Todos nos hemos sentido vulnerables alguna vez en la vida. Muchas veces como adultos nos vemos sorprendidos por conflictos de pareja, laborales o comportamientos que se detonan y que no logramos controlar. La causa es en muchas ocasiones, una realidad herida que arrastramos desde que eramos niños que no fue resuelta adecuadamente y estalla, sin remedio, en la edad adulta. Integrar nuestra vulnerabilidad o traumas permite mejorar la salud emocional. Conoce las herramientas que te permiten ser feliz.
Descubre cómo afecta la realidad herida.
¿ Qué es la realidad herida ?
Es una parte de nosotros mismos bastante desconocida porque nos hemos alejado de ella debido al dolor y vulnerabilidad que nos causa. Un material guardado desde la infancia ya sea en el inconsciente o el subconsciente que se detona en la edad adulta.
¿ Cómo se nota el niño interior o vulnerabilidad ?
Se acaba viendo en el cuerpo en la edad adulta. La vulnerabilidad no se elimina con pensamientos bonitos. Uno no elige cómo desactivarlo. Se siente.
Es como el ingrediente principal de un apetecible sándwich que necesitas abrir para conocer lo que esconde dentro. Y mientras no lo abras seguirás masticando algo que no controlas ni lo más mínimo hasta que la bola acabe indigestando tu día a día.
El adulto intenta entender a su niño interior sin reparar en la irracionalidad de esa vulnerabilidad.
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¿ Cómo se manifiesta la realidad herida ?
Se manifiesta de dos formas:
Fusionada: el niño interior toma el control dejando el lado adulto totalmente al margen. A través del rechazo, la culpa, la manipulación… con el objetivo de no sentir o protegerse del dolor.
Desconectada: se finge que no existe. Yo, mi, me, conmigo… no necesito a nadie, me basto solo. En este caso el lado adulto queda de espaldas al niño interior.
En ambos casos la vulnerabilidad sabotea nuestra realidad objetiva mientras nos pasamos la vida auto justificándonos.
¿ Cuál es el problema de la realidad herida ?
El problema es que siempre hay una parte que está ausente. Nunca conviven estas dos formas en armonía simultáneamente.
La realidad herida se nota en el cuerpo.
¿ Cómo puedo convivir con mi vulnerabilidad ?
Solo existe una manera que pasa por crear un espacio de contención. Para aceptar que mi niño interior convive dentro de mí y respetarlo porque no se va a ir.
Un espacio seguro lo protege de las agresiones externas pero también de las agresiones internas. Para nutrir a ese niño interior de forma sólida, estable y sobre todo, duradera.
¿ Qué tipos de heridas existen ?
De carencia: se originan porque no recibí lo que realmente necesitaba. Ya sea por abandono de los adultos o por privación. Porque los adultos no se encontraban disponibles para ese niño.
De invasión: se originan por recibir comportamientos que no necesitaba. Por abuso, ya sea físico, sexual, emocional o mental.
Todas las heridas son cicatrices del pasado que duelen pero que no se pueden eliminar. Solo contener y aprender a convivir con ellas.
Todos somos vulnerables.
¿ Cómo afecta a la salud ?
El resultado de cualquiera de las heridas se cimienta en la herida de la vergüenza que causa en el niño. Porque toda carencia o invasión es vivida por el niño con total responsabilidad. Siente que si pasó eso es por su culpa ( dentro de la lógica del niño ).
Siente una profunda sensación de no merecimiento y de culpa ( soy un error ).
Lo cierto es que no es nada fácil lidiar con nuestro niño interior herido, con nuestra vulnerabilidad. Pero es necesario entender que dentro de nosotros existe una realidad herida y contenerla y darle el espacio que no tuvo en su día es la forma de mejorar tanto quejas somáticas como relaciones interpersonales.
