“Ocho apellidos catalanes” recupera a los personajes del gran fenómeno del cine español de 2014. Llega a las pantallas con el independentismo catalán más de actualidad que nunca.

A pesar de su asumida ligereza y de su falta de pretensiones, “Ocho apellidos vascos” se convirtió en un fenómeno al españolizar la fórmula de la italiana “Bienvenidos al norte”, confrontando en clave de humor los tópicos sobre los dos extremos del país, y recuperando el humor regional de las viejas películas de Paco Martínez Soria.

Lo cierto es que ni el arranque de esta comedia romántica estaba bien construido (¿realmente es tan importante que el novio andaluz de la chica tenga que hacerse pasar por vasco?). Pero tenía su mérito por su tono amable poco ofensivo, y por lograr algunos momentos graciosos (Euskadi tiene un color especial…).

Al convertirse en la película española más taquillera de todos los tiempos, por encima de “Lo imposible” (aunque parezca ídem), no sorprende demasiado que se haya rodado una secuela, en tiempo récord.

“Ocho apellidos catalanes” se estrena el 20 de noviembre de 2015.

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Sinopsis de “Ocho apellidos catalanes”, campanas de boda

Carmen Machi y Karra Elejalde.

El andaluz Rafa ha regresado a su tierra tras romper con la vasca Amaia. Cuando descubre que el padre de ésta, Koldo, ha viajado al sur en su busca teme que le vaya a pegar por haber dejado a su hija, pero en realidad quiere que le devuelva un lauburu tradicional de su familia, que le regaló para la boda.

Ahora, lo necesita porque Amaia se va a casar con otro, en concreto un artista catalán. Celoso, Rafa insiste en acompañar a Koldo a la boda para tratar de impedirla.

Crítica de “Ocho apellidos catalanes”, baja intensidad

Los protagonistas de “Ocho apellidos catalanes”.

Como una gran mayoría del público tiene las expectativas demasiado altas, y sobrevalora la primera entrega, provocará tremendas decepciones y tendrá un boca a oreja muy negativo. Genera algunas sonrisas, pero le falta alguno de los gags realmente eficaces que compensaban los defectos de aquélla. Alguno funciona, más o menos, como el de la estación de Atocha, en Madrid, o lo relativo a un bar que reparte jamón gratis. Pero acaban siendo poca cosa. También se ha perdido por completo la frescura.

Desaprovecha muchos de sus elementos, como la subtrama, robada de “Goodbye, Lenin!”, en la que el novio trata de convencer a su anciana madre de que Cataluña ya se ha independizado, lo que apenas da juego. O la del guardia civil dispuesto a defender la unidad de España, que promete mucho y luego se queda en nada.

Por contra, quien no espere mucho, se sorprenderá de que dentro de su modestia funcione, por su tono amable y cuidado tratamiento de las diferencias autonómicas, y de la situación en Cataluña. También en gran medida gracias a Karra Elejalde, que sigue sacándole petróleo a su personaje, parodia exagerada de los vascos. Como era de esperar, la veterana Rosa María Sardà no decepciona, haciendo lo propio con los catalanes. Por su parte, Dani Rovira convence con su estilo espontáneo.

El resto saben a poco, sobre todo Clara Lago, que apenas tiene cancha, Belén Cuesta desaprovechando a su organizadora de bodas con sorpresa, y Berto Romero, que quizás no sea el actor catalán más apropiado para encarnar a Pau, nuevo novio de la protagonista. Pese a su gracia natural, Alfonso Sánchez y Alberto López (los amigos del personaje de Rovira) esta vez parecen incluidos en el guión por los pelos.