Duración de Hasta el último hombre: 131 min.
País Estados Unidos.
Director: Mel Gibson
Guión: Robert Schenkkan, Randall Wallace y Andrew Knight.
Música: Rupert Gregson-Williams.
Fotografía: Simon Duggan.
Reparto: Andrew Garfield, Vince Vaughn, Hugo Weaving, Teresa Palmer, Sam Worthington, Luke Bracey, Rachel Griffiths, Richard Roxburgh, Matt Nable, Nathaniel Buzolic, Ryan Corr, Goran D. Kleut, Firass Dirani, Milo Gibson, Ben O’Toole.
Creo que una vez más Mel Gibson lo ha conseguido. Con su quinto largometraje ha logrado realizar como director otra cinta memorable, y ya van unas cuantas, en la que el espectador se embarca en una aventura repleta de emoción inolvidable. Gibson es un director lleno de talento, brío y fuerza, y con esta nueva cinta demuestra otra vez que estamos ante uno de los grandes directores norteamericanos actuales.
Hasta el último hombre cuenta la historia basada en hechos reales del soldado norteamericano Desmond Doss, que se alistó en el ejército para servir a su país en la Segunda Guerra Mundial, y que como detalle a destacar, es que pertenecía a la religión adventista del séptimo día y, por lo tanto, odiaba la violencia y no podía ni quería usar armas, convirtiéndose en el primer objetor de conciencia en la historia de los Estados Unidos que recibió la Medalla de Honor del Congreso. Pero aun así, sin poder ser un soldado convencional, sirvió a su país siendo médico y enfermero en la primera línea de batalla, y hasta logró ser un héroe de guerra al salvar la vida de muchos de sus compañeros en un acto heroico en la batalla de Okinawa contra los japoneses.
Hasta el último hombre: Una epopeya realizada por un coloso pacifista
La cinta narra de manera clara, sencilla, emocionante y sobria todos los avatares de la infancia y primera juventud de este hombre ejemplar, y el espectador va conociendo el porqué de su convicción a la no violencia y de su fe en el Dios cristiano. También el espectador se estremece al contemplar las dificultades y las trabas que le pusieron en el ejército ante su condición sorprendente e incomprensible de ejercer el pacifismo, ningún daño a otro ser humano.
Después la película, en su última parte, se centra en el campo de batalla, en el enfrentamiento contra el ejército japonés para ganar Okinawa. La filmación del combate es muy realista e impecable, con un montaje nervioso, vibrante y perfecto, que trasmite toda la crudeza de la guerra, con una clara influencia de Salvar al Soldado Ryan.
Por todo ello es un espectáculo muy recomendable, llena de sensibilidad y de grandes interpretaciones, que ensalza la amistad y el compromiso, y que toca la fibra sensible de los espectadores, seguro que muchos se irán llorando de la sala. Se trata de otra epopeya de este director maravilloso, que logra crear monumentos cinematográficos que quedarán en la historia del cine. Al acabar, muchos espectadores aplaudieron. Y es normal.