Intérpretes: Willem Dafoe, Ninetta Davali, Ricardo Scarmacio.
Guión: Abel Ferrara.
Nacionalidad italiana.
Duración: 86 minutos.
2 de noviembre de 1975. Al polifacético Pier Paolo Pasolini –novelista, cineasta, poeta, articulista, guionista- supuestamente le asesinan a palos unos delincuentes cerca de Roma, en una playa de Ostia, cuando mantenía relaciones sexuales con un jovencísimo chapero que también interviene en el apaleamiento. Este suceso conmocionó a toda Europa. Este artista crítico, polémico, comprometido con la izquierda y con los más desfavorecidos, transgresor que a nadie quedaba indiferente, lleno de talento y estilo, era un referente no solo de la cultura italiana. Quizá también con él murió toda una época.
Claro homenaje a Pasolini
Un director tan interesante y ya convertido en un clásico como Abel Ferrara -confeso admirador de la figura de Pasolini- ha querido homenajearle. Siempre es necesario recordar a tipos tan importantes en la historia de nuestra cultura, ya sea en películas, libros, documentales…
Esta vez Ferrara se ha centrado en las últimas horas vividas por el director. Unas horas que aún no están del todo aclaradas, si verdaderamente ocurrio la versión oficial.
Ferrara realiza casi un documental con un Willem Dafoe que es el actor perfecto para encarnar a Pasolini. Muestra su vuelta a la casa de su madre en Roma tras su viaje de promoción de su última novela en Suecia, sus conversaciones con su madre a la que adora, con su hermana que es también su secretaria, el envío que hace a Alberto Moravia de su último manuscrito para que le dé su opinión, la reunión que tiene con actores para hablarles de la nueva cinta que quiere hacer… Una vida llena de proyectos, en plena madurez creativa.
Pasolini: oportunidad perdida
Pero la principal objeción que se le puede achacar al film es que pisa demasiado los terrenos del documental. Así resulta también una fría plasmación de esas últimas horas de vida, que no haya profundidad en el personaje y que no se saque mayor partido de un actor como Dafoe. Le falta verdadero peso e importancia a la cinta, y por lo tanto se hace hasta tediosa. Por todo esto resulta una cinta prometedora que naufraga en el resultado final.
Se ha perdido una buena oportunidad para hacer algo más sustancioso sobre Pasolini, y sobre sus misteriosos últimos momentos. Sabe a poco.
Hoy Pasolini tendría 93 años.