Me apasionan las novelas y películas de ciencia ficción. Algunos amantes del cine y la literatura miran a este género con un poco de desdén, como si sus obras fueran “menores” y no significaran más que un entretenimiento. Sin embargo, no hay mejor forma de intentar vislumbrar el futuro que puede esperar a la humanidad y sus dilemas éticos que asomándose a los universos creados por Stanislaw Lem, Robert A. Heinlein o Ray Bradbury entre otros…
Hay una serie de películas de ciencia ficción que son muy conocidas y que gozan de un gran prestigio: 2001: una odisea en el espacio, Solaris (la de Tarkovsky), La cosa (El enigma de otro mundo)… Pero yo quiero hablar aquí de otras producciones que, sin ser tan famosas, me parecen pequeñas joyas.
El congreso (Ari Folman, 2013)
Ari Folman, director de El congreso. Imagén de Petr Novák, Wikipedia
Basada en la novela de 1971 de Stanislaw Lem Congreso de futurología, el film está dividido en dos partes: la primera está interpretada por actores de la talla de Robin Wright y Harvey Keitel, y trata sobre una actriz cuyos mejores años han pasado, que acepta ceder a una productora su imagen, que será digitalizada y empleada en distintas películas a capricho de sus nuevos dueños; la segunda parte empieza después de un salto temporal de varios años, y tiene la peculiaridad de estar rodada como dibujos animados. Transcurre en un mundo donde mediante productos químicos las personas viven en un mundo irreal donde pueden ser lo que quieran. Vamos, que la soma de Un mundo feliz se queda a la altura del Gelocatil.
Coherence (James Ward Byirkit, 2013)
Nicholas Brendon, uno de los protagonistas de Coherence. Imagen obra de Seiya235.
Unos amigos se reúnen una noche para cenar y hablar de los buenos tiempos, pero el paso de un cometa cerca de la Tierra lo trastoca todo. Situaciones inexplicables que aluden a la hipótesis de los universos paralelos. Esta película demuestra que se puede hacer buen cine de ciencia ficción sin grandes efectos especiales; la mayoría de las situaciones transcurren en el interior de una casa.
La llegada (Denis Villeneuve, 2016)
El director Denis Villeneuve. Imagen obra de Gage Skidmore albergada en Wikimedia Commons
Varias naves alienígenas llegan a la Tierra y nadie sabe que pretenden los extraterrestres que las ocupan. Para intentar entablar comunicación con ellos, el gobierno de Estados Unidos contacta con una experta lingüista y con un físico, que intentarán descifrar el lenguaje empleado por estas criaturas. La llegada está basada en un relato del libro de Ted Chiang La historia de tu vida (en mi humilde opinión, una recopilación de cuentos excelentes).
K-Pax. Un universo aparte (Iain Softley, 2001)
Jeff Bridges interpreta a un psiquiatra (Mark Powell) que un día recibe en su clínica a un paciente de nombre Prot (Kevin Spacey) que afirma ser un extraterrestre procedente del planeta K-Pax. Resulta muy difícil para el doctor encontrar fisuras en el relato de Prot, además de que este posee conocimientos muy avanzados sobre astronomía, y características especiales (es capaz de ver la radiación ultravioleta, por ejemplo) para ser humano. Esta es la gracia que yo le veo a este largometraje (no es ciencia ficción pura): las dudas del doctor Powell se convierten también en tus dudas.
He leído en algunos foros que este film es muy parecido (o plagiado) a uno argentino, Hombre mirando al sudeste. Como no he visto este último, me abstengo de opinar.
Kin-Dza-Dza (Georgiy Daneliya, 1986)
En realidad, jamás se me ocurriría recomendar esta película a nadie, salvo que sea un amante del cine soviético o le gusten las rarezas. Con esto no quiero decir que película sea mala, sino que es extraña. Vamos, como curiosidad está bien, aunque no fui capaz de captar las sutilezas del sentido del humor ruso. Dos ciudadanos soviéticos se encuentran con un alienígena de aspecto humano que sin querer les teletransporta al planeta Plyuk. Al darse cuenta de su situación, intentan desesperadamente regresar a casa. Aquí se puede encontrar un resumen y mucha información sobre este largometraje, por si os ha picado la curiosidad.
