Uno de los temas más polémicos de la zoología moderna, ha sido el de los orígenes de las tortugas como especie, en especial con relación a su desarrollo evolutivo. La carencia de fósiles que facilitaran entender el paso desde las tortugas más antiguas a las modernas, así como también las opiniones encontradas entre los expertos en evolución molecular y los paleontólogos, no ha hecho sino acrecentar las disputas teóricas en torno a este problema.
El origen de las tortugas
Esa controversia científica parece haber quedado atrás con la publicación de un reciente estudio en la revista Nature. En este trabajo se realiza un análisis de una primitiva tortuga denominada Pappochelys, la cual fue hallada en el lago alemán Vellberg. Era un reptil de 20 centímetros de largo y 240 millones de años de antigüedad. Habitó en el periodo Triásico Medio.
La Pappochelys carecía de caparazón, pero lo compensaba con unas anchas costillas, detalle particular de las tortugas más antiguas. También contaba con varios huesos que se extendían por todo su vientre. No obstante la característica física más significativa de la Pappochelys es que contaba con diápsidas, es decir, diminutas aberturas detrás de las cuencas de los ojos.
Clave del misterio de las primeras tortugas
Uno de los responsables de la investigación, Hans-Dieter Sues, especialista del Museo de Historia Natural de Washington, en USA, mencionó que las tortugas actuales carecen de esas singulares aberturas, por lo cual algunos científicos consideraban que las diápsidas se habían formado desde los arcosaurios, es decir, cierta clase de dinosaurios y aves primitivas. Gracias al estudio emprendido, Hans-Dieter Sues considera que la presencia de diápsidas confirmaría la opinión de los evolucionistas moleculares quienes aseguraban que estas tortugas primitivas procedían de lagartos y serpientes de la familia de los lepidosaurios, los cuales en la actualidad exhiben estos singulares orificios.
Pero además, el descubrimiento de estos fósiles de Pappochelys propicia la creación de un nexo entre los ancestros más remotos y las tortugas de nuestro tiempo. Al respecto, Hans-Dieter Sues considera que durante largo tiempo no se contó con una serie de fósiles que fuera cronológicamente integral con relación a las modernas tortugas. Los vestigios de tortugas con los que se contaba solamente eran fósiles de Proganochelys y Proterochersis, también halladas en Alemania, pero eran del Tríasico tardío y ya habían desarrollado por completo sus caparazones.
El nacimiento del caparazón de las tortugas
De acuerdo a las conclusiones de esta investigación, a diferencia de las especies anteriores, la Pappochelys tenía una ampliación en el área de las costillas, por el hecho de que aún no había desarrollado caparazón alguno. Hans-Dieter Sues está convencido de que este ancho tronco de la Pappochelys posibilitó que sus nervios y huesos terminaran por fusionarse, lo cual, a juicio de numerosos embriólogos, marcó el surgimiento del caparazón de las tortugas.
Eslabón evolutivo de las tortugas
Por el hecho de que los fósiles de Pappochelys fueron hallados en las cercanías de un lago, los científicos consideran que estas tortugas primitivas habitaron en áreas de intensa humedad. Sues piensa que este animal prehistórico pasaba buena parte de su vida en las cercanías de los lagos de agua dulce, en un entorno abundante en anfibios, peces y reptiles diminutos.
Los expertos involucrados en la investigación de Sues, coinciden en que este nuevo fósil de Pappochelys, por sus características anatómicas, debió haber sido un eslabón entre el Eunotosaurus, la más antigua tortuga de la que se tiene registro, con una antigüedad de 260 millones de años y las tortugas que surgieron posteriormente.