10 consejos para viajar transportando a tu gato

No les gusta recorrer largas distancias, pero a veces no queda más remedio. Recopilamos 10 consejos para viajar transportando a tu gato.

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El transportín de plástico es ideal.

“Es bueno tener un montón de gatos alrededor. Si uno se siente mal, mira a los gatos y se siente mejor”, decía Charles Bukowski. Nos gusta tenerlos cerca para disfrutar de su compañía en todo momento, también cuando nos desplazamos, pero aún así debemos aceptar… ¡que no les gusta viajar! Es una de las cosas más importantes que debes saber antes de tener uno.

Los mininos tienen un carácter territorial y sedentario, y necesitan impregnarlo todo con sus feromonas y reconocer los sonidos, por lo que se alteran si deben cambiar de localización. Sufren por una simple visita al veterinario, así que un desplazamiento largo puede convertirse en una auténtica tortura. Los autobuses, trenes, etc. tienden a asustarles, pues no entienden muy bien qué ocurre cuando están a bordo, lo que les causa un enorme estrés.

El mejor consejo: dejarlo en casa. Que un amigo o vecino que conozca las reglas básicas para cuidar un gato se pase cada dos días para limpiar la bandeja de arena, y ponerle agua y comida.

Por desgracia, en ocasiones no queda más remedio que llevarlo con nosotros, por ejemplo cuando nos vamos de vacaciones pero no tenemos a nadie que pueda ocuparse de él. O en el momento en el que cambiamos de residencia. Recopilamos recomendaciones de los expertos para viajar con gatos.

10 consejos para viajar transportando a tu gato

Siempre se debe consultar al veterinario.

Si no existe otra alternativa que recorrer una larga distancia con el gato, se deben tener en cuenta una serie de recomendaciones. Se entiende que la mayor parte de mascotas lleva microchip, ya que es obligatorio al igual que para los perros desde que cumplen 3 meses, o en caso contrario nos enfrentamos a un multa. Si no lo lleva, mejor ponérselo, pues durante un viaje se podría escapar, y sin esta herramienta resulta difícil justificar que es nuestro.

1. Consultar al veterinario en caso de duda, o de que tengamos un gato especialmente miedoso. Si estamos seguros de que el viaje va a ser un problema, y le va a causar mucho estrés, igual decide administrarle algún tipo de sedante.

2. Siempre se debe llevar al gato en un transportín para viajar con él. De esta forma irá más seguro. El pequeño problema es que no le gustará nada y si se ha usado más veces, al verlo se huelen la tostada, por lo que resultará complicado meterle dentro. Puede servir de ayuda dejar alguno de estos accesorios siempre a su vista, por ejemplo entre sus juguetes. Incluso se le puede dar de comer dentro alguna vez. De esta forma se acostumbrará a su presencia, o los percibirá menos como una amenaza.

3. El transportín debe ser de su tamaño, o un poco mayor. El gato debe ponerse de pie y darse una vuelta dentro. Cuidado con escoger uno demasiado pequeño, pues si los viajes son difíciles de por sí, todavía serán más incómodos si debe ir agachado y agobiado. Pueden ir dentro dos mininos, pero siempre y cuándo tengan espacio suficiente. Por norma general, contra más grande mejor. Cuidado con cogerlo por el asa, pues si ésta se rompiera, le causará un pequeño shock.

4. Se recomienda utilizar transportines de plástico. Existen en el mercado una amplia variedad, fabricados con diversos materiales: metal, tela, etc. Pero conviene decantarse por los de plástico porque dan menos calor al animal, además se limpian con mayor facilidad.

Amazon Basic fabrica el transportín perfecto, con dos puertas, para facilitar meter al gato dentro. No es demasiado caro y cuenta con una buena ventilación.

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Existe algún que otro modelo parecido:

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5. Para evitar vómitos, en viajes muy largos conviene que el gato esté en ayunas un tiempo. Más o menos, no debe comer nada desde que falten entre 10 y 12 horas para iniciar el trayecto. Ya se alimentará a la llegada. Lo que sí necesita es mucha agua, se pueden comprar botellas especialmente pensadas para viajes.

6. A ser posible viajar en coche. Tiene  la ventaja de que permite pararnos si el gato se ha puesto demasiado nervioso, o de vez en cuándo para descansar, y sacarle a estirar las piernas. Durante el trayecto debe permanecer dentro del transportín, pues podría interferir en la conducción, lo que en algunos países conlleva sanciones, en España de 100€. En autobús posiblemente se agobiará. El avión tiene la ventaja de la rapidez, pero lo pasará mal si va en la bodega con los equipajes, un poco mejor si se recurre a alguna de las compañías (Iberia, Vueling, KLM, por ejemplo) que permiten llevarle en cabina (por un módico precio, claro). En tren normalmente se permite al viajero llevarlo consigo. Renfe no cobra por ello.

7. Colócale en un sitio con buena ventilación. Si hace mucho calor, a ser posible que no le dé el sol directamente, va mejor a la sombra. Se considera lo más óptimo ponerlo en el suelo de la parte trasera, detrás de los asientos de delante.

8. Prevenir problemas de salud. Se aconseja buscar un veterinario cercano al lugar en el que nos vamos a alojar, por si surge alguna emergencia. Antes de partir, se debe obtener información sobre las exigencias sanitarias del país de destino, pues a veces se pide un control sanitario antes de que el gato viaje, y hasta 40 días de cuarentena. Los requisitos no son siempre los mismos.

9. No te desesperes ante sus maullidos. Algunos se pasaran quejándose todo el viaje. Pero que no cunda el pánico, esto no implica necesariamente que estén sufriendo, más bien están expresando que no les gusta la situación. Ayuda conversar con ellos para tratar de tranquilizarles, reconocer nuestra voz les hará sentir mejor.

10. Nada más llegar, dejarlo en una habitación segura, de la que no se pueda escapar y ofrecerle algo de comer. En un primer momento no le apetecerá, pero en cuanto el gato dé algún paseo y se habitúe a su nueva ubicación, seguro que la prueba.

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