiar tanto las partes externas como las internas
- Frotar la lengua con la parte trasera del cepillo
- Usar hilo dental
- Enjuagar la boca tras el cepillado durante unos segundos
- Emplear una pasta de dientes de calidad
- Visitar cada seis meses al dentista
- Realizar una limpieza en el dentista mínimo una vez al año
- Lávate los dientes tres veces al día
- No abuses de productos demasiado químicos o poco saludables
- Evita el tabaco y el alcohol
- No usar demasiado elementos irritantes como blanqueadores
Esperemos que os sea de ayuda y que os sirva para cumplir ese objetivo tan deseado por muchos y tan codiciado por los más perezosos.