“Eres todo un ejemplo; y es todo un placer haber jugado contigo esta Final”, es lo que le dijo al terminar el partido el suizo Wawrinka a un Rafa Nadal muy emocionado, al haber ganado en la Philippe Chautrier y en tan solo dos horas y cinco minutos y en tres sets, lo que parecía increíble: su décimo Roland Garros. Esta victoria es la número quince de Grand Slam, y le confirma una vez más entre los más grandes de la historia del tenis al colocarse en el segundo puesto del ránking tras Federer con 17 y por delante de Sampras con 14; y le confirma también como el mejor tenista que ha habido nunca en la tierra batida.
Nadie hace un año y medio hubiera apostado porque Rafa consiguiera esta nueva Copa de los Mosqueteros. Las lesiones y la falta de confianza no le dejaban realizar su tenis y le tenían en una pequeña crisis de la que por suerte ha sabido salir. Y ahora mismo se encuentra en un gran estado de forma, después de haber ganado esta temporada los Masters 1000 de Miami, Montecarlo, Barcelona y Madrid, y ahora con el torneo de los torneos, el gran Roland Garros.
Y hay que tener también en cuenta cómo lo ha ganado. Porque ha hecho un torneo impecable, mostrando un poderío y una confianza inmensas, dando una lección de tenis tras otra, y demostrando una vez más que muy pocos pueden hacerle sombra en la tierra batida.
Final Roland Garros 2017: Nadal no sufrió demasiado
Y es que la Final de hoy no ha tenido demasiado argumento. Hasta el break del 3-2 en el primer set, hubo cierta igualdad, con un Nadal que no acababa de estar cómodo en la pista y con un Wawrinka que aguantaba el tipo. Pero con esta rotura de servicio, el partido cambió radicalmente. Rafa comenzó a dominar desde el fondo de la pista y a hacer sufrir al suizo con su derecha. Y poco a poco la apisonadora apellidada Nadal fue desesperando al suizo, y en ningún momento le dejó vislumbrar un rayo de remontada ni mucho menos de victoria. Al final lo único que pudo hacer, fue felicitar al español con palabras muy educadas.
Así, Rafa se presenta en muy pocas semanas en la hierba de Wimbledon con muchas opciones de continuar llenando el saco de los títulos, y de seguir acercándose a los 17 Grand Slam de Roger Federer. Otra de las imágenes bonitas de la tarde, aparte de las lágrimas y de la emoción en el rostro del manacorí y de la gran pancarta que la organización desplegó homenajeándole, fue la entrega de otra Copa de los Mosqueteros a su tío y entrenador Tony Nadal, uno de los claros culpables de la carrera estratosférica de su sobrino, y que, por cierto, se retira este año.
Hay que estar muy atentos a todo lo que queda de temporada, porque el manacorí y mejor deportista español de todos los tiempos puede dar más alegrías a todo un país y a todos los seguidores del tenis.