El Demonio de Dover: espejo de otredad

A finales de la década de 1970, una rara criatura, como escapada de una alucinante pesadilla, deambuló por Massachusetts, Estados Unidos, causando temor entre los habitantes de la comunidad de Dover. Y aunque hubo pocos avistamientos de ella y todo se limitó a una breve secuencia de eventos, el caso causó un gran revuelo, llegando a ser con el tiempo, un acontecimiento de referencia en los anales de la criptozoología: el caso del demonio de Dover.

Dover y su criatura

En los últimos días de abril de 1977, los investigadores Walter Webb, Edd Fogg, Loren Coleman y Joseph Nyman, se trasladaron a una pequeña comunidad de Massachusetts, USA,  llamada Dover, en donde hace apenas unos días, una criatura había sembrado el desconcierto entre los lugareños por su aterradora morfología. El grupo de investigadores permaneció algún tiempo en Dover tratando de resolver un enigma que, no obstante el pasar de los años, sigue sin una lógica explicación.

El caso inició el día 21 de abril del año en cuestión, cuando un monstruoso ser se estuvo paseando por el hasta el momento plácido Dover, motivando una gran alarma entre los lugareños. Era de noche en el diminuto pueblo cuando Bill Bartlett conducía hacia su hogar en Walpole St, en compañía de un par de amigos. Eran cerca de las diez y media de la noche cuando, estando a bordo de su sedan Volkswagen, Bill captó de reojo algo que se movía en un muro de roca que se hallaba un tanto más adelante, por la parte izquierda de donde manejaba su vehículo.

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Una criatura extraña

Intrigado, Bill disminuyó la velocidad de su avance y condujo su coche de manera que los faros pudieron alumbrar la zona del muro donde había percibido ese movimiento inusual. Fue entonces que su asombro no tuvo límites, cuando avistó a la criatura más grotesca que jamás hubiera observado.

De acuerdo a lo declarado posteriormente por Bartlett, el ser tenía el cuerpo parecido al de un bebé, pero con las extremidades descomunalmente largas. De hecho la cabeza de la criatura era notablemente desproporcionada con relación a su cuerpo, era enorme y con la forma de un melón. El tono de la piel del monstruo era pálido y hacía pensar, por su textura, en la de un delfín o un escualo. Sus manos terminaban en dedos sumamente largos. Al quedar deslumbrada, la criatura miró al auto con sus penetrantes, enormes y vidriosos ojos, los cuales eran de color anaranjado.

Frente a lo desconocido

El encuentro duro apenas unos 10 o 15 segundos y tras avanzar aún medio kilómetro, Bill detuvo al fin el auto para comenzar lo que vio a sus amigos. Extrañamente ellos no habían observado nada, y durante algunos momentos discutieron si deberían volver al paraje donde apareció la criatura. Al final un sentido juicioso y un poco de temor también, les hizo desistir de esa intención. Aún impresionado por su experiencia, Bartlett, ya estando en su hogar, elaboró un dibujo del extraño ser, mismo que terminaría por ser conocido en todo el orbe.

Unas dos horas después, pasada la media noche, ya el 22 de abril, John Baxter, de 15 años, se encaminaba a casa de su novia siguiendo el camino de Miller Hill Road, también en la comunidad de Dover. Había estado caminando durante unos treinta minutos y se hallaba a medio kilómetro de su destino cuando miró a unos 50 metros una silueta muy extraña posada en una colina. Baxter pensó, inicialmente, que se trataba de M.G. Bouchard un chico con deformaciones que habitaba en las cercanías.

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Un monstruo en Dover

No obstante, conforme siguió avanzando las dudas de si realmente era Bouchard esa extraña figura se esfumaron por completo. Se aproximó más al insólito ser, y preguntó en alta voz: “¿Quién está allí?”, lo cual inquietó al monstruo que a gran velocidad se ocultó entre unos maderos. El joven se animó a perseguir a la criatura hasta llegar a un arroyo pequeño. Fue entonces que el ser se subió a una roca y Baxter pudo observarla mejor bajo la luz de la luna.

De acuerdo a una entrevista ofrecida a uno de los investigadores, el joven afirmó que pudo ver perfectamente a la criatura, la cual era sumamente delgada, aunque lo más impresionante eran sus anaranjados ojos de gran tamaño que se clavaron en Baxter. Fue hasta entonces que el joven sintió un gran temor y su corazón comenzó a latir intensamente. Se preguntó cómo es que había decidido seguir al engendro y resolvió alejarse de allí lo antes posible.

Otro avistamiento de la bestia

Así como en el caso de Bill Bartlet, John Baxter también realizó un dibujo del Demonio de Dover y habiendo asegurado que no había visto el dibujo del otro testigo, sorprende constatar que las similitudes entre ambos son extraordinarias.

Pero se dio un caso más, la medianoche del siguiente día. El Demonio de Dover se apareció a otros jóvenes en circunstancias asombrosas. Will Traintor, de 18 años acompañaba de regreso a casa a su novia, Abby Brabham, del pueblo de Sheborn, cuando, al estar alejándose al oeste de la Avenida Springdale, percibió que algo se movía a la izquierda del camino.

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Entre animal y humano

De acuerdo a Abby, la criatura- que ella mencionó como “animal”-, se movía como lo hacen los monos y era justamente de ese tamaño, pero carecía de pelo y su piel era sumamente pálida. Además, su cabeza era extrañamente grande y de extraña forma: era como una sandía y lo que más destacaba de ella eran unos enormes ojos verdes. Cuando Abby avisó a Will de lo que había observado, él solo captó algo que se movía entre la fronda, pero no fue capaz de distinguir qué era eso.

Un detalle significativo es que Abby sostuvo siempre que el color de los ojos de la criatura eran verdes, aun cuando los investigadores le comentaron que los otros testigos afirmaban que el demonio de Dover tenía los ojos anaranjados.

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Un monstruo en Dover

Algunos de los investigadores, como Joseph Nyman y Lauren Coleman, concluyeron que había algunas contradicciones y lagunas en las entrevistas que efectuaron a los testigos. La imposibilidad de comprobar si los involucrados se conocían ya desde antes de los avistamientos y una falta de coherencia de las fechas, lograron sembrar algunas dudas.

Como quiera que sea, los problemas del caso solo pudieron haberse dado después del primer caso, el encuentro que tuvo Bartlett con este extraño ser, el cual fue relatado, incluyendo el dibujo que realizó, en el diario Boston Globe. La integridad y seriedad de los chicos, de acuerdo a los lugareños entrevistados por los investigadores, estaba fuera de dudas: no hubieran sido capaces de inventar algo así.

Espejo de otredad

El Demonio de Dover fascina no tanto por lo extraño que resulta su grotesca morfología, sino por lo que tiene de semejante con lo humano pero desde lo diferente- algo que evoca lo humano- pero desde una perspectiva extraña y torcida, como si nos redescubriéramos desde fuera de nosotros mismos.

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