Ansiedad: la enfermedad de nuestro siglo

La ansiedad patológica es un enfermedad mental que está avanzando sigilosamente y a pasos agigantados en las sociedades del llamado “primer mundo”. Este trastorno supera ya otras dolencias como la depresión, y es considerado como una de las enfermedades de nuestro siglo. A continuación te contamos los síntomas de esta patología y cómo tratar a una persona que sufre esta enfermedad.

 

La ansiedad es considerada como un mecanismo de defensa, una respuesta natural de nuestro cuerpo cuando sentimos que estamos ante una situación de peligro. Este sistema de alerta es completamente normal todas las personas, y muy corriente en el día a día. Un nivel normal de ansiedad no es preocupante, sino que más bien es buena y funcional, ya que nos ayuda a tomar las medidas oportunas para cada situación. Ya sea para adaptarnos a la imposibilidad de llevar a cabo nuestros sueños, o bien para defendernos o huir de una circunstancia que pone en peligro nuestra integridad física o mental.

Sin embargo, cuando este sistema funciona de manera alterada es cuando se considera que la ansiedad es patológica, y no normal. Dicho de otro modo, se considera un trastorno cuando en vez de ayudarnos, la ansiedad nos incapacita, nos hace sentir vulnerables e incluso nos obstaculiza en nuestro día a día, a la par que presenta otros problemas de salud. A pesar del abismal avance de la medicina, así como de la mejor calidad de vida que llevamos, y teniendo a nuestra disposición un amplio repertorio de opciones en la asistencia sanitaria, cada día se dan más casos de este desorden en los países del primer mundo. Mientras que por el contrario, en los países menos desarrollados el número de casos es mucho menor.

Esto podría deberse a que estamos expuestos a multitud de estímulos continuadamente, y a que el estilo de vida en las grandes ciudades no es el idóneo, ya que estamos sometidos a muchas causas que pueden afectar nuestra salud . Por ejemplo, hay más contaminación, o bien llevamos un estilo de vida mucho más acelerado o bien una vida sedentaria, el estrés continuado, malos hábitos alimenticios, el amontonamiento de gente… Todos estos argumentos pueden servir de explicación a por qué estamos sufriendo más casos de ansiedad patológica.

Asimismo, uno de los problemas principales es que, sin darnos cuenta, estamos convirtiendo esta enfermedad en un tabú social. A pesar de que conocer a alguien que sufre este desorden o que ha padecido un ataque de pánico es muy común, seguimos sin hablar del tema abiertamente, lo que a su vez supone una presión más para las personas que la están padeciendo. Naturalmente, esta clase de enfermedades no son como un esguince, del que se puede hacer una radiografía y ver dónde está el problema. De hecho, los síntomas que se padecen son muy difíciles de predecir, puesto a que este trastorno presenta un gran cuadro sintomático.

Debido a que cada persona es única, la ansiedad de cada persona también lo es. E incluso en estos casos, los indicios pueden variar o evolucionar, cambiando constantemente. En algunas ocasiones, ni tan siquiera las personas que sufren esta enfermedad son capaces de explicar con lujo de detalles lo que les está pasando, o mucho menos, por qué está pasando. Y aún cuando son capaces, es muy frecuente que se tengan que encontrar con una persona en su entorno que intente quitarle hierro al asunto, minimizando las preocupaciones y los miedos de esa persona afectada.

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Así pues, ¿cuáles son los síntomas más frecuentes y comunes de este trastorno?

Las manifestaciones sintomáticas de este trastorno son muchas y muy variadas, aunque cabe decir que no todas las personas sufren todos los síntomas ni en la misma intensidad. Como ya hemos dicho, cada persona y cada ansiedad son únicas. A grandes rasgos, estos síntomas pueden catalogarse en distintos amplios grupos:

Qué síntomas presenta la ansiedad

La ansiedad es una combinación explosiva de emociones – imagen by johnhain

  • Físicas: taquicardia, palpitaciones, hiperventilación o sensación de falta de aire, sudoración extrema, molestias digestivas como vómitos, náuseas y diarreas, tensión y rigidez muscular, alteración de la alimentación, ya sea falta de apetito o comer en exceso, sensación de mareo o incluso desmayos, entre muchas otras.
  • Psicológicas: agobio, miedo, inquietud, sensación de alarma, peligro o amenaza, necesidad de huir, inseguridad, vulnerabilidad, pavor a perder el control, incertidumbre, dificultad para tomar decisiones, sensación de despersonalización, etcétera.
  • Conductuales: hipervigilancia o estado de alerta, bloqueos, torpeza o dificultad para hablar y actuar, impulsividad, imposibilidad de estar sentado o quieto, cambios en la voz, tensión en la mandíbula, rigidez corporal, además de otras características.
  • Cognitivas (o intelectuales): dificultad para concentrarse, hacer memoria o prestar atención, preocupación excesiva, incremento de los despistes, pensamientos distorsionados, expectativas negativas, entre otras.
  • Sociales: irritabilidad, dificultades para iniciar o seguir una conversación, contrariedad para expresar las opiniones y sensaciones propias, verborrea en unas ocasiones o quedarse completamente en blanco en otras, temor a posibles conflictos, etcétera.

 

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¿Cómo tratar a alguien de nuestro entorno que tiene un trastorno de ansiedad?

Lo primero que debemos saber es que es prácticamente imposible entender con profundidad lo que está pasando un ser querido que sufre de un trastorno de ansiedad. El tratamiento es esencial al igual que lo es tener un círculo social en el que la persona afectada puede apoyarse en los momentos más difíciles.

Es clave saber que no siempre sabremos cómo manejar las circunstancias, o incluso que en ocasiones, la persona a la que intentamos ayudar rechaza nuestra ayuda en un impulso. Pero es importante que sepamos cómo actuar apropiadamente, de modo que podamos prestar nuestra ayuda, sin provocar la sensación de presionar o intensificar el problema.

Lo principal es informarse e interesarse. En estos casos toda la información es útil. Por eso es esencial, por una parte, escuchar a la persona que queremos ayudar, y por otra acudir a un especialista. Usar la empatía y la asertividad es primordial también, ya que lo que queremos es poder asistir, y no confundir o hacer que la otra persona se sienta más vulnerable y expuesta.

Trastorno de ansiedad

Trastorno de ansiedad -imagen by TheDigitalArtist

Por tanto, no debemos minimizar sus sensaciones. Ayudar a que la persona en cuestión se desahogue de sus miedos es importante, y para ello debemos ofrecer el apoyo óptimo. Como por ejemplo, animar a la otra persona a que se enfrente a sus fobias, sin presionar ni juzgar, y reconocer los esfuerzos que hace. También podemos ofrecer ayuda para que haga esos avances, pero nunca debemos sobreproteger ni coaccionar para que los lleve a cabo.

Actualmente, existen muchos tipos de ansiedad, y en ocasiones podremos encontrarnos con que este trastorno está asociado a otras patologías.  Por eso, en cualquier caso, es mejor acudir a un especialista para que la persona afectada obtenga la atención que necesita, especialmente si observamos que el trastorno va a peor a medida que pasa el tiempo. Pero debemos ser conscientes de que esa persona sólo aceptará la ayuda cuando esté lista para tomarla, y nunca por que se sienta presionada u obligada a aceptarla.

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Ansiedad: la enfermedad de nuestro siglo
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Ansiedad: la enfermedad de nuestro siglo
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Te explicamos las diferencias entre la ansiedad normal y la patológica, y cuáles son los síntomas más habituales de este trastorno. Asimismo, te damos unos consejos para tratar con alguien de tu entorno que la esté sufriendo
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