Con “La Leyenda de la Princesa Kaguya”, el realizador Isao Takahata presenta un sutil y evocador retrato sobre una de las leyendas de folclore más famosas de Japón.

Poco después que Hayao Miyazaki anunciara su retiro de la industria de la animación (aun cuando recientemente se dio a conocer que realizaría un cortometraje en 3D), Studio Ghibli clausuró, a manera temporal, en 2014, su producción de largometrajes, aunque continuaría con sus licencias hasta que finalizara un proceso de reestructuración en la empresa.

Antes de dicho acontecimiento, dos cintas más fueron realizadas bajo la tutela del estudio, buscando llenar el hueco de la ausencia de Miyazaki: una es sobre la amistad entre una joven y un fantasma en “When Marnie Was There” (2014) y la otra se trata de “La Leyenda de la Princesa Kaguya” (The Tale of the Princess Kaguya, 2013), la cual se enfoca en una conocida leyenda folclórica japonesa.

Trama de “La Leyenda de la Princesa Kaguya”: El cuento popular de una princesa que brilla

En una aldea del Japón feudal, un cortador de bambués encuentra en un tallo de bambú a una pequeña. Junto a su mujer deciden adoptarla. La llaman Kaguya y con el tiempo, tras encontrar oro en el bosque, la pareja de ancianos decide obtener una mejor vida y buscarán que la chica sea parte de la nobleza. A su vez, Kaguya se convertirá en una hermosa mujer que atraerá la atención de muchos hombres importantes en el país, sin imaginarse la magnitud del destino que le aguarda.

The Tale of Princess Kaguya basegame

Crítica de “La Leyenda de la Princesa Kaguya”, Studio Ghibli entrega una preciosista leyenda japonesa

Uno de los realizadores más identificables del mundo de la animación nipona, Isao Takahata (El Cementerio de las Luciérnagas, Recuerdos del Ayer, Mis Vecinos los Yamada) se aproxima al folclore local de la historia con sutileza.

Similar a un imaginario conformado por acuarelas que rememoran a las ilustraciones antiguas de la propia leyenda, se toma su tiempo para presentar los aspectos en la vida de Kaguya. Además de retratar el hipotético nacimiento, su crecimiento en la zona rural se va afianzando como una etapa feliz para el personaje, el cual cambiará al momento de llevársele a vivir a la ciudad… cambios humanos para un ser nada ordinario que irán modificando la percepción del estelar sobre el mundo que le rodea. Así, el realizador japonés lleva al relato por un breve instante a rasgos surrealistas que recrean la desesperación que resquebraja a la heroína.

Caso contrario a Hayao Miyazaki en su obra, Takahata se enfoca en mostrar con “La Leyenda de la Princesa Kaguya”, de una forma más lúgubre, los preceptos que conforman la vida en sí. Intercalando con la leyenda una historia de amistad con Suitomaru que la lleva a experimentar también la calidez de las relaciones humanas y de paso añorarlas, Kaguya y su desbordante alegría sucumben ante el desencanto y la cotidianidad de la vida, experimentando los contrastes propios de lo que en sí representa vivir, mostrándose incluso sus procesos biológicos, desde el nacimiento (inmaculado en este caso), el crecimiento con el que va conociéndose el mundo, la juventud en la que se cuestionan las ideas y la inevitable partida que llega sin importar el momento ni la circunstancia, con un personaje femenino fuerte, pero sin estar exento de fragilidad.

Sutil y preciosista en una concepción visual que resalta los diversos estados emocionales de los personajes que acompañan a la leyenda en cuestión, “La Leyenda de la Princesa Kaguya” es una cinta del Studio Ghibli digna de recordar gracias al mensaje que intenta aportar: el de no olvidar amar, sin importar las circunstancias.