“El Abrazo de la Serpiente”, del realizador colombiano Ciro Guerra, es una introspección sencilla y mágica de la existencia humana, la espiritualidad y la naturaleza. Nominada al Óscar a Mejor Película Extranjera en 2016.
Latinoamérica cuenta con una vasta cantidad de padecimientos sociales resaltados por el escritor Eduardo Galeano en su estudiado y célebre ensayo de 1971 “Las Venas Abiertas de América Latina”, como la pobreza y el colonialismo. Aunado a dichos temas, la delincuencia y el narcotráfico son objeto de interés constante en el cine de dicha región del continente y las ocasiones en las que se presta importancia a aspectos más humanos, como las raíces indígenas, son contadas.
A pesar de ser ignoradas por la gran mayoría, su huella permanece por medio de su cultura, sus creencias relacionadas a la trascendencia del espíritu, las plantas medicinales, los secretos de la naturaleza y las tradiciones, algunas de ellas contando también con enseñanzas chamánicas, conocimientos que unos cuantos poseen.
“El Abrazo de la Serpiente” (2015), del realizador colombiano Ciro Guerra, aborda aquel precepto, conjugando las cuestiones existenciales del ser humano, sus apegos, su intento por creer en lo desconocido y el amor por la naturaleza misma.
Trama de “El Abrazo de la Serpiente”: La misión de un chamán en el Amazonas
El Abrazo de la Serpiente (2015), de Ciro Gurra idarraga920 tumblr
Karamakate es el último descendiente de su tribu y es un chamán del Amazonas, ermitaño y desconfiado de la sociedad. Después de conocer a Richard Evans Schultes (Brionne Davis), un investigador estadounidense interesado en buscar el yakruna, una planta sagrada difícil de encontrar.
Así, emprenderá el viaje en el amazonas que lo llevará a recordar una similar travesía al corazón de la selva realizada en su juventud con el también investigador Theodor Koch- Grünberg (Jan Bijvoet), en el que pasado, el presente y el futuro serán uno mismo.
Crítica de “El Abrazo de la Serpiente”: Una mística y poética exploración del hombre y la naturaleza
Ciro Guerra (La Sombra del Caminante, Los Viajes del Viento), en su tercer largometraje, ofrece un retrato en el que la preponderancia radica en el cuestionamiento del hombre en un entorno natural e introspectivo, desde sus apegos materiales y su violencia nata hasta la importancia en creer más allá del mundo terrenal, ejecutado de manera sencilla con la alinealidad narrativa para converger sus etapas.
Con una sencillez que crece en contexto gracias a la poesía que guarda el relato en cada precepto encontrado en el onirismo o la violencia como la veracidad en el sueño, la manipulación religiosa, los egoísmos y el abuso del fuerte sobre el más débil, resalta la importancia de la redención misma y necesaria para el ascenso del hombre.
Karamakate (destacados Nilbio Torres y Antonio Bolívar), en juventud y vejez, realiza el mismo viaje por el Amazonas con la raza blanca que tanto critica por el apego a las posesiones, la incredulidad en la fe y en la naturaleza misma. El chullachaqui (cáscara humana), el último sobreviviente de su tribu que vive una voluntaria soledad, carente de emociones, evoca sus profundos cuestionamientos personales a través de los recuerdos perdidos y el intelectualismo de los investigadores Theo y Evan.
Así, ofrece un interesante choque de creencias (como el uso de una brújula o de las estrellas como medio de navegación) recreados a manera simple, pero poderosa, orillando a la intolerancia cultural. Muy contrastantes entre sí, están inevitablemente conectadas para cooperar en la perduración de enseñanza a incesantes generaciones, tal como el río que refleja el precepto en cuestión, captado por una inteligente transición de cámara.
El relato aborda también fragmentos históricos de importancia que reflejan la violenta naturaleza humana, como el colonialismo que erradicó las creencias antiguas y los caucheros encargados de explotar indígenas, aspecto similar a otros acontecimientos sociales en la misma América Latina que invitan a una sutil reflexión.
Respaldado por la evocadora técnica reflejada en la fotografía en blanco y negro, así como en la ambientación capaz de asomarse a un escenario selvoso en tiempos de internet y de grandes edificios, Ciro Guerra realza la belleza de cada rincón de la selva y de la oscuridad compleja de los seres humanos, transitando cómodamente entre el presente que intenta creer en las acciones del hombre común para preservar un conocimiento ancestral, el pasado que dejó cicatrices dolorosas y resentimiento y el futuro que invita a la trascendencia en espíritu.
“El Abrazo de la Serpiente” coloca en la mira al cine colombiano y es un magnético retrato visual de exaltador mensaje ambiental y espiritual que hace un tributo a aquellas etnias olvidadas, resaltando la riqueza natural desaprovechada, el casi olvidado conocimiento de siglos y los vestigios sociales que enmarcan la ambivalencia ineludible del ser humano.
https://www.youtube.com/watch?v=FdOYd-21qaA
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