El pensamiento científico no funciona en el ámbito de la astrología, si no se produce un discernimiento entre análisis y síntesis.

Cuando en el antiguo Egipto y en la antigua Grecia se sentaron las bases de la astrología, no se dejaron registros acerca de los fundamentos que condujeron a aquellos estudiosos a declarar los principios de la materia misma, respectivos a sus condiciones, estructura y funcionamiento. Por caso, El Centiloquio, de Claudio Ptolomeo, está conformado por una centena de sentencias, como de leyes de cualquier reglamento o constitución.

La astrología y el pensamiento científico

En su afán de verosimilitud racional, los astrólogos modernos han intentado contrastar y respaldar dichas leyes astrológicas con principios científicos, aún forzando una pretendida complementación de ambos, resultando en conclusiones desastrosas, desde todo punto de vista.
Es interesante para la formación del aprendiz en cualquier materia, atender a las observaciones de los detractores de aquella disciplina a la que se haya encomendado, cuando éstas son serias y bien intencionadas.
Es el caso del libro El Secreto de las Estrellas. Astrología: ¿Mito o Realidad?, de los astrónomos Roger B. Culver y Philip A. Ianna, quienes, precisamente, con buen ánimo y criterio, denuncian todos los sinsentidos, inverosimilitudes y hasta ridiculeces, siempre desde el punto de vista científico, que durante siglos han venido declarando los tratadistas astrológicos.
Precisamente, en su mayor parte se basan en las estadísticas por estos presentadas con resultados tales como “la aparición del sol en la casa VIII del horóscopo anual es índice de muerte en el correr del año” o “las noches de luna llena hay un mayor índice de crímenes cometidos”.

La estadística en la astrología

El problema es que las estadísticas en la astrología no funcionan, como en su libro La Técnica de las Revoluciones Solares nos lo hace saber su autor, Alexander Volguine:
“Como todo el mundo, he empleado largo tiempo las estadísticas, para luego renunciar (a éstas) para siempre, ya que el método estadístico, en Astrología, es más pernicioso que útil: Cada factor astrológico posee en cada caso particular su propia fuerza. Marte en Aries, por ejemplo, no tiene el mismo significado ni la misma fuerza en los millares de personas que lo poseen. Para hacer verdaderas estadísticas es necesaria una colección de temas, teniendo el mismo Ascendente y todas las posiciones planetarias idénticas, ya que todas las estadísticas existentes se hacen en Astrología, considerando los factores siempre todos iguales (lo que es falso). M. Pierre Larnaude lo ha comprendido bien, ya que dice: “La estadística, por sí misma, no conforma un conocimiento científico; ella no prueba nada directamente; aún cuando dos fenómenos diferentes ofrecieran una forma de paralelismo, no se tiene el derecho de concluir de que existe una relación causal. Haría falta poder aislarlos de todas las otras circunstancias, crear una coincidencia aislada; luego, eso es imposible; la estadística necesita entonces ser interpretada, lo que presenta extremas dificultades…“ El razonamiento por analogía es menos formal, deja subsistir un margen muy grande de aproximación; además, existe la ventaja de ser sintético, mientras que la estadística es analítica, contraria por tanto al principio mismo de la Astrología, que es síntesis…”.

Análisis y síntesis

En su libro Historia y Evolución del Pensamiento Científico, Ramón Ruíz Limón nos dice:
“Todos los fenómenos que se presentan a la consideración del hombre son demasiados complejos si se les examina con detenimiento. Son simples sólo a primera vista. Si se quiere indagar las causas, se hace necesario separar en partes el fenómeno para estudiarlo de mejor manera. Pero como en esta separación pudiera cometerse errores, es imprescindible juntar de nuevo las partes del todo separado con el objeto de ver si se puede volver a integrar de igual forma. Si se nos encarga decidir sobre la calidad de un libro, primero tendremos que separarlo en partes para poder estudiarlo; podríamos considerar por separado el estilo literario, los aspectos temáticos y la facilidad para ser entendido. Esto facilitaría adentrarnos más a la obra. Una vez terminado este estudio, se reunirá en un todo lo que observamos por separado, el cual será nuestro veredicto con respecto a la calidad del libro”.
Y más adelante: “El análisis es la operación intelectual que considera por separado las partes de un todo; la síntesis reúne las partes de un todo separado y las considera como unidad”.
Ya nos advertían los viejos tratadistas antes mencionados, que en el análisis de una carta natal se debe siempre analizar el todo antes que las partes, para no incurrir en errores; cuestión que ha traído más de un dolor de cabeza al principiante, pues, ¿qué significa en astrología la observación del todo?; la carta natal se parece demasiado a un mandala, si no se nos permite su estudio en partes, da la sensación de que más que observar se debiera “contemplar”, casi con la pretensión de entrar en trance, para que el objeto nos revele algún secreto arcano.

El desafío del astrólogo

Ante la imposibilidad de analizar el todo, de modo unívoco y total, el astrólogo debe ir en su análisis del todo a las partes, y de las partes al todo, una y mil veces, tantas como sea necesario, hasta llegar a la síntesis de la que hablaba Volguine, sabiendo de antemano que su resultado final jamás será del todo completo y objetivo.
La astrología jamás debió de proclamarse como una ciencia, dado lo antedicho, ni siquiera como un arte, que quizás no tenga el arte obligación de entrar en presupuestos. La astrología no es nada más que una artesanía, un oficio.